Un año después de las detonaciones y después del sobreseimiento del único detenido por falta de pruebas, queda medio centenar de sobrevivientes -la mayoría sordos y ciegos- que aún esperan la ayuda prometida y piden justicia.
Página Siete / Leny Chuquimia / La Paz
Desde atentado hasta crimen pasional fueron las hipótesis que planteó y descartó la Policía sobre las explosiones en Oruro, el pasado Carnaval, que dejaron 12 muertos. Un año después y después del sobreseimiento del único detenido, las investigaciones se archivan sin ningún resultado. Queda medio centenar de heridos que aún esperan la ayuda prometida y piden justicia.
El viceministro de Régimen Interior, José Luis Quiroga, oficializó el miércoles que el caso ha sido archivado. “Lastimosamente en la fase procedimental de la investigación y la fase preparatoria del juicio no se ha podido fundamentar una acusación. Ello ha significado que el proceso sea archivado”, declaró la autoridad.
“No hay sospechosos, no hay nada. El caso está en cero. Con el sobreseimiento de nuestro sobrino (Juan Carlos Herrera), el supuesto nexo familiar se ha descartado. Nos han acusado injustamente”, dijo Edwin Gutiérrez, miembro de la familia de Ana Fernández, quien fue el centro de las pesquisas.
En el puesto de chicharrones de doña Ana se produjo la primera detonación el sábado 10 de febrero, durante la Entrada del Carnaval 2018. Dejó ocho muertos, todos familiares de Fernández. Tres días después, Martes de Ch’alla, otra explosión segó otras cuatro vidas.
La comisión policial que se creó después de los fatales incidentes dejó la investigación hace meses. No obstante, el fiscal departamental de Oruro, Orlando Zapata, asevera que las investigaciones “tomaron un nuevo rumbo”. “No diría que estamos en cero porque hay nuevos indicios que por el momento están en reserva. En realidad, las investigaciones están siendo reconducidas”, dijo.
Juan Carlos Herrera perdió en la primera explosión a su hija y a su esposa, que era nieta de Ana Fernández. Él fue el único sospechoso y estuvo preso ocho meses antes de ser sobreseído. Su abogado, Daniel Pita, sostuvo que su defendido merece resarcimiento.
“El Estado, a través del Ministerio de Justicia, tiene que asumir la responsabilidad. A Herrera le han dado muerte civil y de repente dicen que no hay pruebas y lo apartan del proceso como si nada”, argumentó el jurista.
No es el único que pide justicia. La semana pasada, miembros de la Asociación de Víctimas de las Explosiones, que aglutina a 52 personas -la mayoría quedaron sordas y ciegas- marcharon por las calles de Oruro y denunciaron el abandono por parte de las autoridades.
Las hipótesis
Accidente por explosión de garrafa, atentado terrorista, rencilla familiar, triángulo amoroso, venganza y trastorno mental fueron las hipótesis que manejó la Policía a lo largo de un año. Ninguna se sustentó
1 Una garrafa. Luego de la primera explosión, el ministro de Gobierno, Carlos Romero, sostuvo que la causa fue una fuga de gas. Apuntó a la mala manipulación de una garrafa en el puesto de comida de Ana Fernández.
El 18 de febrero, los resultados de los análisis establecieron que la detonación fue causada por un “explosivo tipo dinamita”. La carga estaba bañada en un hidrogel que es utilizado en la actividad minera. No fue un accidente.
2 Atentado. Tras la segunda explosión, el 13 de febrero, surgió otra hipótesis: “Ambas detonaciones podrían estar conectadas”, dijo entonces el ministro de Defensa, Javier Zavaleta. Mientras que el gobernador de Oruro, Víctor Hugo Vásquez, calificó el acto como un “atentado criminal”.
Apenas se supo, las redes sociales se convirtieron en un amplificador de los rumores causando temor. Expertos de Homicidios, Inteligencia y Explosivos de la Policía de La Paz se trasladaron al lugar. La investigación se amplió a la familia que tuvo más víctimas.
3 Rencillas familiares. Ocho víctimas fatales de la primera explosión eran parte del clan Fernández Gutiérrez. El primer explosivo fue instalado en el puesto de doña Ana, la matriarca, por lo que se apuntó a su familia.
Se interrogó e investigó a los parientes. Cuatro fueron detenidos y a dos se les practicó la prueba de absorción atómica para descartar la manipulación de explosivos.
4 Un psicópata. Juan Carlos Herrera -quien perdió a su hija y a su esposa (nieta de Ana Fernández)- fue el principal sospechoso de provocar la primera explosión. El Ministerio Público y la Policía argumentaron que sufría una psicopatía y criminal a partir de una foto de Facebook.
“Él usa en su perfil la foto de Freezer, uno de los personajes de Dragon Ball muy sanguinario, que mata a sus víctimas sin ninguna razón”, dijo entonces Miguel Ocamo, investigador de la FELCC.
El acusado se sometió a un peritaje de psicología forense. Los resultados descartaron todo problema mental. Estuvo recluido durante ocho meses hasta que fue sobreseído por falta de pruebas.
5 Un triángulo amoroso. Una pesquisa informática al teléfono de Herrera encontró mensajes y llamadas a su cuñada el mismo día de la explosión. Se habló de móviles pasionales, de un triángulo amoroso y feminicidio.
“Se ha investigado y no se halló ninguna relación sentimental. La misma cuñada ha sido apartada del caso, esa hipótesis también se cayo”, dijo el abogado Pita.
6 Venganza por infidelidad. “Hay versiones de que la menor no era hija de Herrera, ese que fue su móvil”, dijo Juan Villarroel, de la comisión de fiscales del caso. Después de la exhumación del cuerpo de la niña para la toma de muestras para una prueba de ADN se confirmó que era hija del acusado.
“Herrera ha sido beneficiado con el sobreseimiento al no hallar pruebas de su autoría. Tenemos un año para reabrir la causa en su contra. Sobre el caso en general es una investigación que no puede cerrarse por la magnitud de los hechos”, dijo el fiscal Zapata.
Herrera: “Me usaron como chivo expiatorio”
“Es un caso grande. Querían respuestas y la Policía me eligió como chivo expiatorio”, afirma Juan Carlos Herrera. Pese a que no había pruebas contundentes en su contra, él estuvo preso durante ocho meses como sospechoso de haber provocado la primera explosión fatal en el Carnaval de Oruro.
Herrera fue detenido el 29 de abril de 2018 en el centro penitenciario San Pedro de la capital del folklore y después de ocho meses de encierro obtuvo medidas sustitutivas en noviembre. Por falta de pruebas fue sobreseído hace una semana.
“Retomar mi vida no es fácil, pero siento tranquilidad por mi familia, sobre todo por mi madre. Ella sufría mucho, lloraba todo el tiempo”, dice ahora.
Cuenta que en la calle y en su trabajo -un taller de carpintería heredado de su padre- la gente que lo conoce le dieron ánimos porque confiaban en su inocencia. “Me llevaron a la cárcel porque, según ellos, fui el único sobreviviente de mi familia. Pero yo no causé la explosión, cómo iba a matar a mi esposa y mi hija”, sostiene.
Sobre Juan Carlos pesaron acusaciones que fueron desde que maltrataba a su esposa hasta que era parte de un triángulo amoroso. “Y no era así… mi esposa tenía un carácter fuerte; ella no se hubiera dejado maltratar nunca, me hubiese denunciado. Tampoco tenía problemas con nadie de la familia. Mi suegra era muy buena conmigo”, asegura.
Del día que perdió a su familia recuerda que salió con su esposa y su hijita a visitar a doña Ana, la mamá de su suegra. En el puesto comieron un chicharrón, aprovecharon que podían dejar a la bebé y fueron a comprar una chamarra.
Caminaron sin encontrar nada y su esposa decidió volver por la bebé. Apenas se separaron media cuadra cuando ocurrió la explosión. Herrera cuenta que corrió a ver qué pasaba y ya sólo encontró heridos y muertos en todas partes.
“Pasó un mes y no había culpables. Era un hecho de importancia nacional y la Policía me eligió como sospechoso, según ellos porque dejé a mi familia. No saben cuánto quise morir”.
Ahora vive con su madre y ha retomado la carpintería. Sus horas de trabajo se han multiplicado pues tiene muchas deudas por los procesos legales.
Un año sin respuesta
Ha pasado un año desde las explosiones que cobraron la vida de 12 personas y dejaron 51 heridos leves y graves. Ésta la cronología de los hechos del luctuoso Carnaval.
10 de febrero. A las 18:45 se produjo una explosión en la intersección de la calle Bakovic y la avenida del Ejército. El saldo fueron ocho muertos y más de 40 heridos. El ministro Carlos Romero afirmó que se trataba de una garrafa.
13 de febrero. Cerca a las 19:00, en la intersección de las calles Bakovic y Caro, una segunda detonación cobró la vida de cuatro personas y dejó una decena de heridos graves. La Policía dijo que se usó tres kilos de dinamita y de explosivo anfo.
14 de febrero. La Policía confirmó que la primera explosión no fue por una garrafa, sino un evento provocado. Los explosivos en ambos hecho, según los análisis, eran distintos.
15 de febrero. Cuatro miembros de la familia Fernández fueron aprehendidos. La Policía realizó la prueba de absorción atómica a dos. Pese a no haber pruebas, uno fue detenido el 29 de marzo.
22 de noviembre. Después de ocho meses en la cárcel, Juan Herrera obtuvo el beneficio de defenderse en libertad. Hace una semana fue sobreseído. El caso de las explosiones fue archivado.
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