La Isla de la Fantasía en los Andes

Gonzalo ChávezgonzachavSaludando de julio el gran día, el odiado Fondo Monetario Internacional (FMI) ha actualizado sus proyecciones de crecimiento económico mundial para los próximos años. Las noticias no soy muy buenas excepto para algunos países como Bolivia donde a pesar de la turbulencia internacional, aún se vislumbran indicadores positivos. América Latina en recesión y por estas tierras revolucionarias no se dan por enterados y continúan con el acelerador a fondo a pesar que se derrumban las exportaciones.Avalancha de preguntas: ¿Será que nuestro país es la nueva isla de la fantasía? Han reinventado la teoría económica y estamos blindados? ¿Realmente el llamado nuevo modelo económico tiene muchos ases bajo la manga para capear el vendaval de la economía internacional?¿Están rotundamente equivocados los ponzoñosos opinadores de turno que no entienden el luminoso camino del proceso de cambio? Bueno pongamos el contexto e intentemos responder a estas interrogantes.Según el FMI, el crecimiento económico mundial para el 2015, será 3,3% gracias a un repunte parcial de las economías ricas. Las economías emergentes, los pura pinta BRICs, se desinflaron, con pesar se proyecta que estos países desaceleran sus producciones. Brasil decrecerá en un -2%. Rusia se lanza a un piscina vacía de -3,5%. India (7.5%) y China (6,8%) seguirán creciendo pero a tasas mucho menores. Recordemos que estas economías lideraban el mundo con crecimientos superiores del 10%.El vecindario Latinoamericano marcha a dos ritmos. Por un lado, las economías grandes como Argentina (-0,3%), Brasil, Chile (2,7%) enfrentan serias turbulencias externas y desaceleran su marcha y enfrentan desajustes cambiarios y fiscales y por otro, economías pequeñas como la boliviana lideraran el crecimiento (5%), en el 2015, a pesar del mal tiempo externo.Bueno veamos que está pasando en base a hechos. Primero, los precios de materias (minerales y petróleo) están reduciéndose desde el 2012 y las contracciones se agravaron a partir del año pasado y por lo tanto, las exportaciones están cuesta abajo en la rodada. Hasta mayo del 2015, y comparadas con el mismo periodo del año pasado, estas ventas internacionales cayeron en un 34% en Bolivia y puede que en los próximos meses se reduzcan más. Cabe recordar, que debido al reajuste trimestral retrasado de los precios del gas natural que exportamos, nuestras exportaciones aún no han sentido el valor promedio del petróleo de 48,5 dólares por barril que se registró en los meses de enero, febrero y marzo del 2015. Quiere decir que shock negativo de precios es fuerte y aún viene lo peor.Segundo, la economía boliviana cuenta con recursos internos importantes para pasar el invierno y tiene resultados macroeconómicos aceptables que le permiten márgenes de acción interesantes para las políticas públicas contra cíclicas. Veamos algunos de ellos: hasta el 2013 hubo superávit fiscal, el nivel de endeudamiento interno y externo es bajo y las reservas internacionales del Banco Central de Bolivia están en torno del 50% del PIB. Entre tanto en un contexto tan delicado, tener recursos e instrumentos no son vacunas ni contra males estructurales ni elimina las incertidumbres vinculadas a las expectativas. Acelerar muy fuerte el motor interno puede quemarlo.Tercero, la economía boliviana es muy pequeña, nada diversificada y de baja productividad. Más aún, en los últimos años se ha consolidado como una economía primario exportadora y, por lo tanto, puede permitirse ciertas licencias de corto plazo, como una apreciación importante del tipo de cambio real que le ayuda a controlar la inflación y fomentar la burbuja de consumo interno. Además, no tiene que proteger una industria nacional y sus exportaciones no son sensibles a variaciones del tipo de cambio nominal. Además, el grueso del empleo está en el sector comercial importador y la informalidad.Cuarto, en este contexto el gobierno ha implementado políticas keynesianas clásicas de sustentación de la demanda interna, de hecho la inversión y gasto públicos elevados (más del 6 mil millones de dólares) buscan sustentar la burbuja del consumo para así compensar la caída de los ingresos de exportación. La sostenibilidad de estas políticas depende del tamaño de alcancía pública y el tiempo que dure la caída de los precios de las materias primas. ¿Dos o tres años? esto es muy difícil saber. ¿Y después? Bueno seguir en la apuesta del extractivismo populista que cada vez necesita de más recursos para atender a las clientelas consumistas contentas en la isla de la fantasía. En esa dirección va la exploración de petróleo en áreas protegidas y el proyecto del Bala. ¿Y qué paso con las promesas de diversificación productiva? Bueno, se rindieron ante los altares del poder perpetuo.El Día – Santa Cruz