Socialismo francés

Zoé ValdésEmpiezan las primarias socialistas en Francia. ¿Qué les voy a contar que ya ustedes no sepan o sospechen? El Partido Socialista se ha situado sin mucho esfuerzo en el quinto lugar con vistas a las próximas elecciones presidenciales, que tendrán lugar este año, dentro de muy poco.Marine Le Pen, la peligrosa pero muy popular ultraderechista, encabeza las encuestas; la sigue François Fillon, de la derecha tan manoseada de Los Republicanos; tras ellos el nini (ni socialista ni capitalista) exbanquero y exministro socialista de Economía del Gobierno en curso Emmanuel Macron, con su movimiento En Marche; en un cuarto puesto, y por suerte bastante alejado, Jean-Luc Mélenchon, el muelero ignorante del ultraizquierdismo del Front de Gauche; y allá en lo último el Partido Socialista, emulando al de España.Sólo hay que ver las caras de los postulantes a las primarias socialistas para advertir que ninguno dará la talla, tanta y tan majestuosa es la inseguridad que se les refleja en el rostro. Y ni hablar cuando atiendes a sus propósitos, si es que no te duermes antes de que terminen una frase. No hay nada más soporífero que un socialista francés, empezando por el propio presidente François Hollande, que para colmo se las da de presumido y hasta de cómico, o de pujón.Pero el más deprimente de todos sin duda es Manuel Valls, luciéndose con un discurso para cada ocasión. Cuando va de representante del gobierno se muestra bastante férreo, cuando va de candidato entonces afloja la tuerca y hasta su cabecita pareciera que saltara sobre los hombros con una dosis de, eso sí, muy controlada alegría.¿Qué proyectos políticos tiene el socialismo francés para renovarse? Ninguno. Como no sea la misma estridencia de la que ya hace gala, vendiéndose como los más justos, sociales y el blablablá europeísta, frente a la injusticia que según ellos sólo avala la derecha. ¿Los impuestos bajarán? No, qué va, subirán, poquito, pero subirán, porque si los emigrantes, etcétera y demás. ¿Bajará la tasa de desempleo? «Parole, parole, parole», como en aquella eroticona pero latosa canción de Dalida y Alain Delon. Promesas y más promesas, las mismas que presentaron hace cinco años, y que no supieron no ya cumplir, ni siquiera sostener.En lo que me corresponde: ninguno de los postulantes socialistas protestó contra de la visita de Raúl Castro a Francia. No sólo no protestaron, sino que la apoyaron entusiastas.La cosa socialista, con sus maneras tan rebuscadas y sus llantenes de despedida, va pero que muy mal, por lo que estamos observando. No sólo han hundido el país, y ellos lo saben, además lo acabarán de hundir exponiendo y obligando a los franceses a elegir entre la extrema derecha y una derecha también casi vencida.¿Qué nos queda? Ya saben. A preparar los cheles.Libertad Digital – Madrid