La salud como botín político


Norah Soruco de SalvatierraLa situación del país en materia de salud va de mal en peor. Como si fuera poco, a las conocidas deficiencias y falencias crónicas, ahora se suma la sucesión de paros y huelgas en el Seguro Social por una serie de sinrazones, donde la única víctima –a veces fatal– es el paciente, en especial quienes provienen de provincias y barrios alejados y tienen que acudir a un centro de salud cuando ya sus recursos domésticos han fracasado, para encontrarlo cerrado cada dos por tres. ¿Por qué no volvemos a las fuentes legales del Seguro Social para hacer bien las cosas? Los entes de Seguro Social son financiados por aportes que son parte del salario de los trabajadores asegurados, donde el Estado no pone más aporte que el que le corresponde por sus dependientes asegurados. La ley le asigna el rol de ‘tutor’, mas no de administrador, y para ello tiene representantes en los directorios. Es responsable de observar y exigir la observancia de las normas previstas para su administración y funcionamiento, que no significa designar autoridades a dedo ni bloquear las dotaciones por afinidad político-partidaria. Por su parte, los profesionales de la salud deben comprender y aceptar que una administración moderna, para ser eficiente y eficaz, exige no solo ser de una determinada disciplina, sino tener la capacidad y especialidad que los cargos demandan, salvando su derecho a optar por ocuparlos en una libre competencia, demostrando, además, estar capacitados para ello. Ya es mucho tiempo que los gobiernos de turno se arrogan la facultad de designar a las autoridades jerárquicas, nacionales, departamentales y hasta locales de los Seguros de Salud, desconociendo premeditadamente su institucionalidad, hasta llegar a las situaciones extremas que vivimos hoy. Hacer primar la ‘pulseada política’ según los intereses que estén detrás, para sumar victorias o derrotas según los apoyos que se puedan activar, es una doble transgresión, hacer de la salud un botín político y, con ello, privarnos de lo poco que se da.El Deber – Santa Cruz