Heroína, marihuana y LSD: las drogas favoritas del Hollywood clásico

Secreto a voces y pesadilla de los grandes estudios, esta es la historia de cómo las estrellas de la meca del cine descubrieron su adicción a todo tipo de sustancias.

Marilyn Monroe

El viejo Hollywood no fue un lugar especialmente virtuoso en sus costumbres. En los locos años 20 las drogas se introdujeron en sus desenfrenadas fiestas y en los camerinos. La prensa se encargaba de untar a los empleados de servicio de las estrellas para que les chivaran todo tipo de vicios. El New York Journal alertó en sus páginas: “Cuando las personas pasan en pocas semanas de la pobreza a la riqueza, su equilibrio mental no siempre está a la altura de las tensiones. De repente se encuentran en posesión de dinero y lo gastan de forma extravagante. Puede que se embarquen en fiestas salvajes o que recurran a otros medios de relajo o estímulo. Desde que llegó la prohibición, aquellos que no habían podido acaparar bebidas volvieron los ojos a otras fuentes de excitación. Los traficantes de drogas ilegales encontraron en Holywood un mercado propicio”. En la década de los 30 el Código Hays, creado por un oscuro individuo llamado William Hays y apodado ‘el Zar’, fue letal para la libertad de expresión en Hollywood. Entre muchas de sus fechorías, diseñó un Libro Negro con 117 nombres de Hollywood no recomendables por su su vida nada ejemplar y su adicción a las drogas. La privacidad ya no importaba para este iluminado, sus secuaces y los temerosos jefes de los estudios, entre ellos Adolph Zukor, fundador de Paramount Pictures.A pesar de su inmenso poder, Zukor fue incapaz de parar un rumor que pronto se convirtió en exclusiva y en un auténtico bombazo: Wally Reid, estrella de la casa, había ingresado en un sanatorio en marzo de 1922. Fue el primer drogadicto declarado. Paramount habló a la prensa de “agotamiento” del actor, pero su mujer Florence confirmó que Reid estaba ingresado por su adicción a la morfina, que había conocido dos años antes, en el rodaje de la película Forever (1921). Un actor con muy buena planta llamado ‘el conde’ le había aconsejado la morfina para combatir el agotamiento. Todo el resto de ese año el actor lo pasó encerrado en una celda de aquel sanatorio. Murió allí enero de 1923 y con solo 30 años.

Barbara La Marr

La muerte de Reid hizo saltar las alarmas entre los drogadictos de Hollywood, que tomaron todas las precauciones necesarias para nos ser pillados. ‘El conde’ seguía pasando morfina a estrellas de entonces como Alma Rubens, Mabel Normand, Juanita Hansen o Barbara La Marr, una bellísima mujer conocida por Los tres mosqueteros (1921) y que le daba a todo: morfina, heroína, opio, cocaína… Hasta que una sobredosis se la llevó en el 26 con solo 26 años. El estudio achacó su muerte a “una dieta demasiado dura”. La Marr también era adicta a los hombres, que coleccionaba. Gracias a la cocaína, dormía solo dos horas diarias y el resto lo dedicaba a sus fiestas y a cientos de amantes. Como recuerda Kenneth Anger en su famoso libro Hollywood Babilonia, La Marr era famosa por guardar una cocaína de excelente calidad en una cajita dorada que tenía encima de su fastuoso piano de cola. Su opio era famoso, el mejor de ciudad.Otra clienta de ‘el conde’ fue la estrella Juanita Hansen, famosa por las películas de Mack Sennett. Tras un loco fin de semana regado en alcohol, Juanita recibió en su casa al famoso camello, que le animo a probar, gratis, su material. Heroína de primera calidad que consumió en el acto. Le gustó tanto que pidió más. En pocos meses, Juanita era detenida y encarcelada por drogadicta por culpa de una desafortunada carta que le mandó a un médico para pedirle consejo por su síndrome de abstinencia. No murió por su adicción, pero fue el fin de su carrera.

alma rubens

Alma Rubens tuvo menos suerte. Se enganchó completamente a la heroína, sólo vivía para lograrla e inyectársela. Un 26 de enero de 1929, Alma fue vista corriendo como una poseída por Hollywood Boulevard. Dos hombres la seguían y ella gritaba a los transeúntes diciendo que la querían secuestrar. Al llegar a una gasolinera, apuñaló a uno de ellos por la espalda con un cuchillo que llevaba escondido. El apuñalado era un conductor de ambulancia; el otro hombre, su médico personal. Los dos la perseguían para atraparla e ingresarla en un sanatorio privado en el que intentarían desengancharla. Tras pasar por el Hospital general de Los Ángeles y el del Estado de California para enfermos mentales, fue dada de alta. Pocos meses después fue detenida por posesión de 40 ampollas de morfina. Murió días después con solo 33 años.

