La gota de agua me cayó en la oreja, mientras dormía al lado de mi asiática. La lluvia caía a cántaros en la madrugada cruceña y la gotera me despertó.Abrí un ojo, metí un dedo en mi oreja para desaguarla y otra gota me cayó en el pescuezo.Mi asiática dormía al lado mío, ajena a los truenos y su cabello rubio brillaba cada vez que refusilaba….Nos dormimos peleados.Y todo por culpa del ministro Romero, el hombre que dijo que el gobierno había protegido a Camacho en El Alto.- ¡Cara e sapo mentiroso!Chilló mi hermosanganga visiblemente alterada.- Ya, tranquila… -dije suave.- Nada de tranquila carajo, esos infelices mienten, son cínicos, no respetan leyes, llegan con palos, prometen muerte, se creen intocables, mataron en Montero y Jabba todo lo permite, pero si son del otro bando, al ratingo van presos, a ver ahora, quiero ver como protege a Camacho en El Alto, ¡tranquila tu abuela Herminia! -me gritó fuera de si la asiática, mientras sus ojos relampagueaban.Eso fue temprano en la noche.En media tormenta quise abrazarla y medio se despertó, se dio la vuelta, se tapó cabeza y todo para seguir durmiendo pero había un problema:Aprovechando los truenos y relámpagos solté un pedito bajo la sábana y ella, ya despierta, lo percibió al instante.Tomé medidas urgentes, salté de la cama y me hundí en el agua hasta los tobillos. No me importó, el que huye escapa.Moraleja:»Nunca hagas oler tus pedos a una mujer, peor si está enojada por culpa de un ministro ineficiente».EL ESCRIBIDORNpetvFuente: El Escribidor