Muere sacerdote Óscar Uzín, gran teólogo boliviano

El sacerdote dominico Óscar Uzín Fernández falleció ayer en Cochabamba. Nació en Oruro en 1931.

Cursó el seminario en la ciudad de Boston y se ordenó como sacerdote diocesano un 29 de enero de 1961. Tres años después ingresó en la Orden de los Predicadores, como se llama la de los dominicos, habiendo sido aceptado en la Provincia de Chicago. Dedicó cuatro años más a estudios teológicos y filosóficos en Estados Unidos y volvió a Bolivia formando parte del grupo que fundó el Instituto Boliviano de Estudios y Acción Social, Ibeas, en La Paz.



En 1972, sorprendió con su novela “El ocaso de Orión”, ganadora del Premio Nacional Erich Guttentag.

En 1974, se trasladó a Cochabamba, donde desarrolló una fructífera labor como docente universitario, predicador y narrador. Fue acá donde escribió y publicó su segunda novela “La oscuridad radiante”. Si en la primera abordó la cuestión del celibato y el compromiso religioso, en la segunda se aventuró por los dilemas morales y religiosos del compromiso social.

Parte de su labor pastoral la realizó en Los Tiempos, donde publicó una columna semanal de reflexiones e interpretaciones del evangelio, hasta que la enfermedad le impidió continuar, dejando un vacío que hasta ahora no ha sido llenado en estas páginas, que se enorgullecen de haberlo contado entre sus colaboradores. Esa obra está reunida en Reflexiones Dominicales.

En mayo del 2007, la Universidad Católica Boliviana le otorgó el grado de Doctor Honoris Causa y publicó un libro que recoge sus enseñanzas teológicas y morales: “Sinópticos”.

El  velorio del sacerdote se realiza en la casa de los Oblatos, ubicada en la calle Colombia casi Ayacucho.

 

GRATITUD

Publicaciones y reflexiones

En 1990, publicó sus memorias “Luz de Otoño”. Ahí narra su vida y reflexiona sobre su tiempo. “Soy quien soy porque así me ha formado mi historia personal”, relató.

 

Escribió: “Soy una mezcla de errores y aciertos. Pero cuando pongo todo en la balanza, sé que el resultado es positivo, y creo no engañarme al verlo así. Y este resultado me da un profundo sentimiento de gratitud”.  Un sentimiento que, seguramente, acompaña a todos los que lo conocieron, expresó ayer el analista Roberto Laserna.

 

En una reflexión dominical relievó el debate entre la riqueza del ser y del tener: “Bienaventurados los pobres en espíritu, la humildes, los mansos, los bondadosos”, distinta de aquellos que viven sólo para “tener”, actitud conforme a los principios que rigen el mundo actual.

 

Fuente: lostiempos.com