Todo tiempo pasado fue mejor

Generalmente tendemos a pensar que todo pasado fue mejor y ahora con la pandemia que estamos sufriendo, se nos muestra que esto es verdaderamente cierto. Parece que necesitábamos que se nos diga, que estamos sobrepasado el umbral de seguridad frente a la naturaleza, que somos vulnerables y que hemos llegado a los límites.

Hasta ahora habíamos vivido con una falsa sensación de seguridad y esta es una de las razones por las que hemos tardado en reaccionar ante esta pandemia global; no nos sabíamos tan vulnerables y ahora el coronavirus nos viene a confirmar esta idea de los límites y de los cuales irresponsablemente nos habíamos olvidado.

Sabemos que no todo es permanente: la vida de las sociedades y de los ecosistemas está en un frágil equilibrio dinámico y cuando se produce un fuerte desajuste: destrucción de los bosques, ecocidio, contaminación, guerras mundiales, pandemias sanitarias, se rompe este equilibrio y entramos en graves crisis. Dicen que vivir es estar siempre a las puertas de la muerte y que el sobrevivir es estar previendo y resolviendo permanentemente los problemas.



Después de esta pandemia que nos tiene enclaustrado, encapsulados y temerosos, la perspectiva futura nos muestra que las consecuencias económicas y sociales del coronavirus serán más peligrosas y más letales que el propio virus y si pandemias como estas se repiten con frecuencia, la especie humana seguramente será desbastada y expulsada del paraíso y vendrá otra especie más sensata e inteligente a sustituirnos. Decía una Premio Nobel que serán los Chulupis.

El sistema inmunitario se pone a prueba cada día y la salud de un organismo y de una sociedad está en su capacidad de generar anticuerpos, de asimilar experiencias; de reponerse y recuperarse de las crisis una y otra vez y en función de cuál sea nuestra capacidad de superar las crisis viviremos más, o seguramente menos. Las crisis son recurrentes y extendidas y ahora nos dirigimos desde la crisis sanitaria hacia la crisis económica y social, totalmente inter relacionadas; por lo que necesitamos estar trabajando permanentemente en evitar y paliar los retos que se nos presentan.

El desarrollo tiene diferentes dimensiones: económica, social, política, jurídica, medioambiental, cultural, etc., las que se interrelacionan e influencian unas con otras, por lo que es imprescindible crear nuevos paradigmas, innovar y avanzar unidos y solidarios. En lo inmediato, tenemos la necesidad de alimentar a una población creciente y en medio del cambio climático y hacerlo sin destruir el planeta durante el proceso. Este desafío, si queremos sobrevivir implica respetar los límites, no aumentar las emisiones, no promover la deforestación, no contaminar las aguas, los ríos y océanos de la casa en la cual vivimos y no exacerbar la pobreza.

Debemos tener en cuenta que las decisiones que nos garantizaron éxitos en el pasado no nos garantizan éxitos futuros, porque cada vez estamos en un entorno diferente, muy disruptivo y en el cual la única constante es el cambio y así debemos asumirlo. Esto implica nuevas tecnologías, nuevas formas de convivencia, de trabajo, de producción industrial, manejo de desechos, cultivos y consumo.

Con la actual paralización de la economía y con la población confinada, la producción y el consumo se reducen y solo permite cubrir las necesidades básicas de supervivencia mientras la miseria avanza y nos consume. Con respecto a la alimentación y sin la cual perecemos, una de las opciones para ayudar en su solución puede encontrarse en la biotecnología. La innovación desde la biotecnología puede contribuir con semillas mejoradas que aseguren más producción en menos superficie y cultivos más resistentes al ataque de plagas y al estrés que genera el cambio climático.

En este ambiente de crisis de salubridad y económica, resalta una típica contradicción en los mercados de trabajo: los más productivos y socialmente necesarios son los que reciben las peores remuneraciones tanto en dinero como en prestigio, mientras que trabajos inútiles o prescindibles están bien remunerados y en la cúspide de la escala social.

Por nuestra mentalidad y experiencia pensamos que la riqueza se encuentra en las materias primas y su explotación; hemos vivido del oro, de la plata, del gas y ahora pensamos en el litio. No entendemos que para que una comunidad goce de mayor riqueza y bienestar hay que crear riqueza, fomentar la producción y desarrollar las tecnologías para producirla mejor. Estas son las cosas que pueblos exitosos han hecho para progresar, pero nosotros: Janiwa!!

La riqueza no es un bien existente, hay que generarla, producirla. Sin extraer y procesar las materias primas como minerales y petróleo, no hay riqueza útil y tampoco la hay en la tierra fértil sin labrar, sembrar y cosechar.
Vivimos en una época en la cual; en los países exitosos prolifera el conocimiento y la información aplicados a la producción y con economías competitivas y globalizadas. El libre mercado y no el estatismo, son el motor esencial de su crecimiento en un ambiente de respeto al ecosistema, seguridad jurídica, libertad y competitividad empresarial. Camino se hace al andar, empresa al emprender.

En los países sometidos al Populismo cocalero, esto no lo comparten y dicen: Janiwa, Kawsachun coca.

Fuente: ovidioroca.wordpress.com