Una cosa dicen ellos y otra entiende la gente pensante

gomezvelaokAndrés Gómez VelaLa comunicación política alerta que el mensajero articula el mensaje en un sentido, pero el público puede interpretarlo en otro. Por ello, para que el mensaje sea creíble, el mensajero debe ser creíble. Hagamos un ejercicio con la telenovela «Tráfico de influencias, Adiós Mi Rey”.Exactamente hace dos meses se publicó la denuncia que dejó frío al público. Un porcentaje creyó que el presidente Evo Morales iba a revertir la denuncia.Los problemas comenzaron con las respuestas. El 4 de febrero JR Quintana declaró: «Zapata fue efectivamente pareja de Morales”. Negó cualquier tráfico de influencias y no quiso hablar del hijo del Presidente.El público «mal pensado” entendió otra cosa: El Presidente tuvo un hijo en secreto con una mujer muy joven, que podía ser su hija, y la benefició con dinero.Ese mismo día Zapata suspendió una rueda de prensa. Y ese público pensó: ¿por qué no habló? Algo oculta.El 5 de febrero, Morales negó tráfico de influencias y afirmó que Gabriela fue su pareja por dos o tres años y en 2007 tuvieron un bebé que falleció. Y que desde esa vez nunca más la volvió a ver.Y ese público entendió: ¡Murió el hijo del Presidente y el país no se enteró! ¿Cómo murió? ¿No hizo nada para salvarlo? ¿Habrá llorado por su hijo?Ese mismo día, una fotografía del 15 de febrero de 2015 dejó a Evo como mentiroso.Y ese público razonó: Evo nos mintió. Algo oculta.El 9 de febrero el Presidente declaró. «… Yo vi a una mujer que no recordaba bien, cara conocida, que se me acercó y era Gabriela”.Y ese público comenzó a reírse de Evo: ¿Nos cree tontos? Dos años o tres con ella, tuvo un hijo  y la llama «cara conocida”. ¿Acaso un hijo se hace sin previas?El 11 de febrero, Evo pidió a la Contraloría investigar y al Legislativo, conformar una comisión.Y ese público dedujo: Miente y pide a sus llunkus que lo investiguen.El 14 de febrero, Morales sugirió investigar la riqueza de su expareja y dio por cerrado el caso.Y ese público interpretó: ¿Qué se cree para cerrar el caso? Se tiene que aclarar todo e investigarse la riqueza también de él.El 15 de febrero, Evo habló de una posible expulsión de un funcionario de EEUU, tras acusarlo de estar detrás de las denuncias.Y ese público reflexionó: Evo se parece cada vez más a Maduro.El 26 de febrero el ministro de Gobierno, Carlos Romero, ordenó detener a Zapata y ese público dedujo:Mandarán a la cárcel a la mujer para salvar a Evo.Al día siguiente una tía de Zapata sacudió al país: «El niño vive”.Y ese público habló: ¡Grave! Evo «mató” a su hijo.Ese mismo 27 de febrero salió en su auxilio la ministra de Transparencia: «Nuestro Presidente no ha mentido”. Y agregó que comunicaron a Morales que su hijo había muerto.Y los «mal pensados” entendieron: ¿No vio nacer a su hijo y tampoco fue a su entierro? ¡Qué barbaridad!El 29 de febrero Morales declaró: «Si su familia me permite, quiero recogérmelo al bebé (…) No creo que falsamente me diga que ha fallecido el bebé”.Y ese público meditó: No sabe si su hijo está vivo o está muerto. ¡Qué clase de padre es! Pero…  dicen que nunca fue buen padre.El 2 de marzo Álvaro García afirmó que el Presidente llegó a conocer personalmente a su hijo.El 13 de marzo el Ministro de Defensa aseguró que el hijo de Morales y Zapata falleció en 2007.El 16 de marzo, el Fiscal General señaló: «el certificado de nacido vivo es falso”. Ese mismo día, García afirmó: «No había habido el hijo, ellos (la derecha) lo sabían pero atacaron a Evo”.Y esa gente «mal pensada” pensó: Si no existe, ¿a quién conoció y reconoció Evo como su hijo? ¿Al hijo del vecino? Están perdidos.El 18 de marzo, Zapata declaró: «Evo Morales no puede negar la existencia del niño porque hasta 2010 le enviaba   100 dólares de pensión a su hijo y ese dinero no alcanzaba para su manutención”.Y ese público: ¡Dios mío! No sé si reír, burlarme más de éstos o llorar.El 29 de marzo Zapata mandó una carta al ministro Quintana, quien días antes negó conocerla, y publicó un extracto de WhatsApps intimista. Y se despidió con un sugestivo «Adiós mi Rey”.Y ese público pensante tuvo ganas de ir al baño.Página Siete – La Paz