Percy, Evo y la lógica chavista


Pablo Ivankovich Ortler*A partir del ascenso del chavismo al poder, en 1998, se inició una lenta transición de una de las democracias más sólidas de la región hasta el devenir actual de la dictadura de Maduro. Por supuesto, es necesario recordar que Venezuela no era una dictadura hasta mayo de 2016, cuando Maduro, contra la voluntad de la Asamblea Nacional, dictó un decreto extendiendo el estado de excepción y emergencia económica que suspendió garantías constitucionales y le aseguró poderes extraordinarios. Hasta ese momento, mal que mal, los gobiernos habían sido electos y podían perder el poder mediante procedimientos constitucionales, incluyendo un revocatorio de mandato.Ahora bien, cuando el exparamilitar Hugo Chávez Frías llegó al poder en Venezuela, lo hizo a través de la promesa de respetar el orden establecido, negando discursos radicales y distanciándose de lógicas que no sean las de mercado. Pero el paso del tiempo transformó a este expreso amigo de las corbatas en el comandante. Y este camino de transformación estuvo caracterizado por el mantenimiento del poder a toda costa. Obsesión que parece haber heredado su amigo Evo Morales. En un artículo reciente, Pablo Stefanoni pone muy en claro lo riesgoso de esta obsesión para Evo Morales y su devenir en la historia nacional. Le recuerda la obsesión que caracterizó el centenario de la independencia con Bautista Saavedra al frente y cómo es recordado hoy. Pero ninguna de estas voces, por más cercanas o lejanas al poder, parecen hacer eco en los oídos del ahora líder absoluto del MAS. Lo llamativo de la obsesión es que parece estar siguiendo exactamente la misma lógica que la fijación del comandante en Venezuela. Es entonces necesario recordar que Hugo Chávez, al igual que Evo Morales, ganó todas sus elecciones, salvo una: el referendo por una reforma constitucional que habilite un periodo gubernamental más. Corría por entonces el año 2007 y el comandante ya había instalado en Venezuela un democracia plebiscitaria. Entonces se planteó reformar la Constitución y habilitar de esta manera a Hugo Chávez a un período más como presidente. Esto, como es lógico, dividió aguas entre los venezolanos, porque éste era aún el momento de los años mágicos de las materias primas y la bonanza absoluta del régimen chavista. Al igual que en Bolivia con Evo Morales, el éxito electoral de Chávez y su aprobación eran inconfundibles e innegables, incluso para sus más acérrimos opositores. Sin embargo, en aquel momento, el pueblo le dijo al comandante que no. En 2009, en un segundo referendo sobre la misma temática, el pueblo le dijo a Chávez que sí. ¿Qué podría haber cambiado en esos dos años entre los que, además, la crisis financiera mundial golpeó fuertemente las economías de los países exportadores de materias primas? Muy sencillo, se incluyó la reelección de alcaldes y gobernadores.En este mismo sentido, la lógica en Bolivia parece apuntar al mismo lugar, sobre todo dadas las recientes declaraciones del alcalde de Santa Cruz, Percy Fernández, quien, en busca de una nueva reelección en 2020, ha decidido subirse al barco oficialista y apoyar una nueva candidatura de Evo Morales. Esto ha sido claramente retribuido por el oficialismo con García Linera refiriéndose a Percy Fernández como el Alcalde «más popular” de Bolivia. Es posible entonces que la obsesión del MAS esté mirando una vez más a Venezuela para saber qué caminos tomar. Y, así, decidir plantear una reforma que incluya a gobernadores y alcaldes, lo que generaría, de forma lógica, movilización de todo el espectro político, oficialista o no, que quiere conservar el poder tanto como el Ejecutivo. El más claro ejemplo de esto es Percy Fernández.Así se cumple una de las citas menos recordadas y más autocríticas de Hugo Chávez: «Mientras los presidentes vamos de cumbre en cumbre, los pueblos de América Latina van de abismo en abismo”. Palabra del comandante. *PolitólogoPágina Siete – La Paz