João Gilberto, el músico que hizo enmudecer a todo Brasil

Ha fallecido uno de los artistas que ha revolucionado la música del siglo XX con canciones como ‘Garota de Ipanema’ o ‘Desafinado’.

João Gilberto falleció el sábado 6 de julio a los 88 años en su apartamento Río de Janeiro. El bahiano, que junto a Antonio Carlos Jobim fue uno de los artistas más influyentes del siglo XX, había ganado hace unas semanas una demanda contra compañía Odeon. La sentencia obligaba al sello discográfico a pagarle los royalties no abonados desde 1964. En total, más de cuarenta millones de euros, que venían a solucionar la precaria situación económica por la que pasaba y a la que se sumaban problemas familiares que enfrentaban a los hijos del cantante con su última pareja, la mozambiqueña Maria do Céu.

João Gilberto había nacido en Juazeiro, un pueblecito del estado de Bahía, en 1931. Durante su infancia aprendió a tocar la guitarra de manera autodidacta, escuchando en la radio las composiciones de sambistas como Noel Rosa, Wilson Batista o Haroldo Barbosa, interpretadas por las estrellas de la época como Orlando Silva, Francisco Alves o Carmen Miranda. De hecho, aunque su obra siempre se asocia con el jazz y la modernidad, Gilberto dedicó su vida a rescatar antiguas canciones del repertorio de los años treinta y cuarenta para interpretarlas con su particular estilo, caracterizado por una delicada cadencia vocal y una inimitable “batida” de guitarra.



En 1947, el joven João se mudó a Salvador, capital del estado, para estudiar música y probar suerte en el mundo del espectáculo. Un año más tarde consiguió debutar como músico de la Radio Sociedade de Bahia y, tras recibir una oferta para incorporarse al conjunto vocal Garotos da Lua, puso rumbo a Río de Janeiro. En 1950, la ciudad todavía era la capital del país y contaba con una importante oferta de teatros de variedades, night clubes, hoteles e incluso estudios de grabación donde un músico siempre era bienvenido. De hecho, aunque su membresía en los Garotos duró poco debido a rencillas con el resto de componentes, João no tuvo demasiado problema para encontrar trabajos esporádicos, acompañando a cantantes, como músico de sesión o grabando jingles publicitarios. Los periodos en que no tenía trabajo los empleaba en depurar su técnica encerrado en el cuarto de baño de la pensión en la que vivía, para desesperación de los demás huéspedes.Después de tanta dedicación, hacia 1957 João Gilberto había conseguido desarrollar una nueva forma de tocar, de cantar y estaba ansioso por mostrársela a todo el mundo. Con esa intención se plantó una noche en casa del músico Roberto Menescal y le pidió que le dejase una guitarra. Menescal, que estaba en mitad de una fiesta, se llevó al inesperado invitado a una habitación alejada del bullicio y allí João Gilberto interpretó para él varias canciones con ese nuevo estilo. Menescal quedó tan impactado, que agarró al bahiano y, esa misma noche, lo fue llevando por las casas de Nara Leão, Ronaldo Bôscoli y otros amigos para que escuchasen semejante genialidad. Poco tiempo después, Gilberto ya estaba colaborando con Antonio Carlos Jobim en los estudios Odeon.

Se você dizer que eu desafino….

En un primer momento, Gilberto trabajó con Jobim como músico de sesión pero, en 1958, surgió la oportunidad de grabar un disco de 78 revoluciones por minuto. Los temas elegidos fueron Bim Bom y Chega de saudade, composición de Antonio Carlos Jobim y Vinícius de Moraes que Gilberto ya conocía por haber participado como músico en la grabación que había hecho Elizeth Cardoso un año antes. La versión de João Gilberto, sin embargo, resultó tan innovadora y diferente a la de la diva brasileña, que su Chega de saudade se considera la piedra fundacional de lo que sería la bossa nova, si bien ese término aún tardaría cierto tiempo en ser acuñado.Aunque esa “nueva forma” de tocar resultaba desconcertante para muchos oyentes brasileños, los ejecutivos de Odeon decidieron seguir apostando por João Gilberto. Cuando le propusieron grabar otro disco de 78 rpm el bahiano aceptó y dobló su apuesta. Eligió un tema propio, Ho-ba-la-la, y una composición de Jobim y Newton Mendonça que rompía todos los esquemas de la época: Desafinado.Caetano Veloso no olvida la primera vez que escuchó ese tema. “Tenía 17 años. Un compañero me dijo en el instituto que había un tipo que, mientras la orquesta iba para un lado, él cantaba hacia el otro, todo desafinado. ‘Y como a ti te gustan las cosas locas, creo que te va a gustar’. Me llevó a un club que había en Santo Amaro y me mostró la grabación de João. Me quedé sin palabras”. Todo Brasil se quedó sin palabras. Desafinado era una composición inusual en todos los sentidos. La letra hablaba de amor pero apelando a objetos cotidianos como la cámara Rolleiflex, el ritmo no era el habitual del samba, los arreglos de cuerdas estaban afinados pero sonaban disonantes y la voz del cantante no era impostada sino susurrante.

