Filosofar la educación virtual para fortalecer los retos estudiantiles

Debemos partir de una premisa fundamental que la filosofía no está en las nubes, ni es facultad de esos seres extraordinarios y sabios que divagan sobre el Absoluto, Dios, la Nada, el Ser y el Tiempo, lo infinito del Universo, etc. La filosofía es la capacidad que tenemos de asombrarnos, maravillarnos y pensar sobre los detalles que a cada paso la vida nos ofrece, con el objetivo de captar los mensajes de esos momentos y así afrontar la realidad de todos los días.

Por ejemplo. Los casos de acoso sexual, maltratos, abandonos, deserción escolar, violencia en la familia, consumo de drogas, bullying en los colegios, no son simples problemas que se están dando en alto grado en las unidades educativas y que tienen como protagonistas a los alumnos de los ciclos de primaria y secundaria. Son problemas estructurales, complejos y preocupantes, que se los debe encarar de forma integral y eficiente. Es un asunto humano.



Precisamente hay que subrayar esta dimensión del ser humano, por cuanto, algunas tendencias buscar separar a los grupos sociales y no darles el trato que se merece, en cuanto a las relaciones sociales e interdependencia humana. “Los seres humanos somos animales, aún más sociales que otros, como las abejas melíferas y los gorilas, ya que no solo convivimos con otros miembros de la misma especie, sino que casi todo lo que hemos está condicionado socialmente y, a su vez, modificar nuestro nicho social”, plantea el filósofo argentino Mario Bunge.

Uno de los pasos es que cada colegio deberá contar con una profesional en psicología, así lo establece la ley Avelino Siñani, para que preste asistencia, asesoramiento, apoye a las víctimas y a las familias de estos casos. La mayoría de las veces la Dirección de cada colegio optó por expulsar a los estudiantes que hayan estado involucrados en uno de estos hechos, o en la destitución del profesor que haya acosado a alguna alumna. Son medidas parches o de corto alcance, no generan mayores cambios en la mentalidad y en las conductas de las personas.

Mientras no se encare estos complejos problemas desde una óptica humanista y de derechos humanos, seguirán presentándose y cada vez con mayor incidencia entre la población estudiantil, y con fuertes repercusiones en sus respectivas familias. Y la forma de enfrentarla es en aulas, en la docencia, en la promoción de valores y en el cambio de visión que se tiene, proceso que lo puede lograr la filosofía, y no se asusten, porque cuando se menciona la palabra filosofía, rápidamente pensamos en lo abstracto, en lo absoluto, en la nada, en el ser, en la búsqueda inacabable del principio de las cosas y de la naturaleza, o en la sabiduría inmaculada. Se debe fortalecer la filosofía en los planes curriculares de los colegios, así como se hizo con la parte técnica. Un buen curso de filosofía en secundaria deberá estar orientado a reforzar el sentido de la vida, de las virtudes personales y de la sociedad, de la superación de las personas, de las ganas de triunfar que todo ser humano tiene de forma innata, del diálogo como herramienta familiar y fraternal para analizar y debatir los problemas en la perspectiva de buscarles soluciones o puertas de salida.

En mi libro “Combustible filosófico para la vida”, planteamos estos grandes retos, porque nuestra presencia en este mundo tiene un norte, un sentido práctico, objetivos que cumplir. No estamos de yapa ni por el azar en esta vida pasajera que todos llevamos. Precisamente para encarar la serie de dificultades que se presenta cada día, una dosis de filosofía nos haría bien. “Nuestros males, los de los cruceños, son la ira, la intolerancia, el enojo, la violencia, el desorden. Y para ello no hay remedios tradicionales que valgan, sino solo aquellos que pueden llegar al corazón, al alma y ala mente de los hombres y mujeres de esta región y el país, y que se pueden traducir en una buena dosis de una lectura de los textos de Platón, Aristóteles, Pascal, Kant, Confucio, Spinoza, Kierkegaard, Schopenhauer, Nietzsche, San Agustín, Sartre, Gandhi, Marx, Boecio, Montaigne…”, apunta mi “Combustible”.

Se trata que desde la filosofía en las aulas escolares se ponga en marcha un ambicioso programa para fortalecer y ampliar el espíritu crítico de cada uno de los alumnos, quienes con seguridad recibirán de buen agrado estas inquietudes, quienes ahora están ahogados en un bombardeo de informaciones, de chismes, de superficialidades de las redes sociales, de Netflix, etc. Con seguridad están con hambre de reflexionar sobre el sentido de la vida, el sentido de la verdad, de la creatividad artística, de las virtudes, el rol que deben desempeñar los jóvenes, que como seres humanos son parte de una sociedad multicultural, compleja y siempre cambiante.

La filosofía es una disciplina completa, que no entra en contradicción con la religión o los dogmas, sino que las fortalece y también las contradice. Y también es una disciplina con una alta cuota de ventaja pedagógica, que se la debe explotar al máximo. Sin duda, todo dependerá de los instrumentos de enseñanza acorde a los tiempos actuales y a las grandes expectativas que tienen los jóvenes, quienes están atareados con la golosina del celular y de los grupos de WhatsApp. Y ese es otro de los retos, convertir estas herramientas comunicacionales en métodos para la formación del sentido crítico hacia la vida, donde una vez ingresa la filosofía en la currícula escolar.

Es tiempo de la filosofía, claro que sí, es el tiempo de fortalecer esos espíritus ansiosos de la juventud, que buscan alas para volar, puertas para ingresar y peligros para enfrentar. Y una de las deudas pendientes en el sistema educativo y en las familias es la charla, la discusión de asuntos de la vida diaria y sus respectivas proyecciones, como la responsabilidad de la libertad, porque no nos olvidemos que el hombre es un ser libre desde que hace, y todo joven lo que necesita y grita es asumir y practicar su libertad, la cual debe estar bien encaminada. De igual modo, incentivar la práctica del bien común, de la tolerancia y del compromiso; el desarrollo de la conciencia crítica; la promoción de los derechos humanos, más ahora en la que el mundo está enfrascado en conseguir la igualdad de género y el respeto a la diversidad cultural, sexual y social; y en esto la búsqueda constante de la verdad, que desde muy pequeños nuestras mentes y nuestro ser se inquietan por conocer qué es la verdad.

José Ortega y Gasset decía: “La filosofía es filosofar, y filosofar es, indiscutiblemente, vivir; como lo es correr, enamorarse, jugar al golf, indignarse en política y ser dama de sociedad. Son modos y formas de vivir”.

En estos tiempos de pandemia, se hizo más patente eso de que la tecnología afecta todos los aspectos de la vida humana y los más genuinos problemas de toda la historia de la filosofía (cómo es la realidad, cómo la conocemos, que debemos hacer) están condicionados por la influencia de la técnica obre la configuración de la realidad en que vivimos, sobre la ciencia y sobre la moral. Ello se debe a las transformaciones que ha ido experimentado la técnica a lo largo de la historia y a la trascendencia que ha llegado a tener en las sociedades actuales”, señala Miguel Ángel Quintana, filósofo español y especialista en filosofía de la tecnología de la Universidad de Salamanca.