Los bolivianos en EEUU viven la campaña entre el miedo y la decepción

Los debates entre Clinton y Trump han tenido más ataque personal que propuesta de GobiernoLos debates entre Clinton y Trump han tenido más ataque personal que propuesta de Gobierno. REUTERS

 

Una de las preocupaciones tiene que ver con los temas migratorios, por las declaraciones de Donald Trump en las que habló de deportar a los ilegales. Los bolivianos están pendientes de los debates y esa es la única forma de participar para los que no tienen papeles.S.Gonzales / M.Salvatierra / EL DEBEREl ruido mediático que hay en Estados Unidos invade todos los espacios, especialmente el de las personas que ven con ansiedad lo que pueda pasar en noviembre, cuando el voto en las urnas defina quién será el presidente de Estados Unidos. El sueño americano también está en el congelador para muchos bolivianos. No es porque son extraños en ese país, sino porque temen que su intención de tener ciudadanía o de ser reconocidos como iguales, colapse ante el triunfo de un presidente que puede generar aún más hostilidad contra los inmigrantes.Según el Censo de Población y Vivienda de 2012, los ciudadanos encuestados dijeron que hay alrededor de 18.300 familias bolivianas que viven en Estados Unidos, pero la cifra real puede ser diferente y mayor, porque muchos de ellos no son legales ni reportan su estadía en ese país.Si bien Donald Trump no habló específicamente de los bolivianos, sus palabras acerca de los mexicanos, la intención de construir un muro en la frontera y su hostilidad hacia quien llega a trabajar a ese país, alcanzan para generar miedo.Roxana Irigoyen confiesa que al comenzar la campaña sintió mucho temor y que ahora le alegra que el candidato republicano esté sumergido en tantos escándalos, porque estos contribuyen a que la gente se decepcione y él vaya perdiendo las posibilidades de llegar a la Casa Blanca. Además, está convencida de que la propuesta de expulsar a los inmigrantes ilegales es imposible de realizar, porque eso demandaría mucho dinero y porque no quedaría gente con capacidad y voluntad de hacer las tareas que los oriundos de EEUU rechazan realizar. “Los latinos mueven este país, tanto en mano de obra y en movimiento económico, porque consumen”, concluye con la mirada puesta en Hillary Clinton. Ella votará por primera vez y lo hará por la demócrata en quien deposita sus esperanzas de legalización de miles de bolivianos que aún no tienen papeles.En el otro extremo está Bruno Mendoza. Él es empresario y vive en Florida. Está asqueado por el nivel de la campaña electoral. Ve a Hillary Clinton como la personificación de la corrupción y a Donald Trump como un personaje antagónico, pero votará por él. Sus razones tienen que ver con el rechazo a las políticas sociales que se financian con dinero de los impuestos que han sido promovidas por el presidente demócrata y que tendrán continuidad si Hillary gana.No obstante, Mendoza, que tiene una vida sin sobresaltos y que vive de sus negocios en EEUU, está convencido de que ambos candidatos son “pésimas opciones”. Él votará por quien le representa menos perjuicios para sí mismo y para su familia.Por la TVJazmin Arteaga vive en Maryland hace 15 años y aún no puede votar. Ella palpita con este proceso electoral y lo hace a través de las pantallas de TV. Vio todos los debates y está atenta a las encuestas porque le interesa que no gane Donald Trump.Ve con tristeza que en esta campaña se ha exacerbado la xenofobia y lamenta que en este momento se olvide que EEUU creció con la fuerza de los inmigrantes.A María Gerda Langenbacher le pasa igual. Los 30 años de estancia en Nueva York no le han servido para tener ciudadanía y poder votar, pero está atenta y temerosa de que se incremente la incertidumbre entre los inmigrantes. Sabe que si Donald Trump se convierte en presidente no le quedará más que adaptarse a una nueva situación quizás más difícil para ella y los suyos.La decepciónQuizás como nunca antes, la campaña en EEUU es la más mediática, por la cantidad de gente que sigue los debates y los episodios de cada jornada electoral, pero también es la de más ataques personales y escándalos que envuelven a los candidatos.La agresividad de Trump contra los ilegales y a favor del uso de armas, ha sido sustituida por una seguidilla de escándalos en los que se pone en evidencia que su mala relación con el género femenino. El republicano ahora está a la defensiva y los ataques llegan también desde su propio partido.Por eso los debates desplazaron las propuestas para ser un ida y vuelta de acusaciones, ya que Hillary Clinton no se salva de las denuncias por los correos electrónicos oficiales que borró desde su cuenta personal.En el último encuentro de candidatos, Trump incluso dijo que si llegaba a la Presidencia la iba a investigar y sugirió que ella terminaría presa.La paceña Isabel Velásquez vive hace 25 años en California y de ver lo que ocurre tiene ganas de salir corriendo de Estados Unidos. “Siento que estas elecciones son lo peor de los últimos años. La pelea de los candidatos es una vergüenzaa para este país y, si por mí fuera, no votaría”, asegura con rabia.Ella, que tiene ciudadanía está decepcionada al ver que el racismo y la falta de respeto son el plato fuerte de la campaña. No obstante, votará por segunda vez. La primera lo hizo por Barack Obama y no se arrepiente, seguirá la opción demócrata en esta ocasión.¿Que si la elección le genera incertidumbre? La respuesta es afirmativa, porque al ser inmigrante teme que un presidente como Trump le cierre puertas por el hecho de no haber nacido en EEUU. Además, teme por el futuro de su hija, porque cree que el tono de la campaña ha puesto a mucha gente en contra de los hispanos. A pesar de ese pesimismo, ella confía en que el voto tache las posibilidades del candidato republicano.Judy Ferreira comparte el criterio de Velásquez. Ella vive en Lon Island hace 16 años y trabaja limpiando casas. No votará, pero ve con decepción a dos postulantes “que parecen niños peleando”.Para ella, el mal menor es Hillary Clinton, porque confía en que la candidata no generará persecución contra los inmigrantes indocumentados. “Nosotros como inmigrantes no tenemos una vida fácil y a veces el sueño americano es como una pesadilla”, confiesa al señalar que el principal problema es no tener acceso a trabajar libremente. Su esperanza está en sus amigos latinos y sus compatriotas que ya tienen ciudadanía y derecho a votar. Confía en que no depositen la confianza en Trump.En cambio, Johara Arduz está convencida de que si las cosas se ponen color oscuro, siempre tiene la posibilidad de volver a Bolivia, aunque no lo considera en serio aún porque es optimista y cree que cualquiera que gane la Presidencia, buscará el bien de Estados Unidos y de sus ciudadanos.Otras inquietudesVarios de los entrevistados, como Eliana Sosa Mercado, no están inquietos solamente por temas de inmigración, sino también por el ánimo belicista que ven en Donald Trump, que puede llevar a EEUU a una guerra involucrando a muchos jóvenes.Además, Sosa cree que esta campaña ha logrado polarizar a los estadounidenses. Considera que los ricos y poderosos están siguiendo a Trump por la promesa de que les bajará los impuestos y, aunque se declara sorprendida, admite que en Massaschusets el magnate tiene seguidores.Queda menos de un mes para las elecciones. Son 28 millones los latinos que pueden votar. El sufragio no es obligatorio en Estados Unidos y, por eso, el porcentaje de asistencia a las urnas bordea el 50%. Los estados que concentran a los hispanos con capacidad de elegir son California, en primer lugar con un 27% del electorado; seguido de Texas (un 19%) y Florida (con un 10%). La apuesta de los hispanos que están en la campaña es que la diferencia de votos sea contundente, para que no haya dudas a la hora de sumar en el Colegio Electoral, que es donde finalmente se elige al nuevo mandatario del país más poderoso del mundo.Hasta antes de estas elecciones, EEUU era visto como una democracia capaz de dar lecciones al mundo, pero el nivel del debate tiene a los bolivianos entre el miedo a las políticas migratorias y laborales y la decepción por el espectáculo que los candidatos le están dando al planeta