Izquierdos humanos

torCarlos Toranzo RocaLas izquierdas y los izquierdistas, con mucho humanismo, durante muchos años, defendieron los derechos humanos de todos aquellos que fueron perseguidos por las dictaduras, de esos  que sufrieron cárcel o que salieron al exilio.También, una parte de esas izquierdas y sus militantes, militaron en la defensa de los indígenas, organizaron ONG para hacerlo, comenzaron a hablar tempranamente de la defensa del medioambiente; fueron pioneros con los indígenas en esas materias.Y, claro está, muchos, pero muchos izquierdistas, desde su oficio de periodistas, defendieron  la libertad de expresión, la libertad de prensa, lucharon en sus trincheras para defender la democracia, cuando las voces de las dictaduras querían reprimir la libertad de expresión.Pero, cuando llegaron los tiempos de la democracia nos dimos cuenta que esas izquierdas y sus militantes no comprendían los derechos humanos como valores universales, sino que los entendían como protecciones para los izquierdistas, que esos derechos humanos no eran extensivos para quienes no sean de las izquierdas y, menos aún, para aquellos que aparecieran con cara de derechas o de conservadores.Varios de esos personajes, junto a sus ONG, militaron en la preparación del MAS y del proceso de cambio. Una vez que este partido llegó al poder, varios de ellos pasaron al poder estatal, se convirtieron en funcionarios estatales. Todo está bien, que sean funcionarios  públicos de su proceso, pero la paradoja radica en que esos que defendían con mucho ímpetu los derechos humanos, comenzaron ahora a atropellarlos a violarlos con igual ímpetu con el que defendían antes los derechos humanos de los izquierdistas.Se pudo advertir que más les interesaban las izquierdas en la cuales militaban sus sueños de revolucionarios, -de revoluciones que en cualquier parte funcionan  con la  lógica amigo-enemigo y con la premisa y principio destruir al enemigo. Esos izquierdistas, entonces, demostraron que defendían los izquierdos humanos, pero no llegaron a comprender  la universalidad de los derechos humanos.A ellos no les interesa que no haya debido proceso para los derechistas, que no haya respeto a los derechos humanos para los conservadores o, simplemente, para quienes piensan diferente de la lógica del poder.  Más bien, creen que deben seguir militando en las izquierdas y desde el poder estatal lastimar, humillar y sacarse de encima a los enemigos.Otro tanto ha pasado con aquellos que defendieron los derechos indígenas. Varios de ellos se formaron en las ONG indigenistas;   esos personajes, gracias a los indígenas, llegaron a visibilizarse y, después, pudieron ser cooptados en buenas condiciones por el poder. Varios de esos indigenistas de antes ahora prefieren militar en la izquierda, eligen la lógica del poder, escogen el camino de la «revolución”, se montan en las ideas del socialismo, sin importarles que que eso los lleve a destruir el medioambiente, a no cuidar la naturaleza ni la madre tierra.Pero, lo peor es que por seguir la lógica revolucionaria  del poder no se avergüenzan al atacar a los indígenas, no se sonrojan al reprimirlos, no se amilanan al intentar sobornarlos. ¿Dónde quedó la ética? ¿Dónde quedó su indigenismo de antes? La conclusión es que primero está su izquierdismo, su idea dogmática revolucionaria, sin importar las ideas del viejo indigenismo que antes defendían. Ah, y varios de esos periodistas que otrora defendían la libertad de prensa, la libertad de expresión y la democracia, ahora también sacaron a relucir su camisa de militantes de la revolución, demostrando que eran demócratas contra las dictaduras militares, pero no son demócratas ante los excesos del autoritarismo de las izquierdas en el poder.Varios de ellos, en nombre del proceso de cambio y de su revolución, piden, y muchas no sólo piden, sino que desde las alturas del Estado, también sin sonrojarse, hacen todo lo posible para limitar  la libertad de expresión, la libertad de prensa. Entre unos y otros, entre esos que defendían los derechos humanos, más los que antes defendían  a los indígenas, más este grupo de periodistas militantes de su revolución, están haciendo un esfuerzo, desde el poder, no sólo por olvidar su memoria, sino por comprimir la democracia, por limitar los derechos humanos de quienes no piensan como ellos.Es que una cosa es la revolución  y otra muy distinta la democracia: la primera da derechos sólo a sus revolucionarios y castiga a los «enemigos”; en tanto, que el sueño de la democracia es que los derechos humanos deben ser universales, de absolutamente todos.Página Siete – La Paz