¡Malvivientes soldados!

valverde2Carlos Federico Valverde BravoDifícil empezar a escribir después de que el Tribunal de Sentencia 8° del Distrito Judicial de Santa Cruz hubiera decidido desempolvar las leyes para reponer el Estado de derecho y simplemente cumplir la ley mandando que los periodistas vamos a Tribunales de Imprenta, como debió ser siempre. Parece sencillo, pero no lo es; en otro país este fallo no hubiera llamado la atención, pero en el nuestro, con un periodista acosado por el poder y un sistema judicial que transita entre la desconfianza pública y la amenaza del Gobierno, el mismo se torna tremendamente grato y se constituye en un fallo histórico que le hace bien al periodismo, a la libre expresión, a los periodistas, y dignifica al Poder Judicial. Tenía que dejar constancia de mi satisfacción antes de entrar al tema de una mayor preocupación.Toque de queda por la inseguridad y cuarteles para los pandilleros, parece ser la ‘novísima estrategia’ del presidente a la que parecieran sumarse de buen agrado algunos ministros que ayer negaban al hijo de la Sra. Zapata y que ahora deciden que la mejor cura para los “descarriados”, como dijo el ministro Romero, parece ser “el servicio a la patria”. Aun cuando no comparto con la idea de que se sirve a la patria recibiendo malos tratos o haciendo de albañil del general, creo que tampoco es correcto castigar a malvivientes, a los jóvenes con problemas de conducta, llevándolos a los cuarteles para que “se les quite lo jodido” al trote, en cuclillas, al ‘chancho’ o en alguna otra travesura de un teniente o un sargento ‘corrector’ que, en “cumplimiento estricto de la disciplina militar”, terminaron con más de un soldado enterrado a dos metros bajo tierra.¡Ah, perdón!, en realidad los que terminaron bajo tierra no eran “malvivientes descarriados”, sino jóvenes que creyeron en eso de servir a la patria en un cuartel; ellos se pusieron bajo bandera por civismo, como muchísimos que ahora cuentan las travesuras y los castigos de los superiores como una “linda época de su vida”. Bueno, esos jóvenes imbuidos de civismo ahora verán entrar (si esto prospera) a “malvivientes descarriados”, quienes, castigo mediante, serán sus compañeros de armas. Estos últimos no tendrán la misma idea de ‘servicio a la patria’; por el contrario, odiarán a una patria que los castiga.El Deber – Santa Cruz