La trampa

Carlos MeleánMELEANNo hay peor trampa que la ilusión de ser libres y el arte de los gobiernos es mantener esa ilusión viva, creando miles de definiciones, de leyes, de morales y éticas, de enemigos abstractos, pero tan reales que sirven para crear nuevas definiciones, reglas, morales y éticas y así nos van educando, nos van formando, nos van programando, van programando a los nuevos ciudadanos de las nuevas sociedades.Es así como aparecen los llamados fundamentalistas, esos autómatas inhumanos dispuestos a todo, esos que no tienen la capacidad de entender sus propios actos, porque las razones de estos, las explicaciones,  ya fueron programadas en los cerebros humanos, que sólo actúan sin reflexionar, sin poder diferenciar entre lo correcto e incorrecto y ni qué hablar de lo bueno o malo, que si bien es cierto son también definiciones abstractas, pero en algún lugar de nuestras conciencias las entendemos.Programar a la gente es lo más fácil que hay, por eso tenemos las guarderías, los diferentes colegios, universidades y como si eso fuera poco tenemos a los medios de información/comunicación que nos bombardean con todo aquello que «crea conciencia», que crea valores, que crea las bases para que la «opinión pública» hable y así vamos viviendo la represión a todo aquello que no concuerde con «el oficialismo», con la dictadura del pensamiento. Pero yo soy, porque pienso y si mis pensamientos son controlados entonces no soy yo, ni tampoco puedo hablar de que vivo en libertad.La trampa es tan vieja que ya deberíamos habernos dado cuenta que es real, porque todos los que quieren mantenerla viva, hacen miles de errores, pero de nada sirven, porque el miedo a pensar, a ser diferentes, es mayor a la posibilidad de ser autónomos, de ser libres, de ser realmente seres humanos.Antes los dictadores eran dictadores, hasta tenían uniformes para que nos demos cuenta que ellos son los que dictaban las reglas, las normas… pero hoy en día los dictadores dejaron sus uniformes, dejaron todo aquello que los haga ópticamente diferentes y así van disfrazados como gente del pueblo, esos que siempre estuvieron ahí, los originarios y todos les creen, porque nadie se pone a pensar quienes fueron los originarios de estas tierras, y si alguna vez entendemos esta verdad, entonces tendríamos que ponernos a comunicar es esos idiomas que la mayoría usa y no con el idioma de los que nos descubrieron y esclavizaron.Pero la trampa es así, no tiene lógica, ni ética, ni moral o valores que sirvan de algo. La trampa está ahí para seguir manteniendo la esclavitud, esa esclavitud sin la que ninguna sociedad «moderna» puede existir.Quizás algún día entendamos todo aquello que es tan fácil de entender, y quizás tengamos el valor para volver a ser eso que alguna vez dejamos de ser, simplemente porque ser como ellos quieren que seamos es más seguro, es más fácil, es más conveniente, porque la trampa no acepta a libre pensantes o a todos aquellos que digan las cosas como las ven.