Hice el amor con la Madre Tierra en el TIPNIS

Hernán Cabrera M.Periodista y ex Defensor del PuebloNo estuve en la defensa de tesis de mi hijo. Me designaron acompañar la VIII Marcha por el TIPNIS. Fue en septiembre de 2011. Mi hijo se quedó triste, pero tenía una obligación constitucional. “Te quiero campeón, te irá bien”, le dije y un fuerte abrazo. Estuve varios días compartiendo con los indígenas guaraníes, mojeños, trinitarios, tacanas, movimas, morelias, chimanes, guarayos, chiquitanos, y de otras etnias. Hasta un día antes de la represión policial a los indígenas, el 23 de septiembre de 2011.Durante esa marcha observé personas con sueños, dispuestas a dar la vida por sus territorios, por sus culturas, por sus recursos naturales. Vì rostros de alegrías, de luchas, de encuentros. Palpé unidad y compromisos, también muchas lágrimas por las carencias, por algunas muertes que se dieron.Luego el 2012 nos adentramos por el río Mamoré hasta el corazón del TIPNIS, llegamos a la comunidad Gundonovia. Donde el tiempo no es real, donde pierdes las nociones de las grandes ciudades, donde la noche y el día tienen muchas similitudes, porque el verde los abraza, y el silencio se hace escuchar a cada instante. Allí donde participé de una curación a una niña de mochoe, mal de muertos, dicen los indígenas. A ella la metieron enterita a la panza de una vaca recién carneada. Con la sangre caliente, el fuerte olor y las lágrimas de la niña, la mamá la introducía y no paraba de hablar.Participé de sus largas reuniones, con amanecidas, sin pegar un solo ojo. Aprendí mucho de ellos, porque no eran largos discursos los que arengaban, eran testimonios de vida, experiencias valiosas de su visión del país, de las luchas por los derechos indígenas. Compartí sus comidas, haciendo fila para que me toque algunas porciones. Dialogué con hombres y mujeres esperanzados en las promesas y en las obras que se avecinaban. Pero con matices y palabras, había una sola premisa: defender, proteger, cuidar el parque nacional del TIPNIS, porque tiene lo que cualquier país industrializado quisiera tener: oxìgeno, bosques, agua, fauna, flora, y otros recursos naturales, que si alguien le quiere poner precios, no alcanzarían los ceros. Hombres y mujeres que irradiaban alegrías, felicidad y energías, conviviendo con la naturaleza, la cual le mandaba algunas señales preocupantes.En esos días en Gundonovia escuchaba con mas fuerza y repetía lo que el poeta cantaba: Verde que te quiero verde. Porque allí sí supe lo que es vivir de cara y junto a la Madre Tierra, deseé que no acaben los días y las noches, que sea una eternidad para que esa Madre Tierra me abrace, me devore, me alimente y me sane de mis dolencias. Días y noches en los cuales los peces saltaban del río, para ser atrapados y alimentarnos. Dìas y noches de respirar desesperados, como queriendo que todo ese oxígeno se quede en tu organismo, porque sabía a pureza y sanidad. Días y noches de bañarnos en el río Mamoré y en los riachuelos que con sus aguas cristalinas nos hacíamos abrazar para renovarnos cada instante. Dìas y noches de tener muy cerca a las estrellas y desde lo alto nos iluminaban. Días y noches de escuchar los cánticos de las aves, para despertarnos y para acostarnos. Días y noches de mirar rostros y compartir manos para tratar de abarcar la inmensidad del parque. Dìas y noches de caminar por los misteriosos e inacabables senderos llenos de verdor. Dìas y noches de querer subir a los inmensos árboles que llegaban hasta las nubes y podías ver a los àngeles y a Dios. Días y noches de tener cerca al tigre, al jucumari, a las serpientes, a tantas aves, insectos… Dìas y noches de amor con la Madre Tierra, con la Naturaleza y de sus seres vivos. Días y noches que llegaron a su final, dejando atrás esta inolvidable, única experiencia, testimonial, real y enriquecedora.Ahí está el TIPNIS, al que conocí una partecita, y me envolvió totalmente. Ahì está el TIPNIS, sin embargo alguien más ronda por allí. Parafraseando a Augusto Monterroso, que en uno de sus cuentos decía: “Se despertó, y sin embargo el dinosaurio sigue ahí”.Hernán Cabrera M.Periodista y ex Defensor del Pueblo