El debate sin fin en Uruguay: ¿debería cambiar su Día de la Independencia?

La fecha es polémica porque también se firmó la unión a las Provincias Unidas del Río de la Plata, con un tinte más unionista que nacional, pero los intentos de modificación no han prosperado

 

Un niño flamea una bandera en la costa de Montevideo (AP)
Un niño flamea una bandera en la costa de Montevideo (AP)

Cada 25 de agosto, cuando Uruguay celebra su Día de la Independencia, se reabre el debate. Es que la fecha pone los pelos de punta a los historiadores que alegan que la celebración no se ajusta a lo sucedido hace casi 200 años.



“Por un lado transita la historia oficial y por otro, los hechos”, dice a AFP el historiador Leonardo Borges.

El 25 de agosto de 1825, luego de un levantamiento que dos y elegir cualquier fecha siempre es una arbitrariedad. Por ejemplo, la toma de la Bastilla ¿es de verdad la fecha determinante de la Revolución Francesa? No, es probablemente la más altamente simbólica”, ilustra.

Una docente iza una bandera uruguaya en una escuela rural de San José (Reuters)
Una docente iza una bandera uruguaya en una escuela rural de San José (Reuters)

El debate tiene décadas. El dos veces presidente Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000), asiduo crítico de esa contradicción histórica del Uruguay, incluso propuso en el Parlamento en 2006, como senador, conmemorar el 25 de agosto bajo otra denominación -sin referirse a «independencia»- y elegir una nueva fecha patria como la más importante.

El ex mandatario ha reiterado que no desconoce la magnitud de lo sucedido el 25 de agosto en el proceso de configuración nacional, pero insiste en lo mismo que coinciden muchos historiadores: no marca en absoluto el origen del país.

Invento inglés

“El 25 de agosto no es en ningún caso la fecha de la independencia del Uruguay. De hecho, nos habla más del pasado unionista (…) que de una supuesta construcción nacional”, insiste Borges.

Para muchos, de elegir un día de nacimiento del país, éste debería ser el 4 de octubre de 1828. Esa fecha no aparece en el calendario patrio, pero fue cuando se ratificó la Convención Preliminar de Paz, en la que Argentina y Brasil acordaron, con la mediación de Gran Bretaña, la independencia del actual Uruguay.

La reticencia a reconocerlo es que, para algunos, es como admitir que el país fue “un invento inglés”, promovido únicamente por un interés estratégico y comercial, pues la creación de un “Estado tapón” evitaba que Argentina y Brasil dominaran el Río de la Plata.

«A nadie le gusta que la independencia de su país la declare en portugués un emperador en Río de Janeiro», declaró tiempo atrás el historiador Guillermo Vázquez Franco, autor de varios libros sobre los «mitos» de la historiografía uruguaya.

La historia se construye de memoria, pero también de olvidos, y este es uno de los más ominosos olvidos de nuestra historiografía”, señala Borges, antes de destacar que el origen del país “no es heroico, sino que nace de una negociación entre las Provincias Unidas y la monarquía brasileña con Gran Bretaña como convidado de piedra”.

(Reuters)
(Reuters)

 

No obstante, otros defienden que ese acuerdo fue una minúscula parte de la larga gestación de una identidad forjada en las décadas anteriores.

Para Borges, aunque «las conmemoraciones nacionales siempre son una construcción», no debería suceder que esa construcción «termine por fagocitar la esencia de la historia».

Ribeiro, en tanto, afirma que “una vez instalada la tradición, construida la efeméride, comienza la problematización historiográfica”.

“Creo que es inherente a toda fecha porque es un reconocimiento de que hay un relato detrás de cada una y es también un ejercicio muy sano de reflexión a propósito de un período siempre muy delicado de tocar, que es el de los orígenes, el del nacimiento de cualquier nación”.

(Con información de AFP)

Fuente: infobae.com