La desilusión en cifras

RCORTEZRóger Cortez HurtadoEs sugestivo el silencio que ha acogido a la publicación de una última encuesta de opinión política, mencionada, parcial y apresuradamente, por una de las redes de TV afines al lado gubernamental. El sondeo ha sido ejecutado por la empresa Tal Cual, Comunicación Estratégica, durante la segunda quincena de abril, en pleno apogeo del conflicto, vivo y pulsante de las reivindicaciones de las personas con discapacidad.Lo primero que detalla de la información recogida en todas las capitales departamentales y El Alto, a través de 1.815 encuestas directas, con un margen de error del 2,3 por ciento “para la totalidad de la muestra” (pero que trepa a casi 10 por ciento en ciudades como Cobija, por la escasa cantidad de encuestas allá realizadas) es que entre quienes creen que como país transitamos por un camino más o menos bueno o bueno, a secas suman un 54 por ciento, frente al 44 por ciento que lo ven más o menos, o directamente malo.Esta percepción pública mantiene en general el talante que se observó durante el referendo de febrero, cuando el 53 por ciento dijo No, a secas, al intento de habilitar a Morales y García para nueva reelección; mientras, simultáneamente, en los sondeos realizados en los días de la más candente y enconada campaña electoral aprobaban cómodamente la gestión que ambos realizan a la cabeza del Estado.Pero, como el diablo se divierte escondiéndose en los detalles, lo que empieza a enfriarse es el optimismo porque, en comparación con estudios previos, quienes creen que el rumbo que lleva el país sería muy bueno cae al 10 por ciento, y los que lo encuentran regular se eleva a 43 por ciento.Tiempos hubo en que tales cifras estaban igualadas o levemente inclinadas al polo más positivo. Notablemente, El Alto, sobresaliente por su lealtad al esquema oficial, se muestra mayoritariamente pesimista (51 por ciento), con una cifra idéntica a la de la maltratada ciudad de Potosí e inmediatamente detrás de Santa Cruz de la Sierra (61 por ciento entre quienes ven que el rumbo nacional va más o menos o completamente mal), y –sorpresa– lejos de la ciudad de La Paz, donde estas cifras se presentan invertidas, pero, donde el pase para la reelección perdió claramente el 21 de febrero.Cuando rondamos el cumplimiento de un año, desde que las cifras de nuestro comercio exterior empezaron a arrojar cifras negativas y en descenso, la encuesta retrata un estado de ánimo residual, estimulado por las promesas gubernamentales de que existe la receta para superar el mal paso sin gran (o ningún) daño y un manifiesto voluntarismo colectivo de aferrarse a esa esperanza, que es lo que impregna el cuadro general reflejado por la encuesta.Pero cuando la mirada se aproxima a los matices, se encuentran nítidas las huellas de dónde empiezan las dudas y la ansiedad de una población a la que no se le escapa que han terminado los tiempos de la gran afluencia y disponibilidad de recursos. En ese punto, la falsa seguridad y sonrisa de las autoridades no convence ni a los mejor predispuestos y decididos a perdonarles casi todo.Así, después de todas las vueltas y enredos sobre el Fondo Campesino, la focalización de la atención pública sobre empresas chinas y contrataciones directas, sobre compras dudosas, redes de extorsión, fiscales y jueces segados, la corrupción da un salto para colocarse a la cabeza de las preocupaciones colectivas.Y, frente a un claro optimismo de cómo se percibe la economía familiar (con prácticamente 2/3 de impresiones favorables), lo mismo que la expectativa de mejora futura, la desaceleración choca con la buena predisposición, porque el 50 por ciento de quienes responden la encuesta afirman que no han tenido un trabajo estable. Superando con cinco puntos el anterior puntaje, una mayoría absoluta tiene dudas de poder mantener su actual empleo o conseguirlo si está desempleado.Este retrato estadístico nos muestra una sociedad que trata de aferrarse anímicamente a los tiempos de prosperidad y que intenta creer en promesas oficiales, pero, por debajo de esa buena predisposición y ante la persistencia de malas nuevas sobre corrupción, tensión política y social, ha retirado el cheque en blanco que estuvo girando por años y ve con creciente ansiedad lo que se avecina.Los Tiempos – Cochabamba