Argentina y la integración energética regional

borisBoris Santos Gómez ÚzquedaEl embajador de Argentina en Bolivia indicó que “…la política del gobierno de Macri será de no comprar gas a Bolivia…” para reemplazarlo por gas importado de ultramar.Según recoge la agencia noticiosa ANF el embajador habría indicado que los acuerdos energéticos bilaterales podrían “quedar truncos con la nueva administración…”.Remató –antes de marcharse de Bolivia- que “…por más que uno intente y pida tener buena relación, van a haber encontronazos y mucha diferencia…”.El embajador no entiende que entre Bolivia y Argentina hay más de cuarenta años de vínculo comercial a través de la venta de gas boliviano.Y parece que tampoco entiende la dinámica del mundo de los negocios en energía en donde los proyectos no se “truncan” ni quedan sin ejecutar de la noche a la mañana. Todos los proyectos llámese gasoductos, contratos de venta de gas, interconexión eléctrica, etc; están plenamente respaldados por la fé del estado argentino y boliviano, respectivamente; y han surgido de análisis y estudios en los que se privilegiaron escenarios a mediano y largo alcance.Finalmente parece que el embajador no leyó –o no entendió- al nuevo ministro de energía del gabinete del presidente Macri –presidente a quien por cierto saludo con respeto y veo como un líder la nueva Latinoamérica sedienta de libertad y democracia- ministro designado que tiene la tarea de reconstruir la política energética argentina, si es que existió alguna.El embajador representa a una administración que permitió cortes permanentes de electricidad en principales ciudades argentinas, miles de millones de dólares despilfarrados en subsidios y la ausencia de capitales nuevos para explorar y promocionar sus nuevos reservorios (como por ejemplo “Vaca Muerta” y otros).El todavía ministro a cargo de la política energética argentina –el señor De Vido- criticado hasta el cansancio por la opinión pública especializada argentina conoce tanto de energía como yo de medicina. Ahora, más bien, el nuevo ministro de energía, el señor Aranguren experto en hidrocarburos, indicó que habrá reordenamiento de marcos regulatorios y reasignación de subsidios. Exacto, esa es la clave: nueva política energética con legislación clara, moderna y transparente.Inclusive, el mismo Aranguren indicó entre otros temas “… pensamos que las familias carenciadas que los necesiten van a tener un block de consumo de 150 kilowatts por hora por mes que va a ser gratuito…»; de manera que ya empieza a mostrar su vocación de llevar electricidad a bajo coste a sectores más necesitados, por supuesto modificando y reordenando los subsidios actuales.El nuevo ministro fijó su plan en varias áreas de trabajo: petróleo y gas; electricidad; energías renovables; nuclear; planeamiento y ahorro; y eficiencia y por supuesto la renovación y nuevo management para la compañía estatal Ypf.Lo que indica el embajador ni es tan fácil de hacer ni es tan inmediato. Tampoco estamos “mancos”, vaya faltaba más. Los bolivianos tenemos dos brazos y una cabeza para ver y buscar mercados, nuevos socios; exportar valor agregado, etc. De manera que las predicciones del diplomático no están bien sustentadas.El embajador cree que metiendo miedo nos dará miedo. A Macri no le dio miedo y ganó la presidencia. Debe creer que es “cerrar la llave” y decir esto se acabó. Los negocios en energía, aunque no lo crea el embajador, son complejos, requieren cabeza fría y cero-amenazas. Además, reitero, la integración argentino-boliviana es tan grande e irreversible que en materia energética siempre hemos tenido relaciones contractuales.Los nuevos responsables de la administración Macri ya indicaron que las medidas «importantes» apuntan al largo plazo: en la presidencia de Macri buscarán fomentar el desarrollo de una matriz energética donde sus distintas versiones no compitan, sino que se complementen, de manera que le abriría la puerta al desarrollo de recursos como la hidroelectricidad y la energía nuclear, pero más aún a los renovables.Por eso mismo el presidente Macri jerarquizo la simplona Secretaría de Energía y ahora se denomina Ministerio de Energía. Los mensajes son claros.El señor José Aranguren, de seguro, impulsará planes de estímulo a la producción de petróleo y gas (teniendo en cuenta que el barril/petróleo está a 40 USD), junto a ello impulsar las energías renovables pero siempre teniendo en cuenta que el gas boliviano está a mano; que podemos construir una agenda energética conjunta; que se pueden desarrollar y continuar implementando proyectos bilaterales y todo para acelerar la integración y la interconexión donde gane Bolivia y Argentina.2013/2014 fueron años horribles para Argentina: baja producción de petróleo/gas; “apagones” de luz; miles de millones de dólares despilfarrados en subsidios y en aplicación de incorrectas políticas tarifarias eléctricas (generadas a partir del gas, principalmente) por “ineficiencia y falta de visión estratégica estatal de los últimos lustros para alentar la inversión de riesgo en nuevas exploraciones”, según un ex ministro indicaba públicamente.En ese escenario se presentó como alternativa el gas boliviano; en Argentina están en el proyecto del segundo trayecto del Gasoducto del Noreste Argentino (GNEA 172 kilómetros de 24 pulgadas) para abastecer de gas natural a provincias del norte argentino: Chaco, Formosa, Corrientes y Misiones que no tienen gas natural por redes.Argentina prefiere el gas que tiene a mano, de Bolivia, que poner -de momento- miles de millones de dólares que no dispone en ese gran reservorio petrolero/gasífero denominado “Vaca Muerta”. Tampoco tienen tanto dinero para recurrir a ultramar. Los costos juegan en contra y lo que más necesita Argentina es evitar costos y contar con suministro constante. Naturalmente en Bolivia y en Argentina se deben rediseñar políticas del sector, se debe impulsar la integración a partir de proyectos y no como “parches” y principalmente buscan mejores días para los ciudadanos con energía a bajo coste. La renovada Argentina será un nuevo aire fresco al cono sur latinoamericano.