El partido de la hija del exmandatario, que dominaba el Congreso, afronta una etapa de decadencia
«El fujimorismo ha pasado del populismo personalista a un caudillismo impopular. Porque el éxito del proyecto es que capitaliza la desigualdad, hay que leerlo en esa clave, del vínculo entre desigualdad y política. El proyecto del año 1990 supo entender la nueva dinámica de los sectores populares urbanos, supo dirigirse a ellos en un proceso de transición democrática que venía desde 1980», explica Adriana Urrutia, directora de la Escuela Profesional de Ciencia Política de la Universidad Ruiz de Montoya. «El fujimorismo capta desde 1990 a personas que no habían sido incluidas en las dinámicas democráticas y se sienten representadas por un personaje que en el imaginario popular no representaba ninguna identidad específica. Fujimori no era un outsider, era el presidente de la Asamblea Nacional de Rectores, tenía un programa de televisión diario en el canal del Estado», continúa. Sin embargo, en su opinión, «el fujimorismo hasta hoy sigue teniendo ese monopolio, porque ningún otro partido político ha logrado capitalizar esa desigualdad y la izquierda no dialoga con los sectores populares como el fujimorismo, sino con sectores movilizados y vinculados de cierta manera a una cierta ideología».
Incógnita electoral
¿Qué queda hoy? Fernando Tuesta, sociólogo, exjefe de la Organización Nacional de Procesos Electorales, cree que «Keiko Fujimori establece una diferencia con el padre en varios sentidos». «Uno de ellos, crear un partido». Fuerza Popular nació en 2010 y en 2016 estuvo a punto de ganar a Pedro Pablo Kuczynski, aunque finalmente se quedó con el control del Parlamento. «Mucho de la creación del partido tenía que ver con la reivindicación del pasado de su padre y del Gobierno, pero ella también tenía que hacer virajes debido a quienes rechazaban aquel Gobierno y todo lo que contenía. Esos virajes no terminan de desarrollarlos porque aparece como liberal, demócrata, antiautoritaria, pero ese discurso no lo logra plasmar».
Además, recuerda este analista, que presidió la comisión para la reforma política, un sector del partido tuvo vínculos con casos de corrupción, a los que se añadieron las consecuencias del escándalo de Odebrecht, que en Perú ha afectado a todos los expresidentes de los últimos 20 años. «Fuerza Popular tuvo la gran oportunidad de ser un partido popular de derecha y no solo no lo ha logrado, ha terminado siendo un partido que va a estar disminuido, pero con grandes problemas: a nivel electoral, porque va a haber un nivel de castigo [en enero de 2020, en las legislativas] y sería muy difícil que Keiko pueda arañar el poder».
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De hecho, el partido todavía no ha aclarado si se presentará a los comicios de enero. La oposición trata de establecer un paralelismo con las fuerzas antichavistas en Venezuela, que no se presentaron a las elecciones de 2018 contra Nicolás Maduro. Sin embargo, las premisas son muy distintas y el contexto de la decisión de Vizcarra está a años luz de lo que sucede en Caracas.
Fuente: elpais.com