Después de esa osadía, no había marcha atrás. Odeon decidió que en 1959 Jõao Gilberto grabase su primer LP titulado Chega de saudade, al que siguieron dos más –O amor o sorriso e a flor y João Gilberto–, que fueron publicados en Estados Unidos por Capitol y Atlantic. De esta forma, el fenómeno de la bossa nova traspasó las fronteras de Brasil y llegó a Estados Unidos, donde fue recibido con los brazos abiertos por el público y los músicos de jazz. Miles Davis, por ejemplo, llegó a decir de Gilberto que “sonaría bien incluso si leyera el listín telefónico”. Stan Getz prefirió no decir nada y grabar un disco de bossa nova.

De Ipanema a Nueva York

En 1963 João Gilberto, Antonio Carlos Jobim, el baterista Milton Banana y el contrabajista Sebastião Neto llegaron a Nueva York. Les acompañaba Astrud Gilberto, esposa de João, que hacía las veces de traductora porque ninguno de los anteriores hablaba inglés de manera fluida. El motivo del viaje era grabar en los A&R Recording Studios un disco para Verve junto al saxofonista Stan Getz con un repertorio compuesto por temas de CaymmiAry Barroso y el propio Jobim.La grabación no resultó especialmente agradable. João Gilberto no paró de criticar e insultar a Getz y a los técnicos, aunque en portugués, para que no se enterasen. Tampoco estuvo excesivamente amable con Jobim y no le sentó nada bien que los productores propusieran a su esposa, que no tenía experiencia alguna en la música, que cantase dos de los temas en inglés: Corcovado y Garota de Ipanema.

Aunque tan solo fueron dos días de estudio, la experiencia fue tan intensa que el productor Creed Taylor decidió meter la grabación en un cajón y olvidarse de ella. Cuando decidió publicarla en marzo de 1964, eligió como single una versión reducida de Garota de Ipanemaque eliminaba la parte cantada en portugués por João Gilberto y solo conservaba las estrofas en inglés de Astrud Gilberto. Esta inteligente estrategia comercial permitió que el disco fuera un súper ventas en el mercado anglosajón y que “Getz/Gilberto” obtuviera cinco Grammys en la edición de 1965.El éxito del disco fue tal, que la familia Gilberto decidió quedarse en Estados Unidos para hacer una gira de conciertos, de la cual salió un segundo LP para Verve que explotaba la misma fórmula y que se llamó sencillamente Getz/Gilberto#2. Sin embargo, las cosas en el terreno sentimental no iban tan bien como en el profesional y el matrimonio terminó separándose: João se marchó a México y Astrud continuó actuando junto a Stan Getz, con el que había iniciado una relación sentimental.

“Ó se tu soubesses como eu sou tão carinhoso…”

Durante finales de los sesenta y toda la década de los setenta, João Gilberto vivió en México, retornó a Estados Unidos, grabó un nuevo disco con Stan Getz –acompañado de la que por entonces era su pareja, la cantante Miúcha, hermana de Chico Buarque–, regresó a vivir a Brasil y, en todo ese tiempo, pulió aún más su estilo. Rescató más canciones de los años treinta y cuarenta y en sus apariciones en público buscaba tal grado de perfección, que hacía que tuviera muy poco aguante con los asistentes.

A pesar de esa actitud arisca, aquellos que lo trataron coinciden en que João Gilberto era una persona cariñosa y tremendamente generosa. Más allá de las rencillas que pudiera tener con Antonio Carlos Jobim, al que admiraba y envidiaba a partes iguales, siempre valoró el trabajo de sus colegas, hasta el punto de ser un gran defensor de Caetano Veloso cuando el cantante era perseguido por la dictadura brasileña y criticado por sus innovaciones artísticas, o de Rita Lee, miembro de Os Mutantes, y con la que grabaría a dúo Jou jou e balangandans en el disco João Gilberto Prado Pereira De Oliveira de 1980.
A pesar de ser un ídolo en su propio país, Estados Unidos, Europa y especialmente en Japón, donde estaba su público favorito, hacía años que João Gilberto no salía de gira, una decisión que había mermado sus recursos y lo había llevado a una situación económicamente complicada. Una de sus hijas, Bebel Gilberto, fruto del matrimonio con Miúcha, culpaba de esa situación a su actual pareja, Maria do Céu que, según ella, maltrataba al artista, lo controlaba emocionalmente y le robaba el dinero. Tanto es así, que Bebel intentó incapacitar judicialmente a su padre sin éxito. Sin embargo, João Marcelo, hijo del matrimonio con Astrud, no es de la misma opinión que su hermana y, tras el fallecimiento del artista, ha dado expresamente las gracias a la mujer por cuidar de su padre y hacerle más agradables sus últimos años. Una diferencia de pareceres que augura conflictos familiares, más aún cuando están en juego cuarenta millones de euros de herencia.

Fuente: revistavanityfair.es