Un pueblo cara conocida

mariacaGuillermo Mariaca I.Demasiados parecen creer, o directamente creen, que la causa de esa lepra que nos impide tocarnos, que nos carcome esa solidaridad que formaba parte de nuestra sangre, es el cinismo del poder. No formo parte de los que creen que el poder nos ha vuelto cobardes, mudos, caras conocidas, amarrahuatos. Éramos un pueblo rebelde. Ahora somos un pueblo de leprosos que no nos tocamos para no contaminarnos, que no nos tocamos para que el poder no nos descubra solidarios. Con los discapacitados, con el TIPNIS, con los perseguidos, con los blancos, con los neoliberales, con los periodistas independientes, con los que denuncian, con los que se atreven a protestar, con los que votan No y lo dicen. Éramos un pueblo rebelde y ya no lo somos. Ahora somos un pueblo de cómplices.Por supuesto que el poder se ha vuelto cínico. Era abusivo desde siempre, desde el 2005, o antes. Se inventó que la coca es sagrada. Que Evo era el último Inka reloaded. Que Álvaro era el profeta del leninismo del siglo XXI. Ahora que ya no hay manera de disimular que toda la coca del Chapare y parte de la coca yungueña son para el narcotráfico, la coca ya no es sagrada, pero no importa, la coca, los cocaleros y su secretario ejecutivo perpetuo son los cínicos de la coca. Ahora que Álvaro se revela un calculador y no un matemático, que no sabía del contrato de BoA ni del título que nunca tuvo, pero lo ostentaba, el vicepresidente es el cínico del sol que no saldrá pero sale. Ahora que todos los ministros se dedican a esconder al hijo del eterno y que todos sus diputados se encargan de encubrir sus tráficos millonarios y que todos sus senadores juran que sus mentiras y sus corruptelas y sus abusos son anécdotas, ministros y representantes son los cínicos falderos.El poder en Bolivia tiene ahora como estrategia de reproducción al cinismo. Pero eso es posible porque gran parte del pueblo se ha convertido en cómplice de ese cinismo. Ni siquiera el espejo de nuestra historia que lo refleja leproso y cobarde es capaz de obligarlo a recuperar la memoria de su rebeldía. Aquellos que hasta ahora eran los peores de todos, aquellos que nos dijeron que andáramos con el testamento bajo el brazo, supieron inmediatamente que casi todos anduvimos con el testamento bajo el brazo. Hoy estos, que son definitivamente peores que aquellos, nos dicen que no nos han estafado, que no nos han robado, que no nos han agredido. Y casi todo el pueblo, aunque a escondidas vote No, agacha la cabeza y les amarra públicamente los huatos. Por eso este poder se sostiene. Porque la gran mayoría del pueblo admite ser llamado cara conocida. Y no se cabrea.Opinión – Cochabamba