En 2012, Pinto denunció a un ministro. Su vida cambió. Un año después llegó a Brasil tras una fuga espectacular
En Brasil, después de haber sufrido graves lesiones en un accidente aéreo y cuando se esperaba que pudiera recuperarse, falleció el exsenador Róger Pinto Molina. Se encontraba en el país vecino desde que protagonizó una espectacular fuga, por esos días de agosto de 2013, cuando fue transportado por el diplomático brasileño Eduardo Saboia desde La Paz hasta Corumbá, dentro de un vehículo diplomático. Ya en territorio brasileño pidió refugio, que le fue concedido a pesar de las protestas del Gobierno boliviano.
Un año antes, Pinto Molina se había refugiado en la embajada brasileña después de haber denunciado presuntos vínculos de miembros del Gobierno con el narcotráfico, denuncia contenida en unos documentos que él mismo dejó en la Presidencia para conocimiento de Evo Morales Ayma.
El Gobierno negó el salvoconducto que solicitaba la embajada y, cuando se produjo la fuga, lo definió como un “corrupto confeso” mientras él, desde el exilio, siguió repitiendo sus denuncias, cuidándose de no violar su condición de refugiado.
Saboia, a su vez, fue sancionado por el Gobierno de Dilma Rousseff, por haber hecho algo que, aparentemente, está reñido con la diplomacia, pero poco después la propia Cancillería, Itamaraty, lo premió con ascensos en su carrera y ahora está a cargo del departamento de América latina de ese Ministerio.
Pinto se dedicó al oficio más peligroso de la aviación: conducir un avión fumigador. Son avionetas que deben ser cargadas con unos 300 litros de productos químicos, pero que deben volar a solamente 10 metros de altura para que la irrigación no se pierda, mientras la máquina tiende a elevarse por la pérdida acelerada de la carga.
Su último vuelo fue el sábado, cuando no pudo controlar la avioneta y cayó en el estado de Goiás, fue rescatado por equipos médicos y se estaba esperando su recuperación, cuando se produjo su muerte.
Fuente: eldeber.com.bo