La re (re, re) elección de Evo

alvaro_vargas_llosaÁlvaro Vargas LlosaLa operación política para que Evo Morales pueda, en 2019, agenciarse un cuatro mandato consecutivo en las urnas va viento en popa.                   Meses después de haber asumido su tercer gobierno y conocedor del declive económico que se le viene a su país después de un “boom” que ha durado más que en otros países, ha acelerado los tiempos. El referendo para aprobar el cambio constitucional que su partido ha forzado en una primera instancia en el Congreso será a inicios de 2016.Morales ya es el gobernante más longevo de América Latina (incluso si contamos el período interino de Raúl Castro iniciado a mediados de 2006). Su éxito se debe a tres factores: la explosión del gasto público gracias a las exportaciones de gas y minerales, un poderoso relato indigenista y la ausencia de escrúpulos para hacer avanzar su proyecto hegemonista.Como los contratos de gas todavía en vigor con Brasil y Argentina le aseguran un precio que no obtendría hoy si los negociara de nuevo, ha podido prolongar la sensación de bonanza de un modo que no tiene parangón entre otros populistas autoritarios de la región. Además, ha combinado el distribución de subsidios clientelistas con un aumento cuantioso de la inversión pública -que se ha multiplicado por 10 desde 2006-, lo que siempre ayuda en el corto plazo a abultar las cifras del PIB.A diferencia de otros gobiernos de orientación ideológica similar, mantuvo, en parte gracias a su ministro Luis Alberto Arce, una cierta disciplina macroeconómica que le evitó a Bolivia pagar rápidamente los platos rotos del populismo. Su interferencia con la economía fue selectiva, evitando provocar la escasez generalizada que vemos hoy en Venezuela.A ello se añade un relato que, a pesar de ser Bolivia, como su Presidente, un país mestizo, ha calado hondo. La redefinición identitaria de Bolivia y el empleo de un simbolismo llamativo -el uso de la whipala, por ejemplo- han tocado una fibra sensible que otorga al gobernante poderes reivindicativos de una eficacia política considerable.Por último, la capacidad para asestar golpes certeros a la institucionalidad del país y concentrar poderes en el Palacio Quemado es evidente. Apenas asumió el poder en 2006, inició la campaña para promover el cambio de la Constitución y así poder hacerse reelegir, lo que sucedió en 2009.Como la nueva Constitución sólo permitía una reelección, para hacerse reelegir nuevamente en 2014 tuvo que forzar al Tribunal Constitucional a interpretar las nuevas reglas de tal modo que el período inicial -de 2006 a 2010- no contara. Ahora, en vista de que ni siquiera un golpe de birlibirloque judicial podría interpretar una Constitución que sólo permite una reelección en una Constitución que autoriza dos, la está cambiando. Suponemos que, a penas re (re, re) electo en 2019, iniciará la campaña para interpretar la Constitución de tal modo que su segundo período también desaparezca y por tanto la segunda reelección aparezca en realidad como la primera. Y una vez reelecto en 2024…mejor me detengo aquí.La eternización, dicho esto, enfrenta un escollo: la inexorable realidad económica. Las exportaciones han caído 30%, el déficit fiscal supera el 3% y apunta hacia un 7% a este ritmo, y los contratos de gas vencerán antes de la re (re, re) elección. Por no mencionar muchas inversiones públicas que acabarán acaso convertidas en “puentes hacia ninguna parte”, para usar la expresión que se hizo famosa en una campaña electoral norteamericana.¿Evo Morales tendrá la fuerza para imponer su proyecto a una población menos dispuesta que la que ha tenido hasta ahora? Nada le será tan fácil como ahora.El Diario Exterior – Madrid