Un escándalo muy inglés: el intento de asesinato de Norman Scott por su amante, el líder liberal Jeremy Thorpe


Una serie de la BBC con Hugh Grant como protagonista ha devuelto el interés por el “caso Thorpe”. En 1976, acusaron al líder del Partido Liberal del intento de asesinato de su amante.

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En uno de los capítulos de Ma’am Darling, su alucinada biografía de la princesa Margarita, Craig Brown se inventa un reportaje de la revista Hola! sobre la hermana de Isabel II y el que fue presidente del Partido Liberal, Jeremy Thorpe. “Lord Thorpe y Su Majestad La Princesa Margarita, Lady Thorpe, nos reciben en su preciosa casa”, se chotea Brown. Es un titular que sin duda le habría gustado leer al político, que de niño había anunciado a sus compañeros de Eton que se casaría con la princesa. Sin embargo, sería finalmente su amigo Antony Armstrong-Jones, lord Snowdon, el que en 1960 se desposaría con la hermana de la reina. Snowdon quiso entonces que Thorpe fuese su padrino de bodas, pero esa fue una fotografía en el Hola! que tampoco tuvo el futuro líder de los liberales británicos. Recabando información sobre él, los servicios secretos se habían enterado de sus aventuras con otros hombres y en el palacio de Buckingham consideraron que el suyo era un nombre que no convenía relacionar con el del ya de por sí extravagante Antony Armstrong-Jones. Al final, el novio tuvo que caminar hasta el altar de la abadía de Westminster acompañado del irreprochable doctor Gilliatt.La homosexualidad de Jeremy Thorpe frustraría también el otro sueño que acariciaba desde niño: convertirse en el primer ministro del Reino Unido. Era hijo de un diputado conservador, John Henry Thorpe, y de Ursula, una tremenda mujer conocida por llevar monóculo que alentó las ambiciones políticas de su hijo y de la que Jeremy heredó su vanidad y un don para la música. Con 38 años, consiguió la presidencia del partido liberal. Pero Thorpe escondía un secreto. En 1976, dos años después de haber logrado el mayor éxito electoral de la historia su partido y rozar el gobierno en coalición con los Tories, Norman Scott, uno de sus amantes, le acusó de haber intentado asesinarle. El liberal no tuvo más remedio que dimitir como líder de su partido tras casi diez años en el cargo. El juicio se señaló con posteridad a las elecciones generales para no condicionar los resultados, pero aún así Jeremy Thorpe perdió su escaño en la misma votación que se saldó con la victoria de Margaret Thatcher. Y aunque finalmente resultó absuelto, su carrera jamás se recuperó del escándalo. Murió en 2014 después de una larga y penosa lucha contra el Parkinson.

Jeremy Thorpe fue elegido líder del Partido Liberal en 1967

Estos fueron los hechos que detuvieron el camino de Jeremy Thorpe hasta el número 10 de Downing Street. El 24 de octubre de 1975, Norman Scott, un ex modelo al que el diputado liberal había conocido quince años atrás, se reunió con un tal Peter Keene en Combe Martin, un pueblo cerca del Parque Nacional de Exmoor, al sudoeste de Inglaterra. El misterioso hombre le había abordado una semana antes con el cuento de que le habían enviado para protegerle de un sicario canadiense. Se trataba en realidad de Andrew Newton, un piloto de aviones al que, según confesó más adelante a un periódico de Londres, “un destacado liberal” había pagado 5.000 libras para que liquidara a Scott. El ex modelo le creyó porque acababan de pegarle una paliza y accedió a montarse en su coche. Llevaba con él a su gran danés, Rinka. A Andrew Newton le aterrorizaban los perros…Al cabo de un rato conduciendo erráticamente, el sicario detuvo el coche en el arcén y le pidió a su copiloto que le sustituyera al volante. Norman Scott y Rinka le hicieron caso y se bajaron del vehículo. Un disparo seguido de un ladrido rasgó la noche en el parque de Exmoor: Newton le había pegado un tiro en la cabeza a la perra. Después, intentó hacer lo propio con su dueño, pero la pistola falló y se dio a la fuga. Norman Scott quedó abandonado en la carretera hasta que por fin un coche le recogió. La policía pronto arrestó a Andrew Newton, aunque a Scott no quisieron creerle cuando dijo que había sido Jeremy Thorpe quien lo había organizado todo. El piloto declaró que Scott le chantajeaba y que había matado a su perro solo para asustarle. Le condenado a dos años de prisión. Pero la cuerda que haría caer a Thorpe había empezado a tensarse.Al año siguiente, durante un juicio por fraude a la seguridad social, Norman Scott acusó a su ex amante de haber organizado su asesinato. Poco después, Andrew Norton salió de prisión y contó en un periódico que Jeremy Thorpe le había pagado para disparar no a Rinka sino a Scott. Scotland Yard y la prensa se pusieron tras la pista de sus declaraciones. La investigación terminó involucrando en el caso a David Holmes, ex tesorero del Partido Liberal y padrino de bodas de su presidente, y al propio Jeremy Thorpe, que dimitió cuando en los periódicos empezó a hablarse de su relación con Norman Scott. El 8 de mayo de 1976, compareció en la corte penal de Old Bailey acusado de incitación e intento de asesinato.

