Clavados no en un bar, en el celular

Hernán Cabrera MarazEx- Defensor del PuebloSábado 19 de mayo, hora 14:00 a 15:10, plaza principal “24 de Septiembre”, lo espeluznante y la realidad. Una tarde de sol y con un surcito entre medio, un tiempo para disfrutar de cada hoja que el viento mecía, pero los ojos se volcaban.De cada diez personas, siete conectados entre sí y ajenos a la realidad. De esos siete hombres y mujeres, el tiempo no transcurre alrededor suyos, sino en sí mismos. Cabizbajos, con los ojos clavados en el aparatito, encorvados, inclinados, ausentes, distantes.No se trata de zombis, ni almas en pena, ni nada por el estilo. Son personas, en su mayoría jóvenes, plenos de vida, de energías, vivos, que vienen desgastando sus existencias mientras caminan sin rumbo y como autómatas, acompañados de audífonos y de un celular en sus manos.Es normal lo que viene sucediendo, dirán muchos. Se trata ahora de estar al día con la tecnología o que no te pateen los adelantos tecnológicos, nos encaran. Solos en medio de la gente, soledad en la multitud, así transcurre la vida de cientos de cientos de personas, tanto en Santa Cruz de la Sierra, como en La Paz, Cali, Moscú, Lima, Santiago, Valencia, etc. El ajetreo de las horas, el stress, el miedo, los cambios han hecho que nos cobijemos y nos dejemos abrazar y llenar con el Galaxy, o Smarphone… Mi mirada se centraba en los rostros y en los gestos de la gente que estaba concentrada en la Plaza principal y de quienes hacían su paso a la apurada, algunos atropellando, salvando obstáculos como adivinando, y ¿por qué? Porque la mayoría de esas personas se movían y existían en función del aparato celular que tenían entre la mano izquierda o derecha. Parafraseando a Descartes: “Me conecto, y luego existo”.Muchos ya se adelantaron, Orson Wells, Einstein, Lehm, Asinov, para advertirnos que el ser humano no iba a gobernarse a sí mismo, era una máquina más dependiente de otras, quizás más inteligente y superdotada, como es el maravilloso celular en sus diferentes versiones y marcas. Ahora ese aparatito es dueño de las vidas de millones de personas, les programa, les apura, les divierte, les comunica, les engaña, les planifica, les adelante o retrasa la vida, en fin, ahí está el ser humano dependiente en vivo y directo de ese medio de comunicación, que tiene entre sus cinco dedos. Tampoco se trata de ir contra los cambios y los adelantos de la tecnología y de la comunicación, hay que enfrentarlos, pero en eso lo que planteó ya Aristóteles y Confucio: el punto intermedio, el del equilibrio y no en los extremos, y lo que ahora vivimos y nos estamos conduciendo es a rozarnos con esos extremos de mucho riesgo: despojarnos de calidez, respeto, amor, amistad, compañía, para conducirnos a la frialdad, a la soledad, a la angustia y a la desesperación.De ahí, que mientras caminaba por la Plaza Principal, les decía con el pensamiento a todos ellos y a ustedes que seguramente podrán leerme. Si tan solo alzaras la mirada por un instante, disfrutaras de detalles y de alegrías inmensas, verías los ojos de una niña, el rostro de un abuelito, las hojas de los árboles, los ladrillos de la catedral, o escucharías el cantar de los pajaritos, el susurro del viento, el grito de una ventera, si eso, si tan solo alzaras los ojos, esos ojos quedarían agradecidos, y no estar clavado en el celular. Si tan solo, ese par de ojos y ese par de oídos se proyectaran, sentirás que tu vida sería más hermosa, más plena, más rica.Hernán Cabrera MarazEx- Defensor del Pueblo