Las pensiones, ¿para el agro?

Javier Paz GarcíaLos fondos de pensiones deben tener un bajo riesgo, ya que su objetivo no es incrementar el patrimonio, sino garantizar los flujos a los jubilados. Por ello las inversiones que realizan son principalmente en bonos de empresas solventes, que no pagan un retorno alto, pero son estables y de bajo riesgo.El Gobierno ha decidido utilizar el 5% de las pensiones de los bolivianos para dar créditos al sector agrícola. Sus personeros dicen que tal transacción es libre de riesgo y que el retorno está garantizado. Obviando el hecho de que no existe ninguna inversión que esté absolutamente libre de riesgo, el sector agrícola es, en general, de alto riesgo, más aún en comparación con las inversiones tradicionales de los fondos de pensiones. Adicionalmente, los préstamos que pretende dar el Gobierno no son destinados a los agricultores más solventes, sino precisamente a los que tienen problemas financieros, a pequeños y medianos productores que tienen costos de producción más elevados, menos tecnología y otros factores que los hacen aún más riesgosos. Es decir, el Gobierno está destinando el 5% de las pensiones a préstamos a los productores con mayor riesgo en un sector que, de por sí, es riesgoso. El Gobierno debería ayudar al agro, dejando de cometer el abuso de prohibir o limitar las exportaciones; debería garantizar el respeto a la propiedad privada con el desalojo rápido y las acciones penales efectivas para los invasores de tierras; debería permitir la hipoteca de la pequeña propiedad; debería permitir el uso de elementos transgénicos que ya están permitidos hace años en Estados Unidos, Brasil y Argentina y que aumentan la productividad del agricultor; debería tener buenas carreteras y mandar a la cárcel a quienes las bloqueen por cualquier motivo. Pero el Estado no debería utilizar los fondos de pensiones para dar créditos agrícolas.El Estado dice que yo tengo una cuenta individual de jubilación. Dice que ese dinero es mío. En la realidad, yo no decido cuánto invertir en ese fondo, no decido dónde invertirlo y tampoco decido cuándo sacar el dinero, por lo que, en mi opinión, para todo fin práctico ese dinero no es mío y el Estado me miente cuando me dice que sí lo es. Si lo que tengo en mi cuenta individual de jubilación fuera mío, yo no lo utilizaría para hacer un préstamo de alto riesgo. Por supuesto a mí nadie me preguntó cómo utilizar ‘mi’ dinero.El Deber – Santa Cruz