Bela Lugosi

Bela Lugosi, que también fue víctima de la morfina, fue incinerado, por decisión propia, con su capa de Drácula. Sus brazos estaban cosidos a pinchazos y Frank Sinatra pagó su funeral, al que asistió Peter Lorre, también adicto a la morfina. El origen de la adicción de Lugosi venía de la I Guerra Mundial. Allí, en el frente y como teniente de infantería, conoció la morfina y su efecto relajante. Dos años más tarde llegó a Estados Unidos para interpreta al conde Drácula en Broadway. Hizo del famoso vampiro sobre las tablas durante tres años y nueve más tarde le llegó su gran oportunidad con la película sobre el conde que rodó Tod Browning. Cobró una miseria por el papel principal. El resto de su carrera fue pura decadencia, como tan bien reflejó Tim Burton en Ed Wood (1994).

mesilla marilyn monroe drogas

Los sonmíferos también fueron una droga favorita entre muchas actrices y acabaron con la vida de Carole Landis, Abigail Adams, Lynne Baggett o Laird Cregard, pero sin duda la más famosa de ellas fue Marilyn Monroe. Murió por sobredosis de Nembutal, pero era adicta a todo: alcohol, somníferos, tranquilizantes… Sus últimos días, rematados siempre con esa leyenda de un asesinato ordenado por los Kennedy, fueron tremendos. Muestras de sus órganos para la autopsia fueron destruidas y no pudieron hacerle las pruebas toxicológicas. Acababa de ingresar en la clínica Payne Whitney sin saber que iba a ser encerrada en un cuarto de aislamiento destinado a pacientes seriamente perturbados. Algunas de sus últimas palabras fueron para su amigo Peter Lawford: “Dile adiós a Pat (su publicista), al presidente y adiós a ti porque eres un chico muy agradable”. 

robert mitchum

Y aunque la hierba se convertiría en la reina de las drogas en los sesenta con la contracultura, el viejo Hollywood también coqueteó con ella, como documenta L.A. Confidential (1997). Muy comentado fue el arresto de Robert Mitchum por posesión de marihuana la noche del 31 de agosto de 1948. Mitchum, que tenía que aparecer al día siguiente en la escalinata del Ayuntamiento de Los Ángeles para inaugurar la Semana Nacional de la Juventud, aceptó, con su rictus habitual, una condena de dos meses en la trena. Y aunque para muchos eso significaba el fin de su carrera, nada de eso sucedió. El magnate Howard Hughes, amo y señor de RKO, compró a David O. Selznick su contrato exclusivo por más de 200.000 dólares de la época.

Cary Grant

Otra droga que pertenece ya al llamado Nuevo Hollywood de los sesenta es el LSD. Pero tuvo su pionero en todo un blasón de la edad dorada de los estudios: Cary Grant. El LSD fue descubierto por Albert Hofmann en 1943 mientras trabajaba en los Laboratorios Sandoz en Suiza. Los primeros que lo probaron en Hollywood, en 1957, fueron el compositor André Previn, el escritor Aldous Huxley y los actores James Coburn y Cary Grant, que pensó que la nueva droga acabaría o mitigaría su diagnosticado “desapego emocional prolongado”. Su carrerón vital era de traca: una madre perturbada e ingresada en un hospital psiquiátrico, un padre que lo abandonó, vida errante en un circo, tres matrimonios fallidos, secretas relaciones homosexuales con un sinfín de hombres… Afortunadamente, la droga favorita de Grant lo ayudó y la estrella siempre reconoció a los más cercanos que el ácido le había hecho mucho bien.Todo esto sin hablar del alcohol, la droga más barata y usada siempre en Hollywood. ¿Famosos adictos? W. C. Fields, Montgomery Clift, Humphrey Bogart, Spencer Tracy, Errol Flynn, David Niven, Richard Burton, Peter O’Toole, Judy Garland, Ava Gardner, Liz Taylor, Vivien Leigh, Rita Hayworth… La lista es interminable pero, como se suele decir, esa es otra historia.Fuente: revistavanityfair.es