Prohibido «educar» a palos

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Richard Arispe Carrasco

Las disposiciones de Ley Niño, Niña y Adolescente prohíbe a los padres educar a los infantes como en antaño con golpes o castigos físicos, adiós a los “cocachos”, tirón de orejas, “guasca” y palmadas.



Según la nueva legislación esto es contraproducente para la autoestima como para el nivel de aprendizaje de quien es sometido a estos extremos de la conducta paternal, los cuales podrían ser sancionados con 4 años de cárcel o más dependiendo de la “tunda”.

Antes los niños éramos sometidos a diversos tratos que rayaban en lo extremo sin que nadie pueda intervenir en el modo como ambos padres educaban a sus hijos en el entendido que ellos tenían derechos y casi la propiedad de sus hijos, además que decir algo al respecto era minar la autoridad de los padres frente a los hijos. Es más los padres entregaban a los hijos a los profesores “nalgas y todo”, con lo que le traspasaban el derecho de educar a palos en el entendido que en Bolivia la letra entra mejor con sangre. Hoy también estos colegios católicos “militarizados” están desapareciendo pero la gente sabe que se recibe excelente instrucción por ello las largas filas a inicio de gestión.

Lo curioso es que mi generación, la denominada X, nos hemos convertido en la última generación maltratada y castigada por los padres y hoy somos la primera generación maltratada y golpeada por los hijos. Hoy los hijos tienen mejores cosas que los padres, incluso un mejor celular y en su cuarto tienen de todo, nosotros ni cuarto teníamos. Hoy les preguntamos a los hijos ¿Qué quieren comer? ¿Dónde quieren comer?, digo, ¿Cuándo nos preguntaron eso a nosotros? Nosotros comíamos lo que había y no podíamos exigir, se comía lo que había en la cantidad que nos daban y punto.

Hoy los hijos no quieren ropa que no sea de “marca”, marca era lo que nosotros llevábamos en las nalgas y en los morocos del cable de la plancha. Además el hijo mayor era el único que estrenaba ropa, los demás teníamos que ponernos lo que iba dejando, incluso los zapatos eran cortados en la punta para que podamos seguir usándolos. Estrenábamos ropa 3 veces al año, navidad, día del niño y tu cumpleaños, lo demás era remiendos y más remiendos.

Después de vivir así con muchas limitaciones económicas y el cuidado “especial” de nuestros padres, creo que no hemos salido malas personas, ahora preguntémonos ¿Qué generación estamos creando con las nuevas leyes y normas? Deberíamos encontrar un punto de equilibrio tanto en las leyes como en el hogar, porque conocido es que los extremos siempre son malos. Los berrinches y malas caras a los progenitores son más frecuentes e incluso algunos los han llevado al salón velatorio antes que la vida expire.

Debemos educar para respetar la vida, no la plata.

Fuente: Facebook de Richard Arispe Carrasco