Ha fallecido uno de los artistas que ha revolucionado la música del siglo XX con canciones como ‘Garota de Ipanema’ o ‘Desafinado’.
João Gilberto falleció el sábado 6 de julio a los 88 años en su apartamento Río de Janeiro. El bahiano, que junto a Antonio Carlos Jobim fue uno de los artistas más influyentes del siglo XX, había ganado hace unas semanas una demanda contra compañía Odeon. La sentencia obligaba al sello discográfico a pagarle los royalties no abonados desde 1964. En total, más de cuarenta millones de euros, que venían a solucionar la precaria situación económica por la que pasaba y a la que se sumaban problemas familiares que enfrentaban a los hijos del cantante con su última pareja, la mozambiqueña Maria do Céu.
João Gilberto había nacido en Juazeiro, un pueblecito del estado de Bahía, en 1931. Durante su infancia aprendió a tocar la guitarra de manera autodidacta, escuchando en la radio las composiciones de sambistas como Noel Rosa, Wilson Batista o Haroldo Barbosa, interpretadas por las estrellas de la época como Orlando Silva, Francisco Alves o Carmen Miranda. De hecho, aunque su obra siempre se asocia con el jazz y la modernidad, Gilberto dedicó su vida a rescatar antiguas canciones del repertorio de los años treinta y cuarenta para interpretarlas con su particular estilo, caracterizado por una delicada cadencia vocal y una inimitable “batida” de guitarra.
Se você dizer que eu desafino….
En un primer momento, Gilberto trabajó con Jobim como músico de sesión pero, en 1958, surgió la oportunidad de grabar un disco de 78 revoluciones por minuto. Los temas elegidos fueron Bim Bom y Chega de saudade, composición de Antonio Carlos Jobim y Vinícius de Moraes que Gilberto ya conocía por haber participado como músico en la grabación que había hecho Elizeth Cardoso un año antes. La versión de João Gilberto, sin embargo, resultó tan innovadora y diferente a la de la diva brasileña, que su Chega de saudade se considera la piedra fundacional de lo que sería la bossa nova, si bien ese término aún tardaría cierto tiempo en ser acuñado.Aunque esa “nueva forma” de tocar resultaba desconcertante para muchos oyentes brasileños, los ejecutivos de Odeon decidieron seguir apostando por João Gilberto. Cuando le propusieron grabar otro disco de 78 rpm el bahiano aceptó y dobló su apuesta. Eligió un tema propio, Ho-ba-la-la, y una composición de Jobim y Newton Mendonça que rompía todos los esquemas de la época: Desafinado.Caetano Veloso no olvida la primera vez que escuchó ese tema. “Tenía 17 años. Un compañero me dijo en el instituto que había un tipo que, mientras la orquesta iba para un lado, él cantaba hacia el otro, todo desafinado. ‘Y como a ti te gustan las cosas locas, creo que te va a gustar’. Me llevó a un club que había en Santo Amaro y me mostró la grabación de João. Me quedé sin palabras”. Todo Brasil se quedó sin palabras. Desafinado era una composición inusual en todos los sentidos. La letra hablaba de amor pero apelando a objetos cotidianos como la cámara Rolleiflex, el ritmo no era el habitual del samba, los arreglos de cuerdas estaban afinados pero sonaban disonantes y la voz del cantante no era impostada sino susurrante.
De Ipanema a Nueva York
En 1963 João Gilberto, Antonio Carlos Jobim, el baterista Milton Banana y el contrabajista Sebastião Neto llegaron a Nueva York. Les acompañaba Astrud Gilberto, esposa de João, que hacía las veces de traductora porque ninguno de los anteriores hablaba inglés de manera fluida. El motivo del viaje era grabar en los A&R Recording Studios un disco para Verve junto al saxofonista Stan Getz con un repertorio compuesto por temas de Caymmi, Ary Barroso y el propio Jobim.La grabación no resultó especialmente agradable. João Gilberto no paró de criticar e insultar a Getz y a los técnicos, aunque en portugués, para que no se enterasen. Tampoco estuvo excesivamente amable con Jobim y no le sentó nada bien que los productores propusieran a su esposa, que no tenía experiencia alguna en la música, que cantase dos de los temas en inglés: Corcovado y Garota de Ipanema.
“Ó se tu soubesses como eu sou tão carinhoso…”
Durante finales de los sesenta y toda la década de los setenta, João Gilberto vivió en México, retornó a Estados Unidos, grabó un nuevo disco con Stan Getz –acompañado de la que por entonces era su pareja, la cantante Miúcha, hermana de Chico Buarque–, regresó a vivir a Brasil y, en todo ese tiempo, pulió aún más su estilo. Rescató más canciones de los años treinta y cuarenta y en sus apariciones en público buscaba tal grado de perfección, que hacía que tuviera muy poco aguante con los asistentes.
Fuente: revistavanityfair.es