Rubén Darío, Bolivia y los bolivianos

pedroshimosePedro ShimoseLa legendaria Revista de América (Buenos Aires, 1894) de aspecto insignificante (formato pequeño, pocas páginas) y efímera existencia (solo tres números) nació bajo el impulso y entusiasmo de Rubén Darío y Ricardo Jaimes Freyre, hijo de Julio Lucas Jaimes (alias ‘Brocha Gorda’), escritor, político, diplomático y periodista boliviano radicado en la capital argentina. Darío habló con afecto y respeto de Julio Lucas Jaimes, pero calló cuando se trataba de Ricardo Jaimes Freyre, el hijo. Aparte de una extravagante Epístola que le dedica, no muestra interés alguno por el autor de Castalia bárbara (1899), lo que resulta harto curioso. Solo le recordó una vez como “mi brillante amigo en las primeras luchas de renovación literaria en Buenos Aires”. ¿Celos? ¿Diferencias ideológicas? A Leopoldo Lugones, en cambio, le distingue y le prodiga elogios y críticas generosas.El gran amigo boliviano de Darío fue el escritor y diplomático Moisés Ascarrunz (1862-1939), a quien conoció, en Madrid, durante la celebración del IV Centenario del Descubrimiento de América (1892). Darío escribió una larga crónica sobre Bolivia [Prosa política (Las repúblicas americanas) / Obras completas, vol. XIII de la edición Ghiraldo. Madrid, 1920] y un soneto titulado A Bolivia. El soneto A Bolivia es un poema de ocasión, nada representativo del genio poético del nicaragüense, aunque en él brillen su fértil imaginación y su dominio de la rima. Darío confiesa haber pensado en Bolivia y en Grecia desde “los días azules de su dorada infancia”. Pura retórica.El poeta se imagina un país descendiente de los incas, en el que aspira “una arcaica fragancia… / la fragancia sutil que da la coca rancia / o el alma de la quena que solloza en la tibia” (alusión a la leyenda de Manchaypuito, que pertenece más a Perú que a Bolivia). Y pare de contar. No hay una sola imagen dedicada a Tiwanaku, Potosí, Chuquisaca, Bolívar o a la pérdida del mar, tan actual en aquel momento. (¿Por fidelidad a Chile, país al que debía su lanzamiento a la fama y al que había exaltado en un extenso poema épico, en plena Guerra del Pacífico?).En cuanto a la crónica citada líneas arriba, Darío da noticias –en nueve páginas– de lo que él supone que es Bolivia a principios del siglo XX. La mayoría de aquellas páginas (siete) van entrecomilladas porque pertenecen a “un boliviano de talento y carácter” (Darío omite su nombre). Lo demás es un listado de nombres de escritores e historiadores bolivianos, entre los que sobresale Alcides Arguedas, autor de Pueblo enfermo (1909). Ahí queda eso. // Madrid, 26.02.2016.El Deber – Santa Cruz