El inicio del festival es también el comienzo de un desembarco de presentaciones y fiestas de todo tipo de marcas
Las actrices Liu Yi Fei y y An Xiao Zuo en la tienda de Dior en Cannes. Francois Durand
Y no en una localización cualquiera, sino en el número 7 del Boulevard de La Croisette, una esquina privilegiada casi enfrente del Palacio de Festivales. Tres plantas diseñadas por el arquitecto Peter Marino (el sótano para Dior hombre, planta de calle y primera planta para las mujeres), con todo el lujo que uno podría imaginarse: hasta los libros exquisitos que adornan los mostradores interiores tienen como objeto a la mítica marca, en su larga relación con fotógrafos (Richard Avedon, por ejemplo) y artistas en general. Un paseo por la marroquinería, el prêt-à-porter y la alta costura. Como marca distintiva, decoración en colores blanco y gris y sillas con respaldos de medallones neo-Luis XVI, lámparas diseñadas por Wouter Hoste, un mural animado en la escalera de Oyoram y sofás creados por Russell Woodard. Tras el cóctel de rigor, comida en Miramar Plage, uno de los trozos de playa que durante el certamen se convierten en territorio conquistado por pérgolas de diseño que albergan cualquier evento.
En el almuerzo de Dior estaban las actrices Liy Yi Fei y An Xiao Zuo, y de ahí la numerosa presencia de invitados asiáticos. La mayor parte de las celebridades anunciadas fallaron por uno u otro motivo: sí aparecieron Marthe Keller (la veterana actriz suiza, que hizo carrera en Hollywood con filmes como Marathon man, preside el jurado de Una Cierta Mirada, la segunda sección en importancia del festival) y Vincent Lindon, que se acercó al final del almuerzo, pero excusaron su presencia las actrices Valéria Golino y Céline Sallette (jurados en distintas secciones) y un retraso de vuelo impidió la presencia del nuevo Zorro, el mexicano Gael García Bernal, que suplirá en la pantalla el recuerdo de Antonio Banderas dando vida a ese personaje en la nueva versión cinematográfica. Probablemente porque en el primer día no hay que quemar todos los barcos, antes de la fiesta de inauguración, con la que también arrancaban las jornadas de la alfombra roja, que este año ha sido hiperprotegida por la policía y por la seguridad privada, hasta convertirla, al menos en el deseo de la organización, en una “burbuja impermeable” a cualquier posible ataque. El miedo a que se repita un acontecimiento tristemente similar a los atentados de noviembre en París se respira en el ambiente de La Croisette.Fuente: elpais.com