“Cuídate del odio del pueblo”

RENZORenzo AbruzzesePara nadie ha pasado desapercibido el giro represivo del régimen: el encarcelamiento del defensor de Gabriela Zapata fue un claro mensaje para todo abogado que pretenda defender un presunto opositor mínimamente exitoso y la exigencia de retractación pública al intelectual Diego Ayo, que es enjuiciado por publicar un informe en torno al caso Fondioc y conminado a retractarse en todos los medios, radiales televisivos, públicos y privados.La avanzada en contra de la libertad de expresión y el desconocimiento de la Ley de Imprenta, la propuesta cocalera de normar el uso de las redes sociales, el encarcelamiento de todos los protagonistas cercanos a la tristemente célebre Gabriela Zapata, la huida del periodista Carlos Valverde, que buenas razones debió tener, etc., muestran un panorama con más signos de escarmiento que de justicia y equidad, un reflujo de radicalización del régimen que, por cierto, se veía venir de forma muy clara después del 21-F. Pero obviamente sería una ingenuidad pensar que haber perdido por un margen tan estrecho el referendo desate la furia de los poderosos como para desplegar semejante poder de acción; lo que en realidad parece poner nerviosos a los gobernantes es la creciente pérdida de legitimidad que los aqueja.Detrás de todos estos signos se anida la incertidumbre de su propio futuro. Día que pasa, algún sector termina comprendiendo que, a pesar de las millonadas que se gastan en construir la imagen del caudillo, el resultado es progresivamente adverso. Evo Morales ya no encarna hegemónicamente la gran parte de la sociedad boliviana. La imagen de un hombre que sintetizaba los intereses de los grandes sectores de la sociedad boliviana y sus más caras aspiraciones es cada vez más débil.En sus propias filas las tensiones apenas se pueden controlar y un ejército de disidentes empieza a formar filas para disputarle la representatividad que otrora le transfería la fuerza de un líder imbatible. El doble discurso, la abrumadora judicialización de la política, una política orquestada de medias verdades y mentiras desembozadas y una situación económica que empieza a notarse en los bolsillos parecen haber socavado la legitimidad del caudillo. La fría sentencia maquiavélica resuena: “Cuídate del odio del pueblo”.El Deber – Santa Cruz