Evo Morales ha abandonado prácticamente toda función de gobierno, al igual que su gabinete ministerial, para concentrarse en la campaña por el Sí a su propia repostulación presidencial, a definirse en el referéndum del 21 de febrero.Para esto emplea tanto los horarios laborales como los recursos logísticos y comunicacionales del Estado, además de los actos de entrega de obras públicas.A raíz de las demandas opositoras ante estas prácticas ilegales, el Tribunal Supremo Electoral (TSE), de orientación pro-oficialista, envió al mandatario un tibio “exhorto” para que cumpla con las normas establecidas en el reglamento que rige los procesos de votación.La reacción del caudillo cocalero fue responder: “Entiendo perfectamente la sugerencia, recomendación. (La) saludamos. Somos seres humanos, podemos cometer errores. Pero nuestra obligación es hacer gestión, nuestra gestión no puede parar”.Es decir que para el “Jefazo” no existen leyes que lo obliguen, sino apenas “sugerencias, recomendaciones”, que puede tener en cuenta o no.Es otra manifestación de la antijurídica filosofía del “le meto nomás” de la que hace gala Morales impunemente, demostrando que Bolivia bajo su égida autoritaria ha dejado de ser una república, un país donde las leyes están por encima de los gobernantes, para pasar a ser lo que Nicolás Maquiavelo definía como un “principado”: un sistema donde el timonel del Estado se coloca por encima de las normas, que ignora o redibuja según sus ocasionales conveniencias…[email protected]