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Los bares, cantinas y las famosas rockolas, se han apoderado de la mayoría de los barrios y avenidas de la ciudad de Santa Cruz. Las mismas funcionan con impunidad, desafiando a la ley constantemente. Están ubicadas al frente o a menos de una cuadra de unidades educativas y bibliotecas municipales, sin que las autoridades hagan algo al respecto. Admiten y venden alcohol a menores de edad y la mayoría atiende pasada las tres de la madrugada, que es un horario tope para su funcionamiento.
La Alcaldía intentó poner orden en varias oportunidades, pero sus esfuerzos no abastecen. Las mismas rockolas que son cerradas, a los pocos días son abiertas y vuelven a funcionar con normalidad.
La presidenta del Concejo Municipal, Angélica Sosa, reconoce que las autoridades y el sistema de control están fallando.
“No solo falla el sistema, sino que fallamos todos. Tenemos aciertos y fallas, en ese sentido tenemos que recapacitar en conjunto, para que justamente ver porque no se aplica un reglamento y quienes fallan”, señaló Sosa.
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