Rebel Wilson: “Reírme de mí misma me da licencia para burlarme de los demás”

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«Creé un par de camisetas para un personaje y muchas chicas me preguntaron dónde podían comprarlas, así que en otoño sacaré una colección», asegura.

Cuando A Rebel Wilson le propusieron interpretar de nuevo a Amy la Gorda en la secuela de la comedia musical Dando la nota: aún más alto (estreno el 22 de mayo) puso dos condiciones: quería interpretar una canción en solitario y salir desnuda en una escena de ducha. Al igual que su personaje, reconoce tener un ego y un sentido de la ironía tan sobredimensionados como su oronda figura. «Nos parecemos mucho, pero yo soy más sensible. Amy es bastante bestia», reconoce la actriz, guionista y productora australiana de 29 años, admiradora de la veterana Tina Fey –Saturday Night Live, 30 Rock– por razones obvias.



Lleva cuatro años instalada en Los Ángeles, desde que le robara alguna que otra escena a una grande del humor, la estadounidense, Kristen Wiig, en La boda de mi mejor amiga.En poco tiempo se ha convertido en una de las mujeres favoritas de la industria del cine y hasta los Obama son sus fans declarados. Tras el estreno de Dando la nota: aún más alto –que en España llega a los cines el día 22– Wilson se prepara para abandonar su condición de secundaria y asumir todo el protagonismo dentro y fuera de la pantalla. El mes pasado protagonizó la portada de la edición australiana de la revista Elle y ya es un icono improbable de moda: diseña una (cómo no) disparatada colección de prendas de tallas grandes, Fat Mandi, con estampados de donuts y cupcakes colocados de forma estratégica en la zona de los pechos. Criada en una caravana ambulante por un matrimonio ultracatólico que se dedicaba a la crianza de perros, lo último que se esperaba de ella es que se convirtiera en estrella de Hollywood. Estudió Derecho y, mientras ejercía la profesión en Sudáfrica, contrajo malaria. Entre alucinaciones, se vislumbró ganando un Oscar, así que decidió convertirse en actriz. Wilson siempre quiso ser una diva y para conseguirlo ha tenido que reinventar el término.

¿Le molesta que la relacionen con un personaje como Amy la Gorda?

Muchas actrices se hubieran ofendido si les hubiesen ofrecido un papel así. Ser la primera en reírme de mí misma me da licencia para burlarme de los demás, algo que me encanta. Muchas de las frases que dice mi personaje me las repiten luego en la calle. Y yo ni recuerdo haberlas pronunciado, porque seguramente surgieron en una toma de la película en la que estaba improvisando. De todos modos, ser Amy es un halago más que un fastidio.

¿Y le sorprende su aceptación entre el público?

Cuando estrenamos la primera parte nadie pensaba que este tipo de personajes femeninos fueran a interesar. Con el paso de los meses, ganamos seguidores, y ahora sentimos cierta presión por lograr ser divertidos de nuevo.

Su biografía es de lo más exótica. Incluso formó parte de un grupo a capela, como el personaje.

Sí. Se llamaba Twelve Voices (Doce voces) porque éramos 12 personas cantando. No fuimos muy originales y además era todo muy cursi. Interpretábamos himnos cristianos en bodas y funerales. No había ni una sola canción cool en el repertorio. Pero sonábamos bien, así que en cierto modo lo disfrutaba.

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Fan declarada de los ‘reality shows’, esta australiana está dispuesta a reinventar el término diva.

 

¿Ha sentido que el físico ha limitado sus posibilidades profesionales?

Cuando me metí a actriz yo estaba segura de que iba a llegar a ser una de esas grandes damas de la interpretación, como Judi Dench. Hice mucho teatro en Australia. Siempre, nada más salir al escenario, la gente empezaba a reírse, y yo me sentía bastante ofendida. Cuanto más en serio quería tomarme el papel, más se reía el público. Hasta que me di cuenta de que tengo algo que les divierte. Desde entonces, mi truco para hacer comedia es interpretar mi personaje de la forma más seria posible

Ser mujer y cómica tampoco es una combinación ganadora.
Las mujeres siempre han hecho comedia, aunque es cierto que es un mundo de hombres, porque socialmente está más aceptado reírse de un chico, especialmente en los monólogos. Fue una suerte que mi primera película estadounidense fuera La boda de mi mejor amiga. Su éxito abrió el camino en los últimos años a las comedias corales femeninas. Incluso nos lo puso más fácil a las guionistas. Y eso que las mujeres todavía ocupamos solo el 10% de los puestos de trabajo dentro de esa área.

¿Su línea de ropa, Fat Mandi, nació como una broma o como una venganza divertida contra las firmas de moda?

Al principio era una broma. Creé un par de camisetas para un personaje que interpretaba en Australia. Lo hacía en pequeños teatros, luego en un programa desketches en televisión y después se expandió por YouTube. De repente un montón de chicas contactaban conmigo preguntándose dónde podían comprar las prendas que llevaba. No me lo podía creer, pero visto lo visto estoy diseñando una colección entera para lanzar este otoño.

¿Le costó que en Hollywood la tomaran en serio?

Menos de lo que me esperaba. De hecho, fue muy sencillo. Una agencia de talentos se ofreció a representarme tras ver una de las series que hacía en mi país. Y en tres meses ya me habían fichado para La boda de mi mejor amiga.

¿Es cierto que se puso al día en cuanto a la idiosincrasia estadounidense gracias a los reality shows?

Sí. En la televisión australiana gran parte de nuestra programación es estadounidense; eso me ha servido para perfeccionar el acento. También los veo porque me encantan. De hecho, mis hermanos aparecieron en The Amazing Race (el Pekín Express anglosajón). Estoy enganchada a Dance Moms, el reality de Maddie Ziegler ambientado en una escuela de danza para niñas, y me he tragado las 30 temporadas de Supervivientes. Me gusta combinar los programas más basura con los más televisivos.

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Rebel Wilson posa con tres galardones en los MTV Movie Awards 2013.

 

Entonces ‘Honey Boo Boo’ (programa en el que una familia de la América profunda fuerza a su hija de 4 años a concursar en certámenes de belleza infantil) debe figurar en su lista.

Por su puesto. ¿No alucinas con esa familia? Lo que les pasa no se puede guionizar. Ocurrían cosas tan fuertes fuera de cámara que tuvieron que quitarles el programa. De hecho, me recordaba un poco a la mía. Solo en los detalles más comunes, como reunirnos para cenar comida basura en torno a la mesa, no en los grandes dramas.

La temporada pasada fue la protagonista de su propia sitcom, ‘Super Fun Night’, pero no funcionó en datos de audiencia. ¿Cómo lo llevó?

Era protagonista, guionista y productora de cada capítulo. Trabajaba los siete días de la semana y no tenía tiempo de nada. No sé cómo Tina Fey ha hecho algo así durante años. Además, al depender de una cadena generalista, me censuraban todo el tiempo. Cuando el capítulo se emitía, me daba cuenta de que mis partes favoritas habían desaparecido. Pero fue una oportunidad para aprender de la experiencia… Por ejemplo, al proponer mi próximo proyecto a una cadena de pago. También me he dado cuenta de que no quiero tanta responsabilidad. Nunca sería directora, aunque me lo han ofrecido varias veces. No me siento cómoda siendo la capitana del barco.

¿Como actriz disfruta también más desempeñando roles secundarios?

Me atraen los personajes excéntricos, que suelen ser reservados para los papeles secundarios, pero los proyectos que voy a hacer en los próximos años son como actriz principal. Estoy intrigada por ver cómo funciono en papeles más estándar, lo que en mi caso supone salir de mi zona de confort.

Hasta en la Casa Blanca son seguidores de ‘Dando la nota’.

Michelle Obama me envió una carta cuando se estrenó la primera parte. Decía que les había encantado la película y hasta nos pidió que fuéramos a cantar en la Casa Blanca. Al final, este proyecto no salió, pero me invitaron a la cena de corresponsales. No es que terminara charlando amigablemente con el presidente, pero estuve allí.

Y ahora ha rodado con Penélope Cruz la comedia ‘Grimsby’.

Sí, además con Sacha Baron Cohen, que es uno de mis ídolos. Lo cierto es que grabando con ella en África descubrí que es muy divertida. Pero que conste que yo soy la esposa del protagonista y ella es la mala de la película.

Fuente: www.elpais.com