Japón en la encrucijada

Karen Arauzkaren-arauzEn diagonal al Palacio Imperial de Tokio que fue expresamente preservado de los bombardeos aliados, se encuentra el edificio que sirvió de centro de operaciones para el general Douglas Mc Arthur luego de la ocupación aliada en Japón. Lo que parecería extraordinario, es que en el primer piso se halla intacta, -incluidos artículos de uso personal- la oficina que ocupó el militar de 1945 a 1952 como un homenaje a quien se encargó de darle forma a la rendición emergente de la dos bombas atómicas  que sacó definitivamente al Japón de la Segunda Guerra y quien lo ayudó a integrarse al mundo moderno dejando atrás su mundo medieval.El Japón de ese momento, era una nación en profunda crisis en todos los sentidos, pero sobre todo con un agudo decaimiento moral. Con su milenaria cultura y su gran orgullo, era muy difícil poner a Japón de pie. El mensaje de rendición en voz del Emperador Hirohito, había destruido la integridad y la dignidad japonesa. Sin embargo, los historiadores coinciden en que nada mejor le pudo ocurrir al imperio del Japón, que la inteligente intervención de Mc Arthur para manejar la tremenda situación. Lo contrario, hubiera sido una inestabilidad incontrolable.Todos los países que sufrieron la invasión japonesa en el Pacífico  -que fueron muchos-, así como Inglaterra y Australia,  pedían la cabeza de Hirohito. Sin embargo, el Comandante en Jefe de las Fuerzas Aliadas, convenció a Eisenhower y se tomaron otro tipo de decisiones. Para preservar el espíritu japonés, el Emperador continuaría siendo la figura venerada como aglutinadora de la herida población. Teniendo la posibilidad de humillar al Japón en su derrota, se le brindó la posibilidad de mantenerse cohesionado acorde a su mística. La reforma a la constitución ha hecho que Japón desde entonces, sea un Estado aunque conserva la figura imperial. Su Emperador, no tiene participación en la vida política de la nación, la que está a cargo de un parlamento a la cabeza de su Primer Ministro.Esa constitución de post guerra apunta: «el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como un derecho soberano de la nación y a la amenaza o uso de la fuerza como medio para resolver disputas internacionales»…»nunca podrán mantenerse fuerzas de tierra, mar y aire, así como cualquier otra con potencial bélico». Japón entonces, formalmente no tiene fuerzas armadas en el sentido estricto. Las Fuerzas de Autodefensa, bajo estricto control civil, son la garantía, por ahora, de su capacidad de repeler cualquier intento que amenace la seguridad interna.  Son incondicionales aliados de Estados Unidos y Japón luego de septiembre de 2001, es firme adscrito al conjunto de países contra el terrorismo en el mundo.Los recientes acontecimientos por la decapitación de dos de sus ciudadanos en manos del Estado Islámico en Siria, plantea una encrucijada. Al gobierno del recientemente re elegido Primer Ministro Shinzo Abe -quien de entrada fijó con firmeza su posición en sentido que no se rendirán ante el terrorismo-,  lo han puesto contra la pared.  La opinión pública está muy dividida. Una corriente responsabiliza a sus dos ciudadanos, de haberse puesto -imperdonablemente- en peligro al ir a Siria considerando la situación. Hay quienes creen que se debió acceder a la demanda terrorista de 200 millones de dólares por su liberación, aunque esta posibilidad era muy remota, porque de hacerlo, no habría un solo japonés  invulnerable en el mundo.El intento mediante una triangulación para que Jordania libere a la terrorista de Al Qaeda Sajida al-Rishawi no prosperó. El intercambio por el periodista japonés y un piloto jordano, terminó en mayor tragedia. El japonés fue decapitado y el piloto jordano, quemado vivo. La violenta reacción de la población  llevó a Jordania a ejecutar a la terrorista iraquí en veinticuatro horas y seguramente está empujando a países como Arabia Saudita, Jordania, Turquía y los Emiratos, a involucrarse sin demora para encontrar soluciones radicales en esta guerra aún no declarada.El Japón no podía actuar diferente. Estos hechos, han actualizado la necesidad de introducir reformas a la Constitución para que sus Fuerzas de Autodefensa puedan actuar  en conflictos internacionales si implicase peligro a ciudadanos japoneses. Las constantes  amenazas de la vecina Corea del Norte, ya habían planteado esta posibilidad. El impacto de las recientes muertes hechas públicas de forma brutal, posiblemente vuelque a la opinión pública en favor de Abe -quien cuenta con amplia mayoría en el parlamento para su aprobación- y lo apoyen para lograr  esa legislación que los faculte a desempeñar un rol más activo internacionalmente, dejando atrás, el trauma dejado por lo sucedido en la II Guerra Mundial.La mortífera escalada del extremismo más radical,  ha puesto en jaque al mundo por su creciente vulnerabilidad.  Y la sensación de que se debe actuar de inmediato, toma fuerza también en el Japón que, -luego de casi setenta años-, reganando la confianza para ingresar plenamente al conjunto de naciones más poderosas, tome parte activa en las acciones para garantizar  el exterminio del salvaje avance terrorista del Estado Islámico.