Los miserables

MAURICIOAIRAOK_thumb111111Mauricio AiraVíctor Hugo puso el inolvidable título a una de las obras que perduran por siempre en la literatura universal. En este caso actualizada en los grandes teatros de Londres y Nueva York como “el musical más recordado del siglo”.No está en mente ocuparnos de la genial creación, sino referirnos al supremo acto de crueldad del Régimen Evista de haber dispensado a los minusválidos, el vejamen más humillante, la crueldad más oprobiosa de haber resistido sus demandas por una pensión fija mensual y general, primero con la violencia de “los medios oficialistas” desprestigiando el movimiento de protesta y luego con la violencia mas supina, no en vano Paulovich tituló su crónica “Murillo enjaulado” al comprobar el cerco inusitado de tres metros de alto, de fierro reforzado para impedir que “los pobres impedidos” intenten acercarse a la fuente del Poder, representada por el Palacio Quemado.Cuando calificamos de “miserables” a quienes dieron las órdenes de gasificar a los minusválidos y a los ejecutores de tales medidas” y lo hacemos, como diría recién un columnista “apelando al sacrosanto enojo que armó de un látigo el brazo de Jesucristo, ante el abuso de los comerciantes que habían invadido el templo sin respetar la presencia divina y guiados por su ladino afán de ganancias.La misma expresión o parecida asumen los Obispos cuando afirman que el narcotráfico se trepó al aparato estatal y que incluso la Fuerza Policial es presa de los delincuentes que manchan el uniforme verde oliva. No ayuda que desde esferas oficiales se descalifique el documento eclesial y se le asignen afanes conspirativos. La diafanidad, la persistencia, el valor moral de los Pastores está por encima de la diatriba y las reacciones gobiernistas. Nada logró restar brillo a las denuncias que persisten porque hasta el día de hoy, ninguna autoridad ha leído las 48 páginas del sesudo texto y mucho menos ha respondido u objetado seriamente.Cuando uno se adentra en la vida de Víctor Hugo y se entera que Los Miserables la escribió en Bruselas donde vivió su exilio por oponerse a Napoleón III y que su vida entera fue un combate por la libertad y contra la burguesía y que al morir dejó un gran legado, toda su fortuna para los pobres, se da cuenta que al colocar al pueblo parisino como el protagonista de su gran novela, comprende mejor que los ejemplos de miseria humana de los administradores de justicia y de la torcida conducta de los policías, son la mejor manera de entender, que la persecución, el acoso, el trato inhumano de los minusválidos por los funcionarios públicos empezando por el Jefe de Estado, se inspiran en el apego por el poder ciego, sin ápice de misericordia ni comprensión de las necesidades de los más pobres y desamparados de nuestra Comunidad Nacional.Tanto la Iglesia cuanto la gente proba ha pedido abstenerse de tanta vanidad, proyectos mega millonarios, edificios destinados a perdurar como “elefantes blancos”, gastos insulsos en publicidad y viajes, vanidad y ostentación, cuyos recursos, se ha sugerido, bien podrían aliviar la penuria de los discapacitados,  esto sería cuerdo y procedente.