En un Galaxy S8 o en un Note 8, la incompetencia de Bixby es algo secundario (por el momento). Pero en un altavoz inteligente, cuyo único método de interacción es la voz, todo cambia. No importa que sea el más atractivo, el que mejor se comunica con otros dispositivos o el más invisible; si la base no es sólida, todo lo demás se viene abajo inevitablemente. Y eso es justo lo que ocurriría si Samsung, a día de hoy, lanzase un altavoz inteligente.
Cabe la posibilidad de que dicho altavoz aterrice con una versión mejorada de Bixby, pero eso supone un reto de gran envergadura. Desarrollar un asistente virtual es costoso y requiere mucho tiempo; y viendo la trayectoria de Samsung en el campo de los asistentes virtuales, es difícil ser optimista sobre la velocidad con la que podrán recortar distancias respecto a los grandes del sector.
Además: mientras Samsung se centra en hacer bien lo básico, sus principales rivales ya se centran en expandir el negocio con nuevos idiomas, acuerdos comerciales e integración en dispositivos. Un problema extra que no hace más que dificultar el camino de la compañía.Fuente: https://hipertextual.com
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