Desde la subcapital del imperio socialista del siglo XXI, Caracas (la capital obviamente es La Habana), Evo Morales amenazó con asumir “otras formas de lucha” si “la oligarquía” no respeta su revolución, a la que calificó de “democrática y pacífica”.Entre líneas, el caudillo cocalero intenta amedrentar al movimiento ciudadano que el 21 de febrero le dijo NO a su perpetuación en el poder, sugiriendo un salto cualitativo en materia de violencia política y autoritarismo como represalia.No es la primera vez que este discípulo de Hugo Chávez amenaza de esa manera: años atrás señaló que “Bolivia tiene que agradecer que exista el MAS (su partido), porque si no habrían unas FARC”. Una forma de decir que, de perder la batalla democrática con su instrumento político, podría buscarse otra vía para el blindaje de los cultivos de coca-para-cocaína.Pero ahora es más explícito aún y lo dicho se produce en un contexto de desesperación de su régimen, que ha perdido las tres últimas citas en las urnas (elecciones subnacionales, referendos de estatutos departamentales y referéndum constitucional) y que se ve envuelto en mega-escándalos de corrupción, que sobrepasan todos los negociados de la historia de Bolivia.Antes del inicio de la Robolución evista, el 76% de los contratos y compras estatales se hacían mediante licitación, mientras que ahora, con la política de “meterle nomás” lanzada por el presidente, apenas el 1% de los contratos se adjudican mediante licitación. Todo es dedazo puro y simple. La discrecionalidad perfecta para la hiper-corrupción.¿Será esa Robolución lo que Evo amenaza con defender mediante las [email protected]