Julianne Moore: “Las actrices jóvenes hacen ruido y mucho dinero”

La intérprete se declara una convencida defensora de la igualdad en Hollywood y del control de armas

La actriz Julianne Moore, el pasado febrero en el Festival de Berlín.

A Julianne Moore es difícil verla de mal humor. Emocionada, seguro, por ejemplo cuando ganó el Oscar por Siempre Alice (2014) o cuando no pudo contener las lágrimas en público al morir su madre. “Me tendrías que ver haciendo gimnasia, algo que odio y que pago gruñéndole a mi instructora”, se sincera en una entrevista con este periódico. Será lo único que la enfade porque con Moore siempre entra en la habitación un soplo de energía, estilo y felicidad. Un sentimiento que se repite en todo lo que hace, desde sus primeros trabajos con Robert Altman (Vidas cruzadas, 1993) o Paul Thomas Anderson (Boogie Nights, 1997), cuando todavía existía el cine independiente en Estados Unidos, o tras su paso en grandes producciones como la saga de Los juegos del hambre. Moore es incombustible como se desmuestra en su último trabajo, Freeheld, la historia real de una pareja del mismo sexo que luchó en Estados Unidos por disfrutar de los mismos beneficios sociales que un matrimonio heterosexual.

Julianne Moore, en el estreno de «Maggie’s Plan», en Nueva York.

Ella es de las que piensa que el cine siempre tiene algo que decir, incluso cuando se trate solo de entretenimiento. “El cine imita la vida, no toma la delantera. Pero es el mejor reflejo de lo que pasa en nuestra cultura, en nuestro mundo”, reflexiona.



Al igual que su cine, Moore no es de las que se calla. Recientemente recordó por escrito, en el blog de Lena Dunham Lenny Letter, o en persona mientras recibía el premio de la revista Variety la necesidad de que exista un control de armas que impida situaciones como la masacre de Connecticut (EE UU) que hace cuatro años acabó con 26 personas, 20 de ellos niños. También lucha por la igualdad de la mujer, además de por el fin de la discriminación sexual y racial en Hollywood y en el mundo en general. “No nos engañemos, las mujeres no llevan ni un siglo votando en este país y la discriminación es un mal endémico no solo en Hollywood”, advierte.

La actriz, de 55 años, se ha convertido en el ídolo de diferentes generaciones además de un icono tanto para hombres como para mujeres de cualquier tendencia sexual. Moore se siente inspirada por algunas de las colegas que la rodean, como Jennifer Lawrence, Amy Schumer, Kristen Stewart o Melissa McCarthy, y, más recientemente, su compañera de reparto Ellen Page. “Estas actrices jóvenes están  haciendo mucho ruido además de mucho dinero”, afirma contenta por su bonanza. “Y eso me hace tener la esperanza de que vivimos en un buen momento porque somos parte de la conversación”, afirma optimista.

Sus reivindicaciones se quedan en la puerta de su casa donde, dice, es solo esposa y madre de familia que ocasionalmente se dedica a la jardinería. Ella misma se asombra de que el pasado abril cumpliera 20 años de casada “con el mismo marido”, exclama en referencia al director Bart Freundlich, padre de sus dos hijos.

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Julianne Moore y su marido, Bart Freundlich, en la pasada ceremonia de los Oscar.

“Nunca dejo que mi trabajo entre en casa”, asegura a modo de consejo. Es muy madraza y ya empieza a darse cuenta de que sus hijos, Liv Helen, de 14 años, y Caleb, de 18, “no son tan pequeños” y están abriendo sus alas. A su hija le interesa todo lo que tenga que ver con la moda. A su hijo, la música. Y a ninguno de los dos la interpretación. Al menos, de momento. “Me parece bien. Yo tomé la decisión de ser actriz siendo joven porque es lo que me gusta pero es una profesión difícil. Ser actor suena muy ampuloso. Los sets de rodaje son un sitio muy extraño para conocer gente pero por alguna razón ahí es donde me encuentro con todos”, añade risueña describiendo la fuente de su eterna jovialidad.

Musa de diseñadores

Las actrices Kristen Stewart y Julianne Moore, se saludan en un desfile de Chanel en París en 2015.

Julianne Moore sabe cómo utilizar su cuerpo ante las cámaras. Lo hace desnuda o vestida por los mejores diseñadores cuando llega el momento. Los grandes de la moda la buscan, la adoran y ella les corresponde. “Hablo de gente como Karl Lagerfeld o Tom Ford. A la cabeza de la moda por el trabajo que hacen, por su creatividad infinita”, dice su musa. “Son gente que te desarma con su talento y que siempre me fascinan porque nunca hablamos de moda. Les gustan los libros, el arte, la gente y, además, convierten mi experiencia en los Oscar en la mejor pasarela del mundo”, afirma la intérprete, siempre una de las más elegantes.

Fuente: elpais.com