Croacia, un país resiliente

Alfonso CortezAlgunos dicen que “tuvieron suerte”. Otros, que “llegaron a la final a punta de empates y azarosos penales”. Un columnista del New York Times -a quien admiro y respeto- escribió que en la semifinal los ingleses tenían ante sí a “un rival mediocre”. La realidad es que los guerreros de Croacia -un paisito de un poco más de 4 millones de habitantes-, liderados por un hijo de refugiados (Luka Modrić), jugarán la final de la Copa del Mundo frente Francia -la favorita y campeona en 1998-, y que junto a Alemania, es la locomotora de la Unión Europea. Exceptuando a Uruguay, todas las selecciones campeonas representan a países con más de 40 millones de personas.Si uno escarba lo que hay debajo del uniforme deportivo, entenderá lo que puede haber en la piel de un pueblo resiliente. Este país es uno de los 6 de la antigua Yugoslavia, que por causas políticas, económicas, culturales, étnicas y religiosas, padeció una de las contiendas más sangrientas y fratricidas que se tenga memoria en la humanidad -la guerra de los Balcanes- que provocó el mayor éxodo de refugiados europeos desde la II Guerra Mundial. La resiliencia es un proceso por el cual las personas tienen la habilidad de adaptarse a situaciones traumáticas, sobreponerse y ser capaces de seguir adelante. Y esta capacidad, parece estar en el ADN de este batallón de soldados, de camiseta cuadriculada roja y blanco.En octavos, remontaron el partido con Dinamarca, que ya perdían a los 55 segundos. Su capitán falló la pena máxima, al finalizar el segundo tiempo suplementario. Avanzaron a cuartos, tras una dramática tanda de penales. En cuartos, con Rusia -también comenzaron perdiendo-, empataron el partido y lo remontaron en el primer tiempo extra. Faltando 5 minutos para finalizar, el anfitrión los empató y fueron -nuevamente- a los penales. Eliminaron al dueño de casa con el último disparo, para pasar a su segunda semifinal en su corta historia mundialista. En 1998 -en su primera participación tras la desintegración de Yugoslavia-, obtuvieron el tercer lugar, detrás de Francia y Brasil. Fueron la sorpresa del torneo, y Davor Šuker fue bota de oro con 6 goles.En esta semifinal contra Inglaterra -para no perder la costumbre-, comenzaron perdiendo con un gol de vestuario. Recién, a los 68 minutos, logran empatar y forzar su tercera y agotadora prórroga. Cuando parecía que se encaminaban a una tercera definición por penales, un zurdazo de su centrodelantero los mete en la Final de la Copa, que podría tener un campeón inédito.Mucho se ha hablado que su presidente, Kolinda Grabar-Kitarović, viaja en vuelos comerciales, paga sus pasajes, pide licencia sin goce de haberes, baja de la gradería al vestuario y se empapa con el sudor de sus jugadores, generando esa sensación de “complicidad”, trabajo en equipo y unidad en torno a conquistas colectivas. También, se ha dicho que con Iva Olivari -manager-, tienen a la primera mujer que se sienta en un banco de suplentes. Asimismo, se especula que -si algo de objetividad existe en la FIFA-, el balón de oro debería ser para Luka Modrić, un pequeño e incansable atleta que marca, triangula, pivotea, genera juego, se apodera del balón en el medio campo y es el cerebro del equipo.Lo que no se ha dicho es que más de la mitad de los futbolistas croatas ya estuvieron en la anterior copa del mundo y llegaron a cuartos de final. Trece de ellos llevan más de 4 años como base del equipo. Croacia es un país con 120 mil futbolistas registrados -infantiles, juveniles y profesionales- lo que representa un sorprendente 3% de su población, que supera al 1% brasileño, el -supuesto- país más futbolero del planeta.Croacia nunca le ha ganado a la poderosa Francia. Es más, quizás el domingo tampoco lo haga. Lo que sí es seguro es que las piernas de estos guerreros no sentirán el gasto de haber jugado tres prorrogas seguidas y se sobrepondrán a las adversidades. Quizás -técnicamente-, no estén a la altura de los galos, pero nadie puede negar que tienen un corazón tan grande como todos los Balcanes.Alfonso Cortez