Los atropellos cometidos por el régimen gobernante contra los indígenas del TIPNIS en 2014 se convirtieron en el punto de partida del creciente deterioro de la imagen y la popularidad del “proceso de cambio”, pues ese episodio sirvió para quitarle la máscara ecologista e indigenista a un gobierno que parece tener un solo objetivo en mente: la extensión ilimitada de los cultivos de coca, que lamentablemente contribuyen a incrementar el narcotráfico y la violencia en el país. El Gobierno decidió suspender su proyecto de construcción la carretera que partía en dos una de las reservas naturales más importantes del país, porque se dio cuenta del gran daño que le provocó a su poder de convocatoria. Eso se comprobó en las urnas dos años después, en el referéndum del 21 de febrero de 2016. Nadie se explica por qué el oficialismo insiste en “hurgar los petos” con el TIPNIS, cuando el objetivo es conseguir la perpetuidad y eso exige un aceptable nivel de popularidad. Aquello prueba que las verdaderas prioridades son otras y que los métodos en mente para mantenerse en el poder serán distintos.
Fuente: eldia.com.bo