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Thorpe

Jeremy Thorpe y Norman Scott se habían conocido en 1960 en los establos de su amigo Norman Vater. Scott tenía 20 años y Thorpe había sido elegido miembro del parlamento el año anterior. Durante una visita a su amigo, se fijó en el apuesto mozo de cuadra y le prometió ayuda si alguna vez se veía en apuros. Un año después, Scott se presentó en el parlamento británico para cobrarse el favor: su jefe le había despedido  y había tenido que ingresar en un psiquiátrico por culpa de una crisis nerviosa. No tenía casa, ni empleo. El diputado aceptó ayudarle. Le consiguió algunos trabajos, le pagó anuncios en la revista Country Life para que le llamaran de otros, compró pijamas de su talla en Bond Street e incluso le dio alojamiento en casa de su madre. Fui allí donde, según Scott, empezaron a acostarse juntos.No era la primera vez para Jeremy Thorpe. Por su cama pasaron camareros, cirujanos, chaperos, lacayos del palacio de Buckingham, políticos, aristócratas y los negros de los que se encaprichaba en sus viajes a las misiones en África. En San Francisco, estuvo liado con un activista gay, Bruno, con el que osó intercambiarse cartas escritas con el papel del parlamento británico. El FBI, que vigilaba los movimientos de aquel, puso al corriente al secretario de relaciones exteriores británico y aconsejó que a Thorpe no volvieran a concederle el visado. En el parlamento británico, sus gustos eran de sobra conocidos por muchos de sus colegas, pero no impidieron que en 1967 ganara la presidencia del Partido Liberal. Se casó con Caroline Allpass para frenar los rumores sobre su homosexualidad y, después de morir esta en un accidente de coche, con la condesa de Harewood, ex de uno de los primos de Isabel II.

Jeremy Thorpe

Con Scott tuvo peor suerte. Cuando decidió abandonarle, el ex modelo se lo tomó muy mal y amenazó con asesinarle. Un amigo al que aquel le habló de sus intenciones se chivó a la policía y el MI6 añadió el dato a la cada vez más ajetreada ficha de Jeremy Thorpe. Las cartas que la pareja se había intercambiado, y en las que llamaba “conejito” a Scott, pronto se convirtieron en una amenaza para su carrera. El político entendió que, para seguir medrando en Whitehall, necesitaba borrar su pasado. La homosexualidad había dejado de ser delito en 1966, pero desde luego todavía era un obstáculo para ser primer ministro.Decidido a zanjar el asunto, Thorpe le pidió 20.000 libras a sir Jack Hayward, un millonario de Bahamas benefactor del Partido Liberal, para costear los gastos de las elecciones de 1974. Según declaró en el juicio Peter Basell -el compañero de partido que negoció el crimen de Scott en su nombre-, Thorpe usó sin embargo el dinero para pagar el asesinato de su amante. Matarle no sería peor que “disparar a un perro enfermo”, citó a Jeremy Thorpe. No le hizo falta ser el marido de la princesa Margarita para que el juez encargado del caso considerara a Norman Scott poco más que eso. Salió absuelto, pero ya había pasado a la historia como el primer miembro del parlamento británico acusado de un crimen de sangre.Fuente: revistavanityfair.es