Narcobandas brasileñas se extienden a Bolivia para incrementar sus mercados

La reconocida investigadora brasileña en criminología, Elizabeth Sussekind, considera que estas peligrosas bandas del Primer Comando de la Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV) buscan instalarse en Bolivia y  otros países vecinos para ampliar su mercado de drogas,  eliminar posibles competidores o entablar alianzas.

Bandas brasileñas se extienden para incrementar sus mercados

La especialista considera que organizaciones como el PCC y el CV buscan instalarse en países estratégicos de América Latina para mejorar sus negocios.Bandas brasileñas se extienden para incrementar sus mercadosEn los últimos meses los nombres de las dos organizaciones criminales más grandes de Brasil sonaron con más frecuencia en Bolivia. Esto a raíz de hechos como el asalto al carro blindado de Brinks, en marzo, y el de la joyería Eurochronos, en julio, ambos ocurridos en Santa Cruz.El Gobierno aseguró que estos grandes cárteles como son el Primer Comando de la Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV) no se instalaron en nuestro territorio, sino que envían a  emisarios para delinquir, llenarse de dinero y así financiar las operaciones de sus respectivos grupos.La reconocida investigadora brasileña en criminología, Elizabeth Sussekind, va más allá de esa visión y considera que estas peligrosas bandas buscan instalarse en Bolivia y  otros países vecinos para ampliar su mercado de drogas,  eliminar posibles competidores o entablar alianzas.¿Comparte la percepción de que estas bandas envían emisarios o podría decir que en Bolivia se instalaron estas organizaciones?No creo que esas organizaciones criminales tengan interés en mandar emisarios a Bolivia para cometer crímenes. Posiblemente se están instalando en países estratégicos de América Latina para administrar mejor la oferta de drogas que deben enviarse a Brasil o, incluso, unirse o sustituir a las organizaciones locales a través de una ‘guerra’.La instalación de estas organizaciones en América Latina  es una consecuencia natural del poder que adquirieron. Los latinoamericanos presos en Brasil llevan contactos, métodos, propuestas y forman redes.A través de las cárceles se difunden formas de actuación, reglas y todo lo demás. Obligan a otros a seguirlos o los matan.¿En parte los cárteles están obligados a salir a otros países por su crecimiento o es parte de esta nueva estrategia?Buscan mejores oportunidades de «trabajo”, mejores beneficios, puede ser que el mercado brasileño no sea lo suficientemente grande para sus pretensiones de lucro y poder.¿Esto puede generar en Bolivia situaciones de extrema violencia como se da en México o Colombia por los cárteles?Situaciones como la de México o la de Colombia responden a décadas de problemas, influencias políticas, tipos de liderazgos y otros aspectos. Es difícil decir qué tipo de organizaciones criminales se desarrollen en Bolivia, pero podemos estar seguros de que causarán toda suerte de  problemas y alcanzarán mucho más a la población excluida, aumentará el uso de armas y los homicidios.¿Qué puede hacer el Estado para evitar que estas organizaciones se instalen acá?Se debe utilizar métodos de Inteligencia para detectar dónde están acomodándose, cómo llegan, quiénes son sus contactos, dónde están los focos de corrupción. Además que los presos de estas bandas estén completamente aislados de los presos comunes o de otras bandas bolivianas, para evitar que surjan estas alianzas.¿Cuáles son las diferencias entre Bolivia y Brasil en cuanto a seguridad ciudadana?La seguridad en Brasil es el resultado de décadas de desinterés y engaños. Se apostó por el control del crimen, mediante el uso de armas y grupos policiales sin orientar, controlar, trazar metas y exigir resultados.Los policías deberían ser mejor remunerados, mejor entrenados y mejor aceptados por el Estado y la sociedad. Pero al contrario, ellos trazaron sus propios caminos, muchas veces encubriendo a criminales, violando poblaciones débiles.Creo que en Bolivia pasa algo similar, aunque en áreas rurales, lo que es más peligroso ya que estas situaciones de criminalidad se sitúan lejos de las autoridades, los estudiosos, formadores de opinión y medios de comunicación.Muchas veces el Estado acepta y se convierte en socio de formas de explotación. Pronto esto puede derivar en que el crimen ocupe más actividades y territorios. Es posible que luego el Estado no pueda entrar en ciertas zonas si su presencia no interesa a quienes las dominan, como ocurre en favelas brasileñas en el que un número grande de criminales somete a la población local, impone sus reglas y no reconoce otra autoridad.Parece que la delincuencia siempre crece sin importar lo que se haga, ¿esto es así o es una impresión equivocada?No es una impresión equivocada. Todo indica que el crimen aumentó, que cada vez más las personas recurren al crimen para resolver sus conflictos, sus deseos y necesidades, como si fuera una forma de comunicación entre partes en la que una tiene la fuerza y la otra debe someterse.Incluso los Estados recurren al crimen para imponer su voluntad, someter a personas y poblaciones.¿Cómo ve el hecho de que las policías de Bolivia y Brasil hagan operativos conjuntos y mantengan una comunicación fluida?La cooperación internacional es esencial para reducir las oportunidades de los traficantes, no es suficiente, pero es útil.Entonces ¿qué se debe hacer para frenar el crimen?Creo que la perspectiva de control del crimen debe transformarse casi por completo porque se utiliza la misma desde hace décadas, tal vez siglos, sin resultados positivos.No hay integración, no se llega a todos los sectores de la sociedad. Al contrario, el actual sistema garantiza la impunidad para ciertos sectores.¿Cree que una solución es la legalización de ciertas drogas, como algunos consideran?No creo que en América Latina se legalice ninguna otra droga que no sea la marihuana, y al legalizarla no habrá diferencias significativas en los próximos 10 años. Hay muchas otras drogas a las que los delincuentes recurrirán, sólo cambiarán sus estrategias.No habría un tráfico tan grande como el que existe si no estuviera apoyado en una enorme corrupción. Por otra parte, la llamada guerra de las drogas tiene resultados muy negativos, no redujo el consumo de estas sustancias en la población, al contrario, causó muerte. El Estado debe revisar estas políticas.¿Existe entonces una fórmula mágica para frenar la violencia y el crimen?No, pero sí es posible con el trabajo conjunto de varias organizaciones, agencias del Estado, medios de comunicación y sociedad. Debe haber una actuación sintonizada.No obstante, hablando de las drogas, llevará décadas minimizar su presencia en la memoria de la sociedad mundial. Puede ser que tomen otro rumbo o se agote el interés que despiertan en millones de personas y sean sustituidas por otras cosas.HOJA DE VIDAEstudios  Estudió en el Colegio Sao Paulo y en la Universidad Católica de Río de Janeiro.Trabajo   Fue profesora de Criminología en la Universidad de Río de Janeiro, maestra en Derecho y Desarrollo de la Universidad Católica de Río de Janeiro y secretaria nacional de Justicia (1999-2003).Página Siete / Sergio Mendoza  / La Paz