¿Dónde está la mentira realmente?

Ilya FortúnLa señora Gabriela Zapata ha dicho, muy cándida, que su patrimonio responde a las relaciones sentimentales que tuvo. Mira vos, que sorpresa; y yo el muy estúpido que pensaba que la chica había amasado una fortuna por sus méritos profesionales y su sagacidad empresarial. Otra vez nos vieron la cara de cojudos. Si mal no recuerdo, el caso Zapata se trató justamente de eso: la exnovia del Presidente Morales, una muchacha sin oficio, que no debe ser ni bachiller y que no puede hilar dos frases seguidas, ocupa un cargo ejecutivo en una empresa china que tiene más de quinientos millones de dólares en contratos con el Estado, y circula por todo el país, ostentando un ritmo de vida propio de una estrella de Hollywood.Reza el refrán popular que las dos únicas cosas que no se pueden ocultar son el amor y el dinero. Yo no sé cuánto amor habrá querido ocultar la señora de los eternos peinados platinados, pero sí tengo muy claro es que nunca quiso ocultar su plata.Todo lo contrario, el lujo asiático en el que vivía Zapata no se limitaba a vestidos de diseñador ni a zapatos de marca, sino, como ella misma lo ha dicho, a un grueso patrimonio.Sin una herencia, un gordo de la lotería o alguna otra fuente de ingresos legal y comprobable de por medio, que explique su fortuna, los bobos de a pie tenemos dos opciones: creer que la señora goza de alguna condición sobrenatural que hizo que sus novios le hicieran tantos regalitos (entre ellos seguramente una casa de un millón de dólares) o sospechar que detrás de aquello pudo haber habido tráfico de influencias y corrupción. En eso andamos, todavía indecisos.Pero además, si el mismo Gobierno piensa que la señora se ha enriquecido ilícitamente, ¿deberíamos entonces creer que, de alguna manera, se las arregló para engañar una y otra vez a grandes empresas y a todo el poderoso Gobierno, a cambio de nada y sin gozar de ningún tipo de influencia?Y como si todo esto fuera poco, en lo que concierne al supuesto hijo de Zapata y el Presidente Morales, resulta que la notaria ha declarado también que fueron los padres los que registraron al hijo, con los testigos y todo, y que la documentación no tiene ningún viso de ilegalidad.Francamente, en términos jurídicos no tengo la menor idea de a dónde llegará este asunto, y si algún día se resolverá realmente un caso en el que ha intervenido el poder en pleno.Pero lo que sí quisiera realmente entender un poco más es de dónde saca el Gobierno la idea de que tienen el derecho de anular el referendo del 21 de febrero, bajo el argumento de que perdieron la elección en base a una mentira. Si realmente hubieran perdido la elección por el caso Zapata, ¿dónde está la mentira?Por favor. El Gobierno perdió el referendo simple y llanamente porque una mayoría de los bolivianos creyó, y cree, que la eternización en el poder es una mala cosa. El Gobierno perdió porque subestimó la convicción democrática y la sabiduría de la ciudadanía. Y ahora les pasa otra vez algo parecido: están subestimando nuevamente la inteligencia y la madurez de la gente, y al intentar desconocer la voluntad ciudadana con un argumento tan falaz nos están mintiendo otra vez y están terminando de meterse en un callejón sin salida del que no podrán salir, al menos en democracia. Página Siete – La Paz