Rusia planea aprobar y comenzar a utilizar una vacuna contra el coronavirus en agosto y sin terminar las pruebas

Funcionarios gubernamentales creen que la fecha clave será el día 10 del próximo mes. Aunque crecen las dudas sobre su seguridad, las autoridades de Moscú alardearon: «EEUU también se sorprendió con el Sputnik»

 

Un científico diluye muestras durante la investigación y el desarrollo de una vacuna contra la enfermedad por coronavirus (COVID-19) en un laboratorio de la compañía de biotecnología BIOCAD en San Petersburgo, Rusia, 11 de junio de 2020. (REUTERS / Anton Vaganov)
Un científico diluye muestras durante la investigación y el desarrollo de una vacuna contra la enfermedad por coronavirus (COVID-19) en un laboratorio de la compañía de biotecnología BIOCAD en San Petersburgo, Rusia, 11 de junio de 2020. (REUTERS / Anton Vaganov)

 



Infobae

Rusia dijo que una de las posibles vacunas contra el coronavirus que desarrolla el país ha demostrado ser segura en ensayos en humanos y podría ser aprobada en unas dos semanas, para mediados de agosto. De concretarse la aprobación y su uso exitoso pese a los temores sobre la seguridad del producto, Rusia se convertiría en el primer país en lograr una vacuna efectiva contra el Covid-19.

“Es un momento como el del Sputnik”, dijo a CNN Kirill Dmitriev, director del fondo soberano de Rusia, que financia la investigación de las vacunas rusas, refiriéndose al exitoso lanzamiento en 1957 del primer satélite del mundo por la Unión Soviética. “Los estadounidenses se sorprendieron cuando escucharon los pitidos del Sputnik. Es lo mismo con esta vacuna. Rusia habrá llegado primero”, agregó.

Los estadounidenses se sorprendieron cuando escucharon los pitidos del Sputnik. Es lo mismo con esta vacuna. Rusia habrá llegado primero

Según el funcionario, la vacuna podría ser aprobada el 10 de agosto o incluso antes. La cercanía del plazo alimentó las dudas sobre si el país saltó fases de desarrollo esenciales para probar la seguridad del producto, realizando pruebas en humanos incompletas.

La potencial vacuna fue desarrollada por el Instituto de Epidemiología y Microbiología Gamaleya de Moscú junto a la Universidad de Sechenov. La semana pasada las autoridades habían informado que el prototipo provocó una respuesta inmune y que era seguro. Los militares, que realizaron un estudio paralelo, han hecho comentarios similares y dieron de alta a sus propios voluntarios.
Kirill Dmitriev, CEO del fondo soberano ruso (REUTERS/Maxim Shemetov/archivo)
Kirill Dmitriev, CEO del fondo soberano ruso (REUTERS/Maxim Shemetov/archivo)

La vacuna utiliza vectores de adenovirus humanos que se han debilitado para que no se repliquen en el cuerpo. A diferencia de la mayoría de las vacunas en desarrollo, se basa en dos vectores, no en uno, y los pacientes recibirían una segunda inyección de refuerzo.

Las autoridades dijeron que los trabajadores de salud en la primera línea contra el coronavirus tendrán la prioridad y la recibirán primero.

El país tiene más de una docena de candidatos a vacunas prometedores, y Gamaleya se encuentra entre los favoritos, junto con los prototipos desarrollados por el Instituto Vector en Siberia, anteriormente el centro de investigación de armas biológicas soviéticas. No obstante, la vacuna rusa aún no ha completado su segunda fase. Los desarrolladores planean completar esa fase antes del 3 de agosto y luego llevar a cabo la tercera fase de pruebas en paralelo con la vacunación de los trabajadores médicos.

Los científicos rusos aseguran por su parte que la vacuna se ha desarrollado rápidamente porque es una versión modificada de una ya creada para luchar contra otras enfermedades, como ébola y MERS.

Pero hay muchas cosas que se desconocen. Los datos de la primera fase del ensayo de Gamaleya aún no son públicos y se requerirán más pruebas. La tercera y última fase, que prueba la efectividad real de la vacuna en un universo más grande, normalmente tomaría entre seis meses y un año. Ni siquiera está claro si Rusia, que ya no es un importante exportador de vacunas, puede fabricar la cantidad suficiente.

Un científico controla los parámetros del proceso de diafiltración del producto durante la investigación y el desarrollo de una vacuna contra la enfermedad por coronavirus (COVID-19) en un laboratorio de la empresa de biotecnología BIOCAD en San Petersburgo, Rusia, 11 de junio de 2020. (REUTERS / Anton Vaganov)
Un científico controla los parámetros del proceso de diafiltración del producto durante la investigación y el desarrollo de una vacuna contra la enfermedad por coronavirus (COVID-19) en un laboratorio de la empresa de biotecnología BIOCAD en San Petersburgo, Rusia, 11 de junio de 2020. (REUTERS / Anton Vaganov)

 

Sin embargo, esto no ha atenuado el entusiasmo en los medios de comunicación estatales o actos de valentía como los de investigadores de Gamaleya que voluntariamente se inyectaron el prototipo no probado. Prácticas como el reclutamiento de voluntarios para ese estudio entre los empleados de la estatal Sberbank PJSC apelando a su patriotismo, no son menos preocupantes. O métodos simplificados, como ocurrió con un vago estudio de Moscú que alentó a médicos a probar el medicamento contra la malaria hidroxicloroquina. Las recientes acusaciones de hackeo empeoran las cosas.

Lo cierto es que la presión para encontrar una vacuna en Rusia es grande. Putin necesita elevar su deteriorada popularidad, a pesar de que un plebiscito que se llevó a cabo este mes aprobara cambios constitucionales de forma abrumadora, lo que podría mantenerlo en el poder hasta 2036. La necesidad solo ha aumentado con las protestas masivas en la ciudad de occidental de Jabárovsk, después del arresto del gobernador local la semana pasada.

Además, Rusia fue uno de los países más golpeado por la pandemia, con el cuarto mayor número de casos a nivel mundial. Las tasas de mortalidad han sido llamativamente bajas, pero los casos nuevos siguen aumentando a un ritmo de más de 6.000 por día. La economía se ha visto fuertemente golpeada. Sin embargo, los esfuerzos por desarrollar una vacuna se trata tanto de recuperar un estatus empañado por años de baja inversión, un dramático éxodo de profesionales, y las acusaciones del año pasado de plagio y otras prácticas poco éticas que provocaron el retiro de cientos de artículos académicos.