Los cárteles de la droga rompieron todos los códigos, los niños son el nuevo blanco de sus ajustes de cuentas

La reciente masacre en Minatitlán, Veracruz, donde sicarios ejecutaron a 14 personas, entre ellas un bebé de un año, muestra que los niños se han convertido en un nuevo blanco de las organizaciones del crimen organizado en México

La imagen que se viralizó en México el 13 de septiembre, captada por el fotoperiodista Bernardino Hernández (Foto: Agencia Cuartoscuro)
La imagen que se viralizó en México el 13 de septiembre, captada por el fotoperiodista Bernardino Hernández (Foto: Agencia Cuartoscuro)

La fotografía de tres jóvenes ejecutados frente a un muro en el municipio de Coyuca de Benítez, Guerrero, en 2017 recordó a México una realidad que a juicio de muchos ha sido ignorada: los menores de edad empleados para distintas tareas dentro de las filas de la delincuencia organizada.

La muerte de un bebé de un año en la masacre de Minatitlán, Veracruz, el fin de semana y la aparición de uno más y su hermanito heridos luego de que un comando armado ejecutará a las dos mujeres con las que viajaban, en Comalcalco, Tabasco, desató el debate de por qué ahora los niños también se han convertido en víctimas de la venganza entre cárteles y grupos delictivos.



En medio de la guerra contra el narco, los cárteles respetaban de la vida de los menores de edad, pero ante el aumento en el reclutamiento y lo valiosos que resultaron para algunas mafias, los ajustes de cuentas llegan hasta ellos por igual.

Cifras proporcionadas por la Red por los Derechos de la Infancia (Redim), señalan que los niños y adolescentes que viven en zonas con alta presencia de los cárteles como los estados de Tamaulipas, Chihuahua, Sinaloa, Guerrero o el Estado de México, tienen 30% más de posibilidades de ser asesinados.

La edad de imputabilidad penal en le país aplica a partir de los 18 años, por ellos los cárteles utilizan lo más que pueden a sus jóvenes reclutas antes de que alcancen la mayoría de edad.
 

La iniciación de los menores empieza en la red de tráfico de migrantes (Foto: Archivo)

La iniciación de los menores empieza en la red de tráfico de migrantes (Foto: Archivo)

«En México por ejemplo, algunos análisis estiman que hay por lo menos 30,000 niños y adolescentes menores de 18 años que cooperan activamente con la delincuencia organizada en actividades que van desde la extorsión y el tráfico de personas hasta la piratería y el narcotráfico», destaca el informe Violencia, niñez y crimen organizado, publicado en 2015 por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Según el documento, entre los 9 y 10 años los niños empiezan a tener actividades criminales como traficantes (de drogas o armas pequeñas) o de personas. También son usados para realizar asaltos, agresiones y secuestros.

En el caso del tráfico de personas, cuando tienen esta edad los niños son los encargados de informar a los grupos criminales sobre los movimientos de la policía fronteriza y el número de migrantes que viajan en los trenes que los llevan a distintos puntos de cruce.

Desde los 12 años son usados para cuidar las casas de seguridad. Mientras que a partir de los 16 años se les encomiendan tareas más violentas, como su participación en secuestros y asesinatos.

 

En estados como Sinaloa, su participación es fundamental en la recolección de marihuana.

En estados como Sinaloa, su participación es fundamental en la recolección de marihuana.

En el tema del narcotráfico son útiles en toda la cadena de la industria: los más pequeños trabajan como vigilantes o en la recolección, los más grandes se ocupan del traslado de la droga.

Las niñas participan en el empaquetamiento de la droga.

«En Sinaloa necesitan a los chicos para esclavizarlos y hacer levantamiento de mariguana, a los niños en Guerrero los necesitan para raspar el bulbo de la amapola. El reclutamiento es automático», señaló a Infobae en su momento el director de Redim, Juan Martín Pérez.

Los otros grandes negocios

Pero también está su participación en el enganchamiento para la trata y pornografía de niñas y adolescentes a través de redes sociales, o para buscar compañía a los jefes de los cárteles.

Los menores se encargan de identificar niñas de su edad a través de redes sociales para realizar lo que Pérez llamó «selección de chicas por catálogo en Facebook». Después del tráfico de migrantes y de drogas, el tráfico de mujeres y jóvenes es el más lucrativo, señala.

 

En las redes identifican a niñas que puede ser útiles para el tráfico o pornografía infantil.

En las redes identifican a niñas que puede ser útiles para el tráfico o pornografía infantil.

«Los niños sicarios son muy pocos porque la fuerza física para activar un arma no está relacionada con un cuerpo adolescente, además son poco confiables. Para los cárteles son desechables y si los entrenas como sicarios ya invertiste en ellos. Son más útiles o explotables en la identificación de otros pares en otras tareas como informantes», destacó Pérez.

Los niños migrantes también son un activo para los cárteles. En caso de que sus familias no paguen por su rescate, son empleados por los grupos criminales para el transporte de droga, principalmente en la frontera con Estados Unidos, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Óscar Misael Hernández, investigador del Colegio de la Frontera Norte en Tamaulipas, donde el Cártel del Golfo inició con el reclutamiento de los menores de edad, señaló que en el empleo de menores se pueden identificar dos razones: el tema económico y el «ambiente familiar» que los cárteles crean alrededor de los niños.

En el caso del trafico de migrantes, ofrecen a los niños entre USD 150 y 300 por grupo, de hasta 15 personas, que ayuden a cruzar. Su participación consiste en avisar a los cárteles sobre dónde y a qué hora están ubicados los elementos de la patrulla fronteriza. Antes de entrenarlos en el oficio, tienen que aprender a vigilar.

«Para ellos ese dinero es una cantidad considerable y funciona como un gancho atractivo en la medida que se van comprando joyas, dispositivos electrónicos. Pero también ellos sienten que son parte del grupo. Forman sentido de identidad hacia una red», señaló el investigador.

 

Las manos de los niños también se usa para raspar el bulbo de la amapola. (Foto: EFE)

Las manos de los niños también se usa para raspar el bulbo de la amapola. (Foto: EFE)

Una encuesta que forma parte de una investigación del académico, reveló que en el caso de Tamaulipas, la mitad de los menores reclutados por grupos criminales ven sus actividades de iniciación como un trampolín para asumir otras de más riesgo conforme vayan creciendo.

La mayoría no tiene siquiera educación básica porque crecieron en hogares donde el ingreso familiar no rebasa los USD 274 al mes.

«Es un hecho que cada vez mueren más personas jóvenes en las filas del crimen organizado y creo que algo que se ha esquivado es que se trata de jóvenes de clase trabajadora, no son de clase media o alta y esta es una estrategia más que usan estos grupos porque saben que ante la necesidad y la vulnerabilidad son presas fáciles y el Estado está eludiendo esta responsabilidad», dijo a Infobae.

 Fuente: infobae.com