La administración de Evo Morales acaba de establecer una extensión de la vigencia del Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF), que incluye un incremento en la alícuota de ese tributo.La medida tiene un doble objetivo: “desincentivar” el uso del dólar y recaudar más, aunque el ministro Arce Catacora niegue esto último. Es evidente que un incremento de la alícuota que llevará de recaudar 400 millones de Bs. a 800 millones en el 2018 tiene un trasfondo y es la mayor presión fiscal que el gobierno impulsará cada vez más.Otra cosa es que el ministro siga en su postura negacionista de los efectos de la baja de los precios internacionales de los hidrocarburos sobre las cuentas públicas.Pero sin duda el problema mayor con esta medida es la confirmación de que el gobierno seguirá postergando la corrección del retraso cambiario, profundizando la pérdida de competitividad de las exportaciones bolivianas (que, dicho sea de paso, siguen sujetas a arbitrarias prohibiciones y cupos).Y es que el régimen populista necesita una moneda nacional sobrevaluada no por falsos motivos “patrióticos” sino como base para la expansiva política de emisión monetaria, que ha crecido un 68% en los últimos cuatro años y que aumentará otro 13,3% en el 2015.Emisión monetaria que tiene el objetivo de financiar un creciente gasto público, altamente politizado y clientelar…[email protected]