El gran sub-adalid del socialismo del siglo XXI, Evo Morales (el número 1 lo encarna el desangelado sucesor de Hugo Chávez, Nicolás Maduro), se apresta a salvar los procesos de cambio en todo el continente, a juzgar por sus declaraciones donde indica que el Estado Plurinacional que conduce “no permitirá un golpe de Estado” contra la “compañera Dilma”.Morales incluso ha hecho saber esto a los “oficiales de las Fuerzas Armadas de Brasil”, pidiendo que comuniquen la decisión de su régimen “a su comandante”. Bravata que no solo raya en lo ridículo sino también en lo ilegal, sonando como una incitación al autogolpe militar para frenar las protestas populares que asedian al gobierno de Dilma Rousseff.Inútil explicarle al mandatario cocalero que en el vecino país aún rigen ciertas reglas democráticas, que incluyen el impeachment o destitución presidencial a cargo del Parlamento, algo que de producirse efectivamente no constituiría en modo alguno un golpe de Estado, como no lo fue la remoción pacífica e institucional de Fernando Collor de Mello.Tal vez lo que realmente inquiete al caudillo de Orinoca sean las revelaciones sobre los negociados del lulismo en Petrobras y otras entidades que alcanzaron a gobiernos aliados en el extranjero, lo que quizás -solo quizás- podría incluir a la administración evista.¿Pensará enviar a los Ponchos Rojos para defender a la cleptocracia del [email protected]