El empresario Samuel Doria Medina sabía perfectamente que en algún momento estaría, como ahora, con un pie en la cárcel y aún así, continuó haciendo grandes negocios, uno de los cuales, la compra del 80 por ciento de las acciones del mejor hotel de Bolivia y seguramente el de mayor renombre internacional.
El Gobierno también sabe que el líder de Unidad Nacional no va a huir del país y si lo hiciera, va a conseguir con mucha facilidad asilo en cualquier nación del mundo, pues en todos lados ya conocen que aquí no hay justicia, que los tribunales están “comprados” y que existe la persecución política.
Ese modus operandi del régimen ya es conocido y el truco es hacer escapar a cualquiera que sea capaz de ejercer cierta influencia contraria a la hegemonía dominante. Sin embargo, hasta ahora -y tal como lo recomienda Maquiavelo en su famoso libro “El Príncipe”-, los operadores del “proceso de cambio” habían cuidado de no tocar el patrimonio de sus perseguidos. Eso fue hasta que ayer, el Fiscal General del Estado decidió solicitar la hipoteca legal de 21 bienes inmuebles de Samuel Doria Medina. Eso puede cambiar muchas cosas en este país.
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Fuente: eldia.com.bo