Quemas, carpas y dinamitazos en la pandemia, ¿estrategias de loteadores?

Vecinos de Alto Achumani, Flor de Irpavi y Mallasilla denuncian que los loteamientos subieron en la cuarentena. Cuentan cómo sus barrios se llenaron de humo y se estremecieron por detonaciones.

 



Ivone Juárez  /  La Paz

En plena pandemia del coronavirus, las noches de julio y agosto fueron inquietantes para vecinos de algunas zonas de La Paz porque en medio de  los reportes de más casos de la enfermedad, en el cielo las luces del alumbrado público y de las viviendas dejaban ver densas humaredas que salían de áreas verdes. En la zona Norte, de los bosquecillos de Pura Pura, Vino Tinto, y de los cerros de Alto La Merced  y Urkupiña,  en la Periférica. En la zona Sur se vio fuego en Alto Achumani.

La vivienda que se derrumbó  en Irpavi por los dinamitazos. Foto:Vecinos Irpavi

Mientras el humo, y en muchos casos las llamas asustaban a los vecinos de Los Rosales, Huayllani, Chijipata, Pantini y otros barrios en Alto Achumani; otros, en Flor de Irpavi, se estremecían con repentinas detonaciones de dinamita en áreas protegidas como las Serranías de Arunataya; las explosiones no eran en la  noche, sino en pleno día e hicieron venir abajo la parte de un cerro e incluso provocaron el derrumbe de una vivienda construida en las cercanías.

En la zona de Mallasilla, por el camino del campo de golf que lleva a Achocalla, los vecinos se sorprendieron por la aparición de decenas de carpas, instaladas sobre una planicie, a donde llegaban personas montadas en lujosos vehículos. “Una tarde celebraron hasta una fiesta, en plena cuarentena”, cuenta uno de los vecinos del lugar que fotografió el campamento.

Minutos después  de las detonaciones en Irpavi. Foto:Vecinos de Irpavi

Abajo de las carpas, maquinaria pesada removía tierra. Los vecinos fotografiaron las actividades y las imágenes circularon por las redes sociales y generaron gran indignación.

Como en la cuarentena nadie podía acercarse al Valle de las Ánimas, otra zona protegida y de gran belleza natural en la zona Sur de La Paz por las peculiares formaciones de sus cerros, cuando el aislamiento se flexibilizó, los que llegaron al lugar notaron que el camino forzado que improvisó   el  ingreso al lugar, ahora está casi protegido por los escombros y restos de construcción que desde hace un tiempo, de manera ilegal, se fueron depositando en el sitio.

Un incendio  forestal en la zona 23 de Junio. Foto:Bomberos

“Acomodaron los escombros a modo de proteger el camino, que durante la época de lluvia el río se llevaba”, señala  Yannick Wende, joven que de tanto pasear por el lugar desde niño y embelesarse con el paisaje extraterrestre, por los cerros en formas de agujas, se convirtió en su defensor.  Desde 2016 Yannick viene presentando un proyecto de conservación  del Valle de las Ánimas.

Fuego en Alto Achumani

“Comenzó en la cuarentena. Las montañas de Alto Achumani comenzaron a arder, daba la impresión de que todo el cerro se estaba quemando. Llamamos a los bomberos pero no podían llegar hasta ahí arriba, el fuego se fue apagando solo. Los incendios no eran sólo en las noches;  en una ocasión comenzaron a las tres de la tarde y se extinguieron  a las ocho de la noche. Recurrimos hasta la Subalcaldía de la zona Sur para hacer el reclamo, pero nos dijeron que no había camino, ni forma de llegar hasta ahí arriba. También recurrimos a la Subalcaldía de Hampaturi, pero no logramos nada”, cuenta una vecina de Alto Achumani.

Página Siete se comunicó con la Subalcaldía la zona Sur para conocer  las acciones municipales  sobre el tema. Se concertó una entrevista con el subalcalde, Óscar Sogliano, pero  no se concretó.

El fuego en Alto Achumani  visto desde Pantini. Foto:Vecinos Alto Achumani

La mujer prefiere no dar su nombre porque, entre las quejas y reclamos que expresaron con sus vecinos de las zonas afectadas por el humo del fuego y el temor a que el incendio avanzara hacia los lugares poblados, tuvieron roces con supuestos comunarios de los alrededores que se declaran propietarios de los cerros y con el derecho de realizar las quemas para recuperar el suelo para sus sembradíos.

“Les preguntamos por qué tenían que quemar todo, si en medio de esa vegetación hay animalitos. Nos respondieron que si no queman la tierra no será buena y que ellos plantaron esos árboles y estaban en su derecho de quemarlos. Esa era su explicación, pero todo era humo en Achumani. Nunca quemaron tanto, este año el fuego estaba a la izquierda, a la derecha, donde uno miraba, durante días consecutivos, y nosotros impotentes, sin poder hacer nada”, añade la mujer.

Dinamitazos en Irpavi

En la urbanización Flor de Irpavi, durante la pandemia del coronavirus, comenzaron los dinamitazos en las Serranías de Aruntaya.

 Incrédulos, los vecinos vieron cómo comenzaba  a caer parte de los cerros y la tierra se deslizaba hacia el río que corre por el lugar. Pero de la sorpresa pasaron al susto, porque algunas casas cercanas a los cerros comenzaron a presentar rajaduras e incluso una se fue al suelo.

“Comenzaron a aparecer rajaduras en varias viviendas que están más cercanas a los cerros y una de las casas cayó, tenemos fotos. Pero lo peor es que la tierra acaba en el cauce del río que tenemos por ahí y lo previsible es que en la época de lluvia provoque el desborde del río  y que el agua se entre a las casas, con agua, lodo y piedras, como hace dos años pasó”, dice una vecina de Flor de Irpavi.

No tiene la certeza de quiénes realizan estos movimiento de tierras. “Dicen que son comunarios, otros que son los militares, pero exactamente no sabemos de quiénes son los trabajos y quiénes son los que pueden ordenar esos estallidos de dinamita. Estamos en nuestras casas y de repente se sienten las explosiones que hacen temblar los vidrios de las ventanas”, cuenta un dirigente del sector. “Cuando les reclamamos, siempre salen con que tienen el permiso de la Alcaldía de Palca. Qusiéramos que vengan las autoridades de esa localidad,    para que vean lo que están ocasionando con sus autorizaciones”, protesta.

Carpas en Mallasilla

 Hace unas tres semanas, aproximadamente, en Mallasilla, por el camino del campo de golf que lleva al municipio de Achocalla, los vecinos advirtieron la súbita instalación de carpas e incluso el movimiento de tierra con maquinaria pesada.

Los  escombros  con los que se protegió el camino tendido hacia el Valle de la Ánimas. Foto:Yannike Wende

“Se instalaron en el cerro que está frente al Golf e instalaron carpas enormes, son como unas 40. Dicen que son de comunarios, no se tiene la certeza. Sí se  tiene una foto que muestra cómo con maquinaria pesada  se está bajando todo un cerro en el camino a Achocalla, en plena pandemia”, señala un vecino de la zona. “Y se vio entrar a gente al lugar donde están las carpas, en una caravana de vehículos Land Cruiser para organizar una especie de día de campo”, añade.

Acoso al Valle de las Ánimas

Durante la cuarentena también se dieron movimientos en el Valle de las Ánimas, donde los escombros que son depositados en el lugar de manera ilegal fueron utilizados para proteger un camino tendido provisionalmente para ingresar a la zona.

“No podemos denunciar con nombres y apellidos porque no los tenemos, pero se sabe que muchas de esas tierras se negociaron aprovechando el problema de límites de La Paz con Palca y otros municipios. Al parecer en las Ánimas está pasando lo mismo que en la Muela del Diablo, pero es riesgoso afirmarlo”, comenta uno de los asiduos visitantes del lugar.

Maquinaria pesada  opera en el camino a Achocalla.  Foto:Redes sociales

Añade que también se tienen reclamos de los vecinos de Vino Tinto y de Pura Pura, en la parte norte de la ciudad de La Paz, donde, durante la cuarentena, vieron cómo se iniciaron incendios en los bosquecillos que son parte de sus zonas.

“Parece que el modus operandi es quemar los árboles y la vegetación primero, y después proceder a avasallar el lugar”, comenta preocupado.

Fuente: paginasiete.bo