¿Puede ser privada la vida de un presidente?

Tres analistas explican en qué valores se sustenta la legitimidad de las autoridades. Evo Morales no ha sido el único mandatario con escándalos personales que estuvieron en el debate social.  

en el ojo de la tormenta el presidente  sortea un escándalo La denuncia de supuesto tráfico de influencias golpeó su imagen antes del referéndum

En el ojo de la tormenta el presidente sortea un escándalo La denuncia de supuesto tráfico de influencias golpeó su imagen antes del referéndum

Mónica Salvatierra / EL DEBEREra enero de 1998 y en Washington se destapaba un escándalo: el presidente Bill Clinton fue descubierto en ‘relaciones impropias’ con una becaria, de 22 años. Él estaba casado con Hillary y el mundo entero se metió en una historia que demoró más de un año en cerrarse.Clinton no admitió el hecho y fue enjuiciado por perjurio y obstrucción de la justicia, lo que casi le cuesta la destitución. Finalmente, el presidente de la potencia mundial tuvo que admitir el affaire. Su historia privada había pasado a la esfera pública.En abril de 2009, el exsacerdote y presidente de Paraguay, Fernando Lugo, era demandado, una mujer le exigía que reconozca la paternidad de un niño. La joven se había embarazado cuando él aún vestía hábito y ella tenía 16 años. Lugo fue noticia en el mundo. Se sometió a análisis de ADN y al final reconoció a ese y a otros tres hijos más.Cuando Carlos Menem era el presidente de Argentina, una mujer presentó a un hijo ilegítimo llamado Naír Meza. El mandatario negó la paternidad durante años y argumentó que era su vida privada, para evitar los cuestionamientos del periodismo, pero en ese mismo momento su exenamorada ocupaba cargos públicos. Varios años después admitió la paternidad.En Bolivia, Evo Morales está sumergido en una historia que mezcla lo público con lo privado. Una mujer, llamada Gabriela Zapata, tuvo un hijo suyo (aún no está claro si el niño vive o falleció), pero también fue gerenta de una empresa china con la que el Gobierno suscribió contratos millonarios. En este guion se mezcla la demanda de que el niño aparezca si está con vida y la detención de la expareja por múltiples acusaciones.¿Hasta qué punto la vida personal de un presidente puede mantenerse en el ámbito privado y no trascender al público?Legitimidad, redes y másLa legitimidad que precisa cualquier servidor público es la delgada línea que vincula lo público con lo privado, según la lectura de la cientista social Moira Suazo, quien aclara que las personas precisan creer en la honorabilidad, la ética y la figura que proyectan las autoridades de todos los poderes del Estado, lo que redunda en la credibilidad en el Estado que contiene a los ciudadanos.El politólogo e investigador social Gustavo Pedraza explica que el presidente es la primera autoridad del Estado y, por tanto, el primer referente de autoridad para la sociedad. Por eso, todos los días está expuesto al escrutinio del público y requiere tener al menos una similitud con la escala de valores que prevalece en la ciudadanía: religión, familia, educación, etc. Mirando el contexto de otros mandatarios con escándalos privados que trascendieron a lo público, señala que ninguno fue causal de destitución y que en el caso de Morales se agrava por un desgaste estructural que comenzó antes del escándalo. Empero, no cree que repercuta más allá del ámbito urbano.Para el politólogo Luis Andia es preciso respetar la vida privada del presidente y marcar las diferencias, aunque también reconoce que el caso Zapata involucra otras denuncias de supuesto tráfico de influencias que ya están en el ámbito de lo público.Cree que en este momento las redes sociales jugaron un rol importante para borrar la delgada línea de lo privado, ya que en ese espacio se multiplican los mensajes (se ‘memefica’ todo) sin mayor reflexión. Cree que ahora el blanco es el oficialismo, pero que mañana será la oposición, ya que se ha entrado en un campo político “de cañonazos permanentes”.Si cuando salió la denuncia autoridades del Gobierno la calificaron como ‘chisme’, después fueron el vicepresidente y los ministros quienes alimentaron la historia que volvió pública la vida de Evo